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Europa pierde terreno en la carrera por la innovación. Cada estado miembro invierte por separado en I+D, lo que fragmenta los esfuerzos; mientras que el continente se concentra en tecnologías medias, como la automoción, en lugar de apostar por las más avanzadas (IA, defensa o software) donde dominan Estados Unidos y China. Esta dispersión limita el impacto, frena su economía y pone en jaque su soberanía tecnológica.

Para revertir la situación, la UE necesita reforzar su política industrial, es decir, intervenir estratégicamente en la economía para dirigir los recursos productivos hacia sectores clave y de interés general. Esto implica un impulso decidido a la alta tecnología, la transformación de la investigación en productos y servicios, una regulación que haga más fluido el mercado interior y administraciones públicas más especializadas.

Estos y otros puntos se desprenden del informe La nueva política industrial de la Unión Europea, elaborado por el grupo de opinión de economía política EuropeG, dirigido por el exconseller de Economía de Cataluña Antoni Castells.

Contexto

En los últimos años, la política industrial ha reaparecido como una herramienta clave de los países para intervenir en la economía, ante crisis financieras, sanitarias y energéticas, y para proteger la seguridad nacional y la autonomía tecnológica.

Iniciativas como CHIPS and Science Act o la política arancelaria estadounidense demuestran que los gobiernos orientan la producción y la innovación hacia ámbitos estratégicos como semiconductores, defensa e IA. Frente a estos retos, la Unión Europea mantiene una política estable, pero no es suficiente.

35% menos de esfuerzo

El estudio, que recoge las ideas de los informes Letta y Draghi, evidencia que la limitada innovación privada contribuye de forma significativa a la pérdida de competitividad europea.

Muestra aviones de combate F16 en Bélgica (archivo) Europa Press / Contacto / BENOIT DOPPAGNE

Según Eurostat y la OCDE (2023), la Unión Europea gasta cada año solo un 2,3% de su PIB en I+D, frente al 3,5% de EEUU, una brecha que se ha mantenido estable en los últimos 30 años. Esta diferencia, un 35% menos de esfuerzo innovador, refleja "el retraso en acumulación de capital tecnólogico".

Fragmentación y regulación

Entre las causas del rezago europeo, se encuentra la fragmentación del mercado, que obliga al sector privado a redoblar esfuerzos para adaptarse a las distintas regulaciones de cada miembro. Un ejemplo claro son las telecomunicaciones: la UE cuenta con 34 operadores de redes móviles, frente a los 3 de EEUU y 4 de China.

"Los precios en Europa han beneficiado a ciudadanos y empresas, pero con el tiempo, también han reducido la rentabilidad de la industria y, como consecuencia, los niveles de inversión en Europa, incluida la innovación de las empresas de la UE en nuevas tecnologías más allá de la conectividad básica", indica el documento.

Otro ejemplo se observa en la defensa. Europa emplea 12 tipos de tanques, Estados Unidos solo produce y utiliza uno. Esta notable descoordinación reduce las economías de escala y dificulta la estandarización e interoperabilidad en un ámbito tan intensivo en capital.

Tanques en una exposición en Madrid (archivo 2025) Alejandro Martínez Vélez / Europa Press

Financiación bancaria

Otro obstáculo del desarrollo comunitario es el "exceso de dependencia" de las empresas de la financiación bancaria, un sistema poco propenso al riesgo y centrado en apoyar a corporaciones grandes y consolidadas.

Además, el capital riesgo --clave para las startups-- sigue siendo escaso en Europa: apenas alcanza el 21% del volumen estadounidense y el 30% del asiático. Esta carencia aminora la creación y el crecimiento de estas empresas emergentes.

A ello se suma el escaso peso de los fondos de pensiones y de inversión, esenciales para escalar compañías, lo que refuerza la necesidad de iniciativas que movilicen más dinero hacia la innovación.

Actuaciones divididas

Una tercera razón supone la menor eficiencia de la actividad pública en I+D, causada por presupuestos limitados, dificultades de acceso y la débil integración de los países comunitarios, que no alinean sus recursos con las grandes prioridades de la UE.

Los fondos comunitarios --como Horizonte Europa-- se reparten por cuotas nacionales, lo que impide concentrar los medios en proyectos prioritarios comunes.

Este escenario, combinado con las trabas administrativas y la poca colaboración entre centros de investigación, ha dado lugar a la llamada "paradoja de la innovación en Europa": aunque se produzca mucha ciencia, nos quedamos atrás a la hora de patentarlas y convertirla en productos y servicios, según los expertos.

Sostenibilidad

En materia de sostenibilidad, los expertos de EuropeG recuerdan que, desde hace tres años, la UE ha asumido un papel más activo en la descarbonización y la transición digital, respaldado principalmente por los fondos Next Generation.

Aun así, los avances no han sido uniformes. En el sector de la movilidad eléctrica, por ejemplo, algunos miembros han avanzado más rápido que otros, mientras que Europa (en conjunto) compite con gigantes como Tesla y los principales fabricantes chinos, que ya acaparan más de la mitad de las importaciones de vehículos eléctricos.

En cuanto a la transición digital, la UE busca fortalecer la computación en la nube, la IA y la economía de datos, aunque persiste un retraso frente a EEUU y China en inversión, adopción empresarial e infraestructura tecnológica.

Según EuropeG, estos desafíos muestran que Europa necesita una producción local más fuerte, cadenas de valor más consolidadas e incentivos para estimular la demanda interna.

Diagnósticos de Letta y Draghi

Los dos informes que marcan la nueva agenda de la Comisión Europea coinciden en un punto: la regulación está frenando la integración del mercado interior. Pero difieren en las soluciones.

Para Letta, la prioridad es completar el mercado único de capital y conocimiento, así como eliminar las trabas regulatorias. Draghi, en cambio, apuesta por más intervención pública, con inversiones masivas en infraestructuras, defensa e innovación y revisando las normas de competencia y sostenibilidad.

La integración política, el gran reto

Al margen de estas propuestas, el think tank sostiene que avanzar en la integración política y fiscal es fundamental para consolidar la política industrial europea, que seguirá siendo protagonista.

Según su análisis, esta permitiría coordinar mejor las inversiones estratégicas, evitar las duplicaciones y potenciar la capacidad de acción comunitaria en grandes sectores, como el aeroespacial, la alta tecnología y la defensa. Además, una gobernanza europea más sólida facilitaría el despliegue coordinado de los fondos.

Una sesión del Parlamento Europeo (archivo) Alain Rolland / European Parliamen / DPA - Only

Más profesionalización

La eficacia de la política industrial también pasa por contar con administraciones más profesionalizadas, con mejores equipos técnicos y recursos adecuados, capaces de colaborar estrechamente con el sector privado.

Siguiendo la propuesta de Draghi, EuropeG respalda la creación de estructuras tipo ARPA/DARPA (la agencia estadounidense que financia proyectos de alto riesgo y tecnología) para impulsar iniciativas con gran potencial tecnológico.

En ese caso, la gestión del programa debería recaer en expertos en innovación y los trámites simplificarse para facilitar la participación de startups. Además, el diseño debe centrarse en resultados y, si se aplican estas reformas, el presupuesto podría duplicarse hasta 200.000 millones de euros en siete años.

Plan ambicioso

Europa debe ampliar su apuesta por la innovación, enfocándose en tecnologías digitales avanzadas como computación cuántica, IA, ciberseguridad y criptografía.

Al mismo tiempo, conviene consolidar ámbitos verdes, como paneles solares, baterías y vehículos eléctricos, asegurando que su liderazgo ecológico se traduzca en ventaja industrial y autonomía tecnológica, según recomienda el informe.

Más presencia

La UE encara también retos en salud, vacunas y farmacéutica, donde ha perdido cuota en medicinas biológicas, terapias avanzadas y medicamentos huérfanos, así como en robótica, maquinaria, aeroespacial y defensa.

De hecho, en apenas dos décadas, Europa ha visto desaparecer un 25 % de su peso en la industria farmacéutica, según la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (2022), mientras que China ha avanzado con fuerza en el sector.

En ese sentido, es crucial que los países miembros actúen de manera conjunta, asegurando los recursos necesarios y avanzando hacia una integración real. Para lograrlo, el informe recuerda eliminar "las excesivas barreras existentes y las regulatorias" que reducen la efectividad de las políticas comunes.