Título original: The Counselor
Año: 2013
Duración: 117min.
Director: Ridley Scott
Guión: Cormac McCarthy
Intérpretes: Michael Fassbender, Brad Pitt, Javier Bardem, Cameron Díaz, Penélope Cruz,Rosie Pérez, Bruno Ganz, Rubén Blades, etc.
Inauguro este rincón de crítica cinematográfica con la reseña de una película, El consejero, cuya presencia en la cartelera no se espera larga, ni, la poca que haya, intensa, teniendo en cuenta las decepciones que suma en las expresiones cariacontecidas de quienes abandonan la sala, a pesar del guiño televisivo del final de la película, cuando aparece el jefe de policía de Breaking Bad en el lado de los maleantes, recordando lo que parece haber sido el motor de la película: la gratísima impresión e indeleble recuerdo visual y argumentativo que en el director Ridley Scott y en el no menos afamado autor del guión, el novelista Cormac McCarthy, ha dejado la laureada serie norteamericana Breaking Bad, quizás de lo mejor de ese universo fílmico que le está ganando el pulso a la industria cinematográfica, porque series como Mad Men, Dos metros bajo tierra y Carnivale, entre otras, junto con la recién acabada Breaking Bad, no sólo maravillan al espectador desde el punto de vista cinematográfico, sino que han empequeñecido ciertas superproducciones que no pueden ocultar la vaciedad de sus planteamientos narrativos y visuales.
Ridley Scott, al menos, quiere ser fiel al modelo, si bien no le ayuda en modo alguno el hiperelíptico guión de McCarthy, lleno de una filosofía de barra de bar enunciada con una pomposidad, Arthur Mas’ style, para rechifla de los espectadores con cierto número de películas en la retina, y una puesta en escena que, en algunos casos, los peores, recuerda a Huevos de oro, de Bigas Luna y, en otros, a alguna escena de Nueve Semanas y Media.
Cuando el guión es poco menos que abstruso, los actores navegan perdidos, gestual y vocalmente, por un mar de escenas inconexas de las que no emerge de ninguna de las maneras un pathos consecuente, sino, siguiendo la nefasta estela de Almodóvar una sucesión de 'momentos' en los que los directores pueden decirles a sus actores y actrices que han estado 'divinos', 'insuperables', 'magnificent', 'splendorous', etc., pero que en modo alguno satisfacen las expectativas narrativas que aportan los espectadores.
Es cierto que la sofisticación de la violencia criminal continúa impresionando a los espectadores, en escenas más propias del 'gore' que de un cine de autor, pero utilizar ese recurso, en según qué películas, es una demostración no de realismo, sino de impotencia cinematográfica.
Al parecer de este castigado –en su sentido medieval– espectador, cualquier capítulo de Breaking Bad vale por toda esta película, y ni una sola de las escenas de este Counselor es capaz de captar ni una brizna de la magia fílmica de cada uno de esos episodios, aunque hay planos, sobre todos los del desierto, en que la realización se acerca al modelo original.
Visualmente solo quedará en la memoria del espectador una escena: la de la masturbación felina de Cameron Diaz sobre el parabrisas del coche descapotable de Javier Bardem, acaso el único actor que no naufraga del todo en esta película tópica, anodina y, eso sí, ultrapretenciosa. Ahora bien, cae fuera de lo racional y de la corrección estética cualquier intento de asociar, por lejanamente que sea, la 'gueparda' Díaz y La mujer pantera de Jacques Torneur, por supuesto, porque lo que en esta era categoría, en la Díaz es mera anécdota.