Santander concluyó el primer trimestre con un resultado neto de 2.571 millones de euros, un 1% por encima del registrado en el mismo periodo de 2022 pese a haber contabilizado en su totalidad el nuevo impuesto a la banca, cuyo impacto ha sido en su caso de 224 millones. El rendimiento de la entidad en el inicio del ejercicio ha llevado al consejo a elevar al 50% el porcentaje de resultados que Santander destinará a retribuir al accionista.
Sin el efecto del nuevo tributo, el banco que preside Ana Botín hubiera mejorado un 10% el beneficio neto, gracias a la intensa actividad comercial, que se ha substanciado en un incremento del crédito (+3%) y de los depósitos (+6%), así como de los ingresos, que lo han hecho a doble dígito, hasta el 13%, con nueve millones más de clientes en los últimos doce meses.
Objetivos ratificados
Además de mejorar el dividendo, los resultados entre enero y marzo también permiten a la entidad financiera ratificar sus objetivos para este año, que a cierre de marzo ya supera de forma moderada.
El incremento del margen de intereses (+14%) y la mejora de la eficiencia pese al aumento del 11% de los costes derivado de la inflación ha situado la ratio de eficiencia levemente por encima del 44%, la meta fijada para el ejercicio en curso.
Mora y capital estables
Mientras, Santander cerró el trimestre con una rentabilidad sobre recursos tangibles (ROTE) del 14,4%, un punto por encima de la registrada en 2022, aunque se iría hasta el 15,3% una vez anualizado el pago del citado impuesto, con lo que el banco también mejoraría levemente su objetivo para 2023.
Los indicadores de solvencia y morosidad se mantienen estables. La ratio de capital CET1 fully loaded es del 12,2%, tras compensar la generación de capital en este periodo con el consumo que supone la mejora del dividendo y el impacto del segundo programa de recompra de títulos. La mora se redujo moderadamente hasta el 3,05%, tres puntos básicos por debajo de diciembre y 21 puntos básicos menos que hace doce meses.