Hace tiempo que se sospechaba que los alimentos que consume la humanidad son cada vez más parecidos. Ahora, investigadores del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) lo confirman y documentan por primera vez con datos de las últimas cinco décadas, además de advertir sobre las graves consecuencias que esta homogeneización en las dietas trae para la agricultura, la nutrición y la seguridad alimentaria.
En las últimas décadas las dietas que consumen las personas en todo el mundo son más similares. De hecho han incrementado su parecido en una tasa media del 36%, según un estudio sobre el suministro global de alimentos entre 1961 y 2009 liderado por investigadores del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT, Colombia).
"Más gente está consumiendo más calorías, proteínas y grasas en base a una lista cada vez más corta de los cultivos mayoritarios, como el trigo, el maíz y la soja, junto con la carne y los productos lácteos", señala uno de los autores, Colin Khoury, científico del CIAT.
"Estos alimentos son fundamentales para la lucha contra el hambre en el mundo –reconoce–, pero confiar en una dieta mundial con diversidad limitada nos obliga a reforzar la calidad nutricional de esos cultivos principales, según va disminuyendo el consumo de otros cereales y verduras".
El nuevo estudio, publicado en la revista PNAS con datos de la FAO, documenta por primera vez la homogeneización de las dietas a escala global, y sugiere que la creciente dependencia de unos pocos cultivos puede favorecer que aumente la obesidad, las enfermedades del corazón y la diabetes a escala mundial.
Aunque en las dietas globales se incluyan alimentos tradicionales como el trigo, el arroz, el maíz y la patata, en los últimos años se han introducido otros ricos en calorías, como la soja, el aceite de girasol y aceite de palma.
"Los países que experimentan un mayor cambio en su alimentación también están viendo como aumentan las enfermedades asociadas a la sobreabundancia", dice Khoury, aunque también deja un margen a la esperanza "al ver las preferencias de países como los del norte de Europa, donde sus habitantes tienden a comprar más cereales y verduras y menos carne, aceite y azúcar".
En cualquier caso, muchos de los cereales que se consideraban importantes a escala regional hasta no hace mucho –como el sorgo, el mijo y el centeno– o raíces como la batata, la yuca, el ñame o la oca (tubérculo andino) están perdiendo el favor de muchos consumidores y su presencia en las mesas se ha reducido en las últimas décadas.
En algunas regiones de Asía y África donde solo se comían muy pocos alimentos –como el arroz– se da la paradoja de que, aunque a escala global haya aumentado la homogeneidad alimentaria, en esas zonas sus dietas se han enriquecido con los alimentos globales, pero a expensas de dejar de consumir productos locales.
Agricultura vulnerable frente al cambio climático
"Otro de los peligros de una cesta de la compra mundial más homogénea es que hace que la agricultura sea más vulnerable a amenazas como la sequía, las plagas de insectos y las enfermedades, que puedan empeorar en muchas partes del mundo como consecuencia del cambio climático", advierte Luigi Guarin, coautor y científico del Global Crop Diversity Trust (Alemania).
"Según aumente la población y la presión sobre nuestro sistema alimentario, también lo aumentará nuestra dependencia de los cultivos mundiales y de los sistemas de producción", señala el investigador. “Y el precio del fracaso de cualquiera de estos cultivos será muy alto".
Según el estudio, los cambios en la dieta detectados son impulsados por poderosas fuerzas económicas y sociales. El incremento de los ingresos en los países en desarrollo, por ejemplo, ha permitido a más consumidores incluir grandes cantidades de productos de origen animal, aceites y azúcares que antes no estaban a su alcance.
Por otra parte, la urbanización en estos países ha fomentado un mayor consumo de alimentos procesados y rápidos. Otros factores relacionados, como la liberalización del comercio, la mejora del transporte de mercancías, la presencia de grandes multinacionales de la alimentación y la estandarización de la seguridad alimentaria también han reforzado la tendencia a la homogeneización alimentaria.
Los investigadores proponen diversas acciones para mejorar la producción de alimentos, la nutrición y la seguridad alimentaria a escala global, como promover las variedades de los cultivos, mejorar su calidad nutricional y fomentar la información sobre los alimentos saludables entre los consumidores.