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La reciente llegada de Marc Murtra a la presidencia de Telefónica y los numerosos cambios producidos en la estructura del capital justificarían por sí mismos que la compañía se planteara este 2025 como un año de transición. Sin embargo, no es el caso.

Al contrario, la operadora se prepara para una batalla, larvada desde hace tiempo en el sector, pero que ahora se vislumbra más cercana y posible: la consolidación en Europa.

Accionistas estables

Un escenario en el que Telefónica busca ser parte activa y, por lo tanto, dueña de su propio destino. Pero determinados factores no juegan a su favor. Entre otros, su tamaño en bolsa, que le hace vulnerable ante posibles movimientos hostiles.

A su favor, la presencia de un núcleo estable de accionistas, entre los que se incluye el mismísimo Estado. Ningún otro sería mejor garante de los intereses del país en una materia tan estratégica como la de las telecomunicaciones. 

Telefónica causó una cierta sorpresa en el mercado este jueves al anunciar, junto a sus resultados anuales, unas estimaciones para 2025 que no incluían objetivos numéricos concretos en cuanto al desempeño de su negocio. Crecer, tanto en ingresos como en resultado operativo. Sin mayor detalle. 

No sucedía lo mismo con el apartado de la generación de caja. En este punto, la meta es mantener el óptimo rendimiento mostrado en 2024, ejercicio en el que el flujo de caja se incrementó un 14%, cuatro puntos por encima del objetivo marcado en las guías trasladadas al mercado.

Vista de la sede de Telefónica, a 28 de noviembre de 2023 Eduardo Parra - Europa Press

Junto a esta meta más definida, también asoma la reducción del apalancamiento. Un capítulo en el que Telefónica ya se encuentra cerca de alcanzar el punto fijado en el aún vigente plan estratégico, cuando aún faltan dos años para que llegue la fecha marcada para su conclusión. 

Lo cierto es que su final llegará con notable antelación, antes de que finalice 2025. En su primera comparecencia ante los medios de comunicación como presidente de Telefónica, Murtra anunció una "reflexión estratégica". Una fórmula eufemística para referirse a que el vigente plan, aprobado hace poco más de un año, se ha visto arrollado por el arrasador curso de los acontecimientos. 

Crecimiento orgánico agotado

Los síntomas de agotamiento de la receta orgánica para crecer no eran casuales. José María Álvarez-Pallete, predecesor de Murtra, ya lo había señalado en diversas ocasiones con anterioridad: el sector está demasiado atomizado en Europa, en un contexto ampliamente globalizado en el que se compite contra todos, estén donde estén. 

Los recientes informes avalados por los exprimeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta no han venido sino a dar la razón al planteamiento del anterior presidente de la operadora. Europa precisa de grupos empresariales de mayor escala para competir con empresas que, mientras el Viejo Continente se pierde en su afán de hiper regulación, se han hecho más grandes que muchos Estados (entre ellos, el español).

En su planteamiento inicial, Telefónica admite desconocer el cuándo y el cómo. Pero tiene muy claro el qué. De ahí que la compañía se apresure a estar preparada para cuando llegue el momento. 

La fórmula, mayor capacidad para generar caja y, al tiempo, dar un par de vueltas de tuerca a la rebaja del apalancamiento. Si se trata de llevar a cabo operaciones corporativas, será necesario acudir a los mercados financieros y, además, hacerlo en las mejores condiciones posibles. 

Espíritu de continuidad

En esa estrategia también entra el saneamiento del balance, con el registro de deterioros por valor de más de 2.000 millones. A la hora de reducir deuda, la venta de activos es la fórmula más rápida y eficaz. Telefónica acaba de ejecutar su salida de Argentina y todo apunta a que no será la única. 

Murtra aludió a un espíritu de coherencia y continuidad a la hora de afrontar la revisión del plan. En realidad, los ejes de la caja y la deuda no deberán variar en exceso.

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