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El consumo de energía en Cataluña se redujo alrededor de un 1,5% en 2023, lo que el Govern ve como un paso adelante hacia la neutralidad climática fijada por la Unión Europea. La directora del Institut Català d’Energia (ICAEN), Anna Camp, ha presentado los datos este jueves, señalando, asimismo, que el reto es consolidar una senda de reducción del consumo que lleve a recortar más de un 30% la demanda energética de aquí a 2050.

Desde 2019, los indicadores de eficiencia muestran una mejora clara: la energía necesaria para generar una unidad de PIB ha caído de forma notable. Esta evolución indica que la economía catalana está consiguiendo producir más bienes y servicios utilizando menos energía por persona y por euro generado.

Para el ICAEN, se trata de una señal de que las políticas de ahorro, eficiencia y cambio tecnológico empiezan a tener un impacto real.

Anna Camp, directora del ICAEN, en la presentación del balance energético anual @energiacat

Transición en marcha

En este contexto, la Generalitat tiene en cartera 700 proyectos de renovables: más de medio millar de proyectos fotovoltaicos, varias decenas de parques eólicos y un importante paquete de instalaciones de baterías para gestionar mejor la red. Según el Govern, este despliegue permitiría acercarse a los objetivos energéticos marcados para 2030 si se materializa a buen ritmo.

Camp ha recordado que el volumen de proyectos en tramitación permitiría cumplir las metas de generación renovable a medio plazo, pero ha advertido de que todavía falta mucho trabajo por hacer. La responsable del ICAEN ha insistido en la necesidad de acelerar procesos administrativos y de inversión para que la transición no se quede en el papel.

Dependencia y cambio de fuentes

Pese a estos avances, los combustibles derivados del petróleo siguen siendo la principal fuente en el consumo final de Cataluña, por delante del gas natural. La electricidad y las energías renovables ocupan aún posiciones secundarias, aunque con un peso creciente en el mix.

Comparado con 2019, el uso de renovables ha aumentado con fuerza, mientras que el consumo de gas, productos petrolíferos y electricidad ha retrocedido en el conjunto del periodo. El Govern interpreta esta tendencia como un primer indicio del giro estructural que exige la lucha contra el cambio climático.

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