Hubo un tiempo en el que Barcelona y Cataluña eran las reinas de la industria textil en España. La deslocalización y la transformación de los negocios hizo que acabara por ser completamente distinta a lo que fue. Sobre todo, en términos de producción y distribución.
No obstante, hay veces en las que se vuelve a los orígenes. O, al menos, hay una vuelta, pero propiciada por otros factores. El problema de los residuos textiles, la emisión desmedida de gases de efecto invernadero por la propia producción (y transporte) de la ropa, o el empleo a nivel local son algunos de los ingredientes que confeccionan el plato del mercado de la segunda mano y del reciclaje de ropa. Y hay una empresa catalana dedicada a ello, que ha abierto las puertas a este medio para dar a conocer una trastienda mucho más grande de lo que se pueda imaginar.
Solidança y Roba Amiga
Si uno transita por las calles de Barcelona, habrá visto unos contenedores de color naranja. Metálicos y con compuerta, son para depositar la ropa que se deja de utilizar. Quizás alguien ajeno a este mundo se pregunte: ¿pero la ropa se recicla? La respuesta corta es que sí. Pero para entender todo con detalle, a continuación se va a deshilachar todo.
Solidança es una empresa de inserción sin ánimo de lucro (no confundir con una ONG, porque no lo son) fundada en 1997 en Sant Joan Despí, y está asociada con diferentes proyectos a nivel local y comarcal, basados en crear un impacto social, económico y ambiental positivo. En el tema de la ropa, la alianza con Roba Amiga les permite llevar a cabo una red de distribución, reutilización y reciclaje que evita mucha (demasiada) contaminación a muchos niveles.
Impacto ambiental y climático
La industria de la moda está cada vez más en el punto de mira por varias razones. La primera de ellas: el cambio climático. De acuerdo con los datos, ha emitido a la atmósfera 968 megatoneladas de CO2 en el año 2023. A ello se le suma el problema de los residuos propiamente dichos, los cuales son deshechos de ropa que se acumulan de forma desmedida.
Solidança actúa a nivel autonómico, aunque también tiene alianzas con varias entidades en Madrid. No obstante, si se pone el foco en Cataluña (una escala mucho más pequeña que la global), durante todo 2023 se han recogido 4.370 toneladas de ropa y se han evitado 36.104 toneladas de CO2, ya que estas piezas no se han tenido que volver a fabricar desde cero. Esto, en Barcelona.
Girona marca un nuevo hito, con 1.407 toneladas de ropa recogidas y 11.621 toneladas de CO2 evitadas. Madrid, por su parte, supera cifras de años anteriores gracias a las 1.917 toneladas recogidas y las 15.828 toneladas de CO2 que ya no se han emitido. Un total de 7.694 toneladas de ropa, junto con un total de 63.553 toneladas de CO2, han dejado de ser contaminación arrojada.
Barcelona y Cataluña
Barcelona es el centro de actividad más grande de la empresa. De acuerdo con Laia Texidó Casas, técnica de producción, al día se recoge una media de entre 7 y 8 toneladas. "Cuando tenemos el momento álgido es cuando hay cambio de armario, y estas aumentan alrededor de las 12 toneladas diarias". Ello, sólo en la demarcación de Barcelona.
Por su parte, Andrea Membrado, jefa del departamento de comunicación, explica que en Cataluña, entre todas las empresas de gestión de residuos, gestionan el 10%, aproximadamente, de toda la ropa que se procesa en la comunidad. Las cifras que se barajan en Solidança son una parte de ese 10%.
Cómo se recicla la ropa
Este proceso es ampliamente desconocido. El reciclaje de la ropa tiene varios focos. Principalmente, en Solidança, llevan a cabo el siguiente:
La ropa llega a los contenedores naranjas. Estos se vacían en furgonetas, las cuales llegan a la nave ubicada en Sant Just Desvern. Allí, la ropa se coloca en jaulas para su pesaje. Después, toca el turno de la clasificación, en la que hay varias categorías. No es lo mismo la ropa de niños que la ropa dirigida al público femenino o masculino.
De esta primera selección se pasa a la segunda etapa del cribaje, donde se observa con cuidado cada pieza para su posterior plegado, embalado y distribución. A partir de aquí se abren varios escenarios.
Residuo casi cero absoluto
Los destinos de la ropa son varios. Aquí es donde salen a relucir las diferentes caras que tiene el reciclaje y la reutilización. Un primer adelanto: incluso los residuos que podrían acabar incinerados tienen una segunda vida. No obstante, hay que conocer antes los escenarios.
La ropa que está en mejores condiciones se envía a las tiendas de Solidança Roba Amiga que están en Barcelona y Girona. Es decir: se pone a la venta. La ropa que no está en condiciones idóneas se lleva a reciclar. La ropa que se consideraría como deshecho tiene incluso un final distinto en la gran mayoría de los casos. De acuerdo con Andrea Membrado, "tenemos contactos en diferentes instituciones que usan estas piezas de ropa para diseños y testeos. Desde estudiantes de moda a facultades de ingeniería".
Inevitablemente, comentan, "siempre hay una parte, pero muy pequeña, que termina incinerada". No obstante, es tan ínfina, que "como mucho, podría llegar a ser el 1% o el 2% de toda la ropa que llega".
Dónde se recicla la ropa
"La industria del reciclaje textil en Cataluña es muy pequeña. Por eso, la ropa se recicla en su gran mayoría en países del continente asiático, a través de clientes que llevan más de 20 años colaborando con nosotros", explican Texidó y Membrado.
No obstante, en lo que refiere a la comunidad autónoma, uno de los grandes proyectos es Circular Wool, mediante el cual se deshilachan las prendas de lana para confeccionar hilo totalmente funcional. "El plan de futuro es que la industria vuelva a despegar a nivel local, para minimizar todavía más el impacto de la ropa", añaden. No obstante, en este caso cuentan con el apoyo de una empresa externa, pero ubicada dentro del territorio catalán.
Hay un tercer actor en la escena: los talleres propios de confección e innovación de Solidança. En la propia nave se utilizan recortes de piezas más difíciles de reciclar "debido a la alta mezcla de fibras", como pueden ser los tejanos. Ahí se aprovechan parches para crear prendas de ropa, así como también para probar diferentes texturas que acaban en prendas y accesorios, que después salen a la venta bajo la nueva marca Circular, y cuya primera tienda está abierta en la calle Tallers de Barcelona.
El impacto más allá del medio ambiente
Toda empresa que se precie tiene un propósito, y Solidança no es una excepción. Aunque no tienen fines de lucro (pero hay que recordar que no son una ONG), esta tiene una misión: crear puestos de trabajo a nivel local, así como también promover la insercción laboral. Por supuesto, el cambio climático y el medio ambiente son piedras angulares. Pero más allá de estos dos terrenos, ¿cómo se traduce la labor en el marco ecnómico y social?
1.115 personas han podido ser atendidas en 2023 a través de las diferentes áreas que Solidança tiene en marcha. Se han creado 158 puestos de trabajo, gracias a los cuales se han contratado 232 personas en riesgo de exclusión social. En cuanto al porcentaje de reinsercción, el 40% ha podido tener un camino exitoso en el mundo laboral. Esto se sabe gracias a que, después de haber terminado la etapa en la empresa, esta lleva a cabo un seguimiento de la persona durante seis meses, y también se le ofrecen cursos de formación y de reciclaje de conocimientos.
Colaboración con entidades catalanas
Solidança es una alianza de empresas a nivel comarcal y local. De todas las que participan, la Fundació "La Caixa" tiene un peso destacable, gracias al programa Incorpora.
Durante el 2023, esta ha atendido a parte de la plantilla: han formado a 33 personas, de las cuales 11 han conseguido una reinserción laboral exitosa.
La nueva textil catalana
La industria textil ha cambiado por completo. Ahora, una vuelta a los orígenes (necesaria) la vuelve a cambiar. De lo que un día eran "donaciones altruistas" a lo que en la actualidad es una gestión de residuos que tiene impacto positivo en el medio ambiente, la economía catalana, la vulnerabilidad social y el paulatino despertar de una de las industrias que un día situó a Cataluña en el mapa.
A través del reciclaje de ropa, que empieza en un contenedor naranja, se abren las puertas a todo un ecosistema. Una rueda que genera empleo, minimiza la contaminación y, la mejor noticia: esto sólo ha hecho que empezar. Queda un largo camino por delante para frenar el cambio climático y la contaminación textil. Pero Roma no se construyó en un día, y desde Sant Just Desvern ya tienen claras las próximas piedras que van a poner.