El premio Nobel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez, ha fallecido este jueves a los 87 años de edad en México DF, donde vivía desde hace años, después de pasar las últimas semanas aquejado por una neumonía.
Conocido como Gabo, García Márquez se caracterizó por su particular forma de mirar al mundo, un realismo mágico que acabó convirtiéndose en corriente literaria y que le permitió adentrarse en la realidad latinoamericana hasta desmenuzarla por completo.
"Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta de que no servía para nada. Ahora, no sé si desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva ¿Verdad? en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos", confesó García Márquez en una conversación que mantuvo con el también Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en 1967, con quien mantuvo una intensa amistad.
Máximo exponente del realismo mágico
Creció junto a sus abuelos maternos en la población colombiana de Aracataca donde la fantasía formaba parte de la realidad. Un lugar en el que se acostumbraba a dialogar con los muertos y donde la superstición se acababa convirtiendo en un dogma incuestionable. Era la infancia de un García Márquez que escuchaba atónito las historias bélicas que le contaba su abuelo, Nicolás Márquez que fue coronel en la Guerra Civil de los Mil Días.
Se fraguaba en él una particular forma de entender el mundo que plasmaría en la literatura. Una mirada innovadora y diferente que le convertiría en el máximo exponente del realismo mágico, junto al guatematelco Miguel Ángel Asturias. Una corriente literaria que quedó retratada en Cien años de soledad y a la que luego se unieron otros autores como Juan Rulfo, Pablo Neruda o Jorge Luis Borges.
"Yo creo que particularmente en Cien años de soledad, soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real. Creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros. Asumir nuestra fantasía, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal", comentaba irónico García Márquez sobre su pertenencia a esta conocida corriente literaria.
Gabo, el periodista
El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera, Crónica de una muerte anunciada, Relato de un naufrago y El coronel no tiene quien le escriba son algunas de las obras más destacadas de este escritor que se adentró como pocos en la realidad y que también formó parte del denominado 'Boom latinoamericano', una corriente que supuso la expansión de la literatura latinoamericana por el mundo en los años 60 y 70 gracias al éxito que cosecharon escritores como García Márquez, Mario Vargas Llosa o Carlos Fuentes.
Su deseo de conocer las entrañas de la sociedad, generó en él un profundo interés por el periodismo. En los años 40 trabajó para el diario colombiano El Espectador como corresponsal en Suiza, Francia, Italia, Checoslovaquia, Polonia, Rusia y Ucrania, sin dejar de mirar por un momento al continente americano y en especial a aquel mar Caribe que le vio nacer y que tantas veces plasmó en su obra rodeado de historias fantásticas.
El carácter cercano y el compromiso político y social caracterizaron a este escritor, que ofreció una forma de narrar y de adentrarse en la realidad en la que la fantasía acababa convirtiéndose en verosímil. Una mirada mágica que le permitía acercar el ahora y con la que acababa descubriéndole al lector su propia identidad. Su amistad con el dictador cubano Fidel Castro causó una importante controversia en el mundo literario y político.