Glovo, Cabify, Jobandtalent e Idealista. Cuatro startups españolas que superaron la valoración contable de los 1.000 millones de dólares. Y cuatro startups que la periodista especializada en economía Paula Solanas disecciona en El club de los unicornios (Península) para reflexionar sobre las luces y las sombras de las apps que todos usamos en el móvil.
--Pregunta: ¿Qué se necesita para llegar a unicornio?
--Respuesta: Lo que intenta contar el libro es que convertirte en un unicornio es una expectativa porque hablamos de empresas que aún no han salido a bolsa y no sabemos cuánto valen. Se llega a unicornio cuando después de entrar en ampliaciones de capital los inversores confían que tu modelo de negocio vale 1.000 millones de dólares. Pero no hay una receta exacta.
--¿Pero tienen algo en común Glovo, Cabify, Jobandtalent e Idealista?
--Tienen en común la ambición de querer crear algo muy grande y venir a romper con las reglas. Cada una tiene sus particularidades, pero todas ellas han tenido desencuentros con la opinión pública y con las Administraciones.
--El libro empieza con un episodio muy duro: Glovo castigando a un rider con la suspensión de su cuenta tras morir atropellado. ¿La política laboral de estas empresas es más precaria que en otros sectores?
--Es aún más precario. Se aprovecha de unos trabajadores que, aunque por su trabajo deberían ser asalariados, mantienen una relación de autónomo con la compañía. Pero que muchas de estas plataformas terminen generando precariedad se debe a que tal vez la tecnología lo hace más fácil. Ha abierto las puertas a que este modelo de economía de demanda, de poder solicitar trabajadores como si esto fuese un gran mercado de mano de obra, termine generando episodios de precariedad como los que se cuentan en el libro.
--¿Por qué cuesta tanto sindicalizar estas plataformas?
--Es un trabajo superatomizado. Al principio, los primeros repartidores de Glovo, que muchos eran estudiantes universitarios, cogían su pedido, lo llevaban... pero al pasar mucho tiempo en la calle, con muchos ratos de espera, se iban encontrando y empezaron a surgir conversaciones en que se dieron cuentan que tenían muchas quejas en común. Fue un paso muy importante la creación de la plataforma Riders X Derechos y ellos fueron realmente los que arrastraron este movimiento. Los sindicatos se sumaron después y ha sido mucho más tarde cuando hemos visto que en Glovo existe un comité de empresa para los trabajadores de los supermercados, que son los que sí están contratados. Es un proceso que ha llegado muy tarde, pero porque estos trabajadores no tenían una oficina donde pudieran encontrarse.
--¿Este libro es fruto de un remordimiento? ¿Los periodistas también engordamos el mito pop del emprendedor del que hablas en el libro?
--Primero de todo, este no es un libro que vaya contra la tecnología ni soy una ludita que crea que debamos dejar el móvil en casa. Las startups son empresas que te deslumbran con el mensaje, hay una parte importante de cómo se construye el relato del éxito. Un pitch con un inversor no dista mucho de lo que intentas contarle a un periodista. Soy consciente de que esta fiscalización que estamos acostumbrados a hacer en otros sectores tradicionales tal vez en algún momento no fuimos tan incisivos en estos negocios. Cuando Glovo llegó a Barcelona seguramente tampoco fuimos conscientes de lo que implicaba su modelo laboral.
--¿Oscar Pierre no rompe la imagen del típico emprendedor algo nerd con una mano delante y otra detrás?
--Cuando viene un emprendedor y te cuenta su proyecto, también importa su procedencia y contexto económico y social. Aunque no haya tenido un cheque en blanco de un familiar para crear su empresa. Cuando se cuenta el entorno de Oscar Pierre, más que decir que le hayan puesto su empresa en bandeja, se ve que viene de un contexto en que eso se ha naturalizado. Su padre ha sido empresario, su abuelo, sus tíos, sus primos... eso te da una cierta confianza en ti mismo. Eso no quita que sean personas capacitadas para gestionar sus empresas y tirarlas adelante. Aunque no todos los emprendedores del libro vienen de una posición superacomodada, el caso de Oscar Pierre sí es el más claro.
--¿Glovo se ha inventado un nuevo negocio o una nueva forma de hablar de los envíos?
--Mi reflexión personal es que el reparto a domicilio es un negocio que se ha optimizado, que se ha revestido de algoritmos para que la entrega sea lo más eficiente posible. Y obviamente para que el coste laboral quede muy reducido. Pero no es una invención en sí, repartir comida a domicilio o enviar mercancías es algo que siempre ha existido. Lo que es diferente es el márketing, el envoltorio y los sistemas de inteligencia artificial que están empleando. Pero si lo miras fríamente importaron un modelo que ya existía en EEUU.
--Dos años después de su entrada en vigor, Glovo aún no cumple la ley rider. ¿Qué está pasando?
--Con la ley rider nadie quedó del todo satisfecho. Los propios riders lo vieron como una oportunidad perdida al no regular el trabajo en plataformas como un todo, porque la misma situación de un rider de Glovo la puede tener una limpiadora o una trabajadora que se dedica a cuidar personas mayores. Y las plataformas lo consideraron un ataque contra su modelo de negocio y algunas de ellas, aunque no solo por la ley rider, decidieron salir de España. Hasta ahora ha sido una lucha de Inspección de Trabajo a base de sanciones, aunque aún no se ha sancionado el nuevo modelo de Glovo posterior a la ley rider. De momento son todas las herramientas que puede usar el Gobierno. Más adelante puede haber responsabilidades penales. Ahora vienen unas elecciones y tal vez un cambio de ciclo político. Tampoco sabemos cuál será la relación del próximo gobierno con la economía de plataformas.
--¿Qué futuro le ves a Glovo?
--Después de la compra de Delivery Hero, Glovo tiene una espada encima: esto tiene que empezar a ser rentable y empezar a dar resultados para reducir estas pérdidas que han sido una constante de la empresa en toda su historia. Obviamente se han visto consecuencias inmediatas como fue la reestructuración de la plantilla. Es obvio que el sector del reparto a domicilio se ha tenido que ir concentrando porque no había espacio para tantísimas aplicaciones.
--Cambiando de unicornio, hablemos de Cabify. ¿No pueden vivir en paz los VTC con los taxis?
--Es difícil que vivan en paz. A mí no me gustaba cuando a veces los medios hablábamos de guerra, pero es verdad que ha sido un enfrentamiento constante de cada uno por salvar su modelo. Al igual que con Glovo, las soluciones legislativas que se han dado hasta ahora han echado la pelota hacia adelante. El decreto Ábalos no dejó de ser un decidan las comunidades autónomas. Sigue sin ser suficiente porque no tienes ninguna ley que diga exactamente lo que pueden hacer unas plataformas que hacen lo mismo que el taxi usando unas autorizaciones que nunca fueron pensadas para este servicio.
--Al igual que Glovo, Cabify saca provecho de esta plusvalía simbólica: los coches son de lujo, el trato reverencial al cliente...
--Hay una glamurificación de según qué tipo de negocios. En el tema del taxi, el discurso que ha llegado es que es algo caduco, sucio, que los conductores son mal hablados... que seguro que muchos de estos prejuicios pueden estar basados en experiencias que alguien haya tenido. Pero como si el negocio de los VTC fuera algo totalmente opuesto. Pero si lo miras llanamente es un coche llevándote de un sitio a otro. El equipo de Cabify habla siempre de sostenibilidad, pero no deja de ser curioso que lo diga una empresa que quiere poner coches en las calles.
--Recuerdas que Cabify ha entrado en números negros solo en un ejercicio. ¿Es consustancial que los unicornios pierdan dinero?
--No es algo exclusivo de España. En EEUU, Uber, Snapchat y Airbnb han estado muchos años perdiendo dinero porque hay unos inversores detrás que confían que en algún momento van a conseguir tener beneficios. Me parece que hay esta expectativa, promesa, que puedas cumplir ser el poster boy que prometías o quedarte por el camino o te compre un consumidor. No deja de ser una apuesta.
--¿Jobandtalent en qué se distingue de otros portales de empleo temporal?
--Han digitalizado totalmente el proceso. Al principio nacieron como un Facebook del trabajo, como un portal al uso. Pero el cambio, que vino por la presión de los inversores, llegó cuando se convirtieron en una ETT digital que controlaba todas las partes de la contratación. Además se convirtieron en una fábrica de trabajadores para las plataformas de la economía de demanda.
--Llegados a este punto: ¿echamos al traste la industria tecnológica o la reformamos?
--Muchas de las alternativas que aparecen al final del libro demuestran que se pueda usar la tecnología poniendo unos valores al frente que rijan cómo se diseña. Con lo que se nos viene encima con la inteligencia artificial vemos que la tecnología te define. En EEUU salió el movimiento de las empresas cebra que reivindica el hecho de que tal vez no todos tengamos que ser un unicornio. La ambición no debe ser el único factor motivador para crear una empresa, pero no creo que tengamos que olvidarnos de la tecnología.