Un estudiante, Javier Lloret, ha convertido el Ars Electronica de Linz (Austria) en el cubo de Rubik más grande del mundo. Mediante un ingenioso sistema, Lloret puede cambiar el color de leds que ilumina la fachada acristalada a medida que intenta resolver el cubo que tiene en la mano.
A la dificultad que entraña el problema, que todas las caras del cubo sean del mismo color, hay que añadir en esta versión el hecho de que sólo son visibles dos caras en el edificio en vez de las tres que se ven convencionalmente. Además, el cubo que tiene el jugador entre las manos, que hace las veces de control remoto mediante Bluetooth, tiene todas sus caras en blanco. No obstante, si el usuario gira el cubo que tiene entre manos, aparecen las caras ocultas en la fachada del edificio.
Lloret es estudiante de Universität für Künstlerische und Industrielle Gestaltung Linz y el 'Puzzle Facade', nombre de esta obra, es su tesis de la Interface Culture master program. Anteriormente ya utilizó una fachada en la Plaza de las Letras, en Madrid, para construir un Tetris gigante en el cual el jugador se convierte literalmente en una pieza del juego.