Un equipo liderado por investigadores del Instituto de Genómica de Pekín y la Universidad de California ha explicado que la adaptación a la altura de los habitantes del Tíbet se debe al cruce con los homínidos de Denisova, ya extintos. El trabajo arroja nueva luz sobre la adaptación del ser humano.
Las adaptaciones evolutivas han permitido a los tibetanos vivir sin problemas a 4.000 metros de altura. Cómo han logrado adaptarse a este duro ambiente de hipoxia –falta de oxígeno– es un tema que atrae a los científicos.
El Instituto de Genómica de Pekín (BGI, por sus siglas en inglés) y la Universidad de California han realizado estudios genéticos sobre dicha adaptación de los tibetanos a las alturas. Sus resultados, que se publican en la revista Nature, demuestran que su aguante proviene del cruce de genes con otra especie ya extinta, la de los denisovanos.
El gen EPAS1 se conoce como el de la hipoxia porque sus mutaciones se asocian con diferencias en la concentración de hemoglobina en sangre y se sabe que ciertas variantes de este gen protegen a los habitantes de las grandes alturas. En este estudio, los investigadores resecuenciaron la región alrededor de EPAS1 en 40 tibetanos y 40 individuos de la etnia Han procedentes de otras regiones de China.
Los científicos han encontrado que este gen en los tibetanos posee una constitución que solo se ha observado en el genoma de los Denisovanos extintos y no en otras poblaciones del mundo, a excepción de individuos de poblaciones de chinos Han del sur y un único individuo de la etnia Han de Pekín.
El flujo de genes denisovanos a los tibetanos pudo facilitarles su adaptación a ambientes duros de alta montaña. "El ADN del tipo denisovano que hemos encontrado en el genoma de los tibetanos implica que la adaptación a los ambientes locales podría facilitarse con el flujo de genes de otros homínidos que se han adaptado previamente a este tipo de entornos. Este hallazgo único puede ayudarnos a reexaminar casos similares de evolución rápida en el futuro”, declara Xin Jin, investigador del BGI y caoutor del trabajo.
Anteriormente los científicos habían encontrado evidencias de mezcla desinovana en todo el sudeste de Asia así como en Melanesia.
Teniendo en cuenta esta conclusión y sus hallazgos, los investigadores sugieren que los antepasados de los tibetanos pudieron haberse cruzado con los denisovanos, lo que podría explicar la presencia de su tipo genético fuera de Melanesia.
"La relación genética o consanguinidad entre los humanos modernos y los homínidos arcaicos es un tema candente de la paleoantropología actual. El hallazgo de haplotipo EPAS1 denisovano seleccionado en los tibetanos no solo demuestra la posibilidad de un flujo de gen antiguo en los antepasados de la población tibetana, sino que también señala la importancia de este tipo de eventos en la adaptación local de los humanos modernos”, asegura Asan Ciren, también investigador del BGI.