El presidente del BBVA, Carlos Torres, durante una presentación de resultados / EP

El presidente del BBVA, Carlos Torres, durante una presentación de resultados / EP

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La encrucijada de Carlos Torres: dejar la OPA y comprometer su futuro o seguir y abocar al BBVA a un elevado riesgo

El Gobierno deja herida de muerte la operación planteada por la entidad de origen vasco al imponer unas condiciones que hacen saltar por los aires las sinergias previstas

Más información: El Gobierno obliga al BBVA a mantener la autonomía del Banco Sabadell y le impide despedir en tres años

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La esperada decisión del Gobierno acerca de la OPA del BBVA sobre el Banco Sabadell ha derivado en una más que complicada situación para la entidad vasca. Y más para su presidente. Impulsor tanto del frustrado intento de fusión amistosa de finales de 2020 como del actual, de carácter hostil, Carlos Torres ha llegado a este punto en medio de una encrucijada de difícil salida.

Las condiciones anunciadas este martes por el Consejo de Ministros respecto a la operación de concentración en el sector financiero suponen un duro golpe para las intenciones del BBVA. Las restricciones, entre ellas el bloqueo de una fusión y de un ajuste de empleo y red de oficinas en los próximos tres o cinco años, echan abajo buena parte del diseño de una transacción enfocada al ahorro.

Así las cosas, y una vez analizada la situación, Torres deberá enfrentar una decisión trascendente para el futuro del banco pero, sobre todo, para el suyo como ejecutivo: seguir adelante con la OPA pese a los múltiples obstáculos y rechazos; o desistir tras más de un año de batalla, que ha centrado la atención del banco y ha podido distraerle de otros objetivos.

El carácter complejo de la decisión tiene que ver con el hecho de que cualquiera de las dos opciones se antoja negativa para Torres.

Onur Genç, consejero delegado de BBVA / EP

Onur Genç, consejero delegado de BBVA / EP

En el caso de que el banco con sede en Bilbao desistiera de la OPA, la situación comprometería su futuro como presidente. A lo largo del proceso, Torres ha desligado su continuidad al frente del BBVA del resultado de la operación siempre que ha sido preguntado al respecto.

Del mismo modo ha respondido su consejero delegado, Onur Genç. Ambos han sido reelegidos para un nuevo mandato como consejeros ejecutivos en la pasada junta general de accionistas, celebrada en la segunda quincena de marzo. 

Sin embargo, un segundo paso en falso para hacerse con el Sabadell le pondría las cosas difíciles a Torres, sobre todo con vistas a los socios de la entidad y el resto del consejo. La batalla ha sido larga y el BBVA ha tenido desde el primer momento a la mayoría de los elementos en contra. 

La decisión final del Gobierno ha demostrado que Torres ha fracasado en aquel propósito expresado desde los primeros días tras el anuncio de la OPA: tratar de convencer con el paso del tiempo de las bondades de la operación a un Ejecutivo que no se ha movido en todo este tiempo de su postura contraria a la operación.

Sinergias en peligro

La alternativa es proseguir con la OPA, pese a las duras restricciones impuestas por el Consejo de Ministros. Un camino que se antoja ahora mucho más tortuoso y, además, con numerosos riesgos de por medio.

Las medidas anunciadas por Moncloa dinamitan una parte importante de las sinergias contempladas por el BBVA en el diseño de la operación. Además de bloquear una fusión efectiva de los bancos, las condiciones hacen lo propio con cualquier ajuste de plantilla que esté relacionado con este proceso. 

En los últimos meses, el BBVA ha insistido en que un hipotético escenario sin fusión, que ahora ya es real para los próximos tres años, no alteraría en gran medida el volumen de sinergias, que se concentran en los procesos de digitalización. Sin embargo, tanto el ajuste de plantilla como el de redes de oficinas tienen un peso considerable en el capítulo de sinergias. Y, al contrario de lo que ocurría con la fusión, el banco no contaba con no poder llevarlos a cabo.

Incluso, la obligación de mantener las entidades separadas y garantizar la independencia en la gestión también podría poner en cuestión los ahorros previstos en materia de digitalización.

Imagen de archivo de la sede del BBVA en Madrid

Imagen de archivo de la sede del BBVA en Madrid Europa Press

Llevar hasta el final la OPA y que ésta finalizara con éxito, supondría para el BBVA controlar la mayoría del capital de otro banco en el que su influencia quedaría seriamente restringida. Y las limitaciones impedirían lograr gran parte de las sinergias, en una operación que está fundamentalmente enfocada al ahorro. Sin gran parte de éste, la OPA carece de sentido.

El recurso a la Justicia es una opción muy presente para el banco y a la que el propio Torres aludió en una de sus últimas intervenciones públicas, la entrevista concedida a Onda Cero. Pero este camino presenta el inconveniente de los tiempos.

Los tiempos de la Justicia

La resolución del Tribunal Supremo tardaría varios trimestres en llegar, con lo que las restricciones estarían vigentes durante los primeros meses tras la resolución de la OPA, básicos para afianzar la consecución de objetivos. 

Asignar una ingente cantidad de recursos a tener una participación mayoritaria de un banco competidor con un escaso margen de actuación no sería bien entendido para el mercado. Y supondría un riesgo inasumible para el BBVA.