Ferrovial podrá sacar adelante sin dificultades el traslado de su sede social a Países Bajos, una vez que haya salvado el último trámite, consistente en atender la compensación a aquellos accionistas que decidan ejercer el derecho de separación de la compañía. La mudanza estaba condicionada a que el coste de este trámite no superara los 500 millones de euros, algo que será muy complicado que suceda, a tenor del detalle de las votaciones en la junta celebrada la pasada semana.
En concreto, el punto referido a la fusión de la sociedad matriz con la filial que aglutina la mayor parte de los activos internacionales de la compañía, radicada ya en Amsterdam desde hace algo más de tres años, que articula la mudanza de la sede social, contó con la oposición de algo más de 32,5 millones de acciones, aproximadamente un 6,7% del quórum de asistencia (por lo demás, notablemente elevado, por encima del 77% del capital).
Una cifra que sería más que suficiente para poner en peligro el traslado, toda vez que bastaría que un 60% solicitara la citada compensación, consistente en el pago en metálico por parte de Ferrovial de 26 euros por cada título, para llegar al límite de los 500 millones.
Sin embargo, cabe tener en cuenta que la práctica totalidad de esos votos en contra se corresponden con la participación en bloque de uno de los accionistas significativos del gigante de las infraestructuras, que no ejercerá el derecho de separación.
La disidencia de Leopoldo del Pino
Se trata de Leopoldo del Pino, miembro de la familia fundadora de Ferrovial, hermano del presidente y de una de las consejeras, Rafael y María, que también figuran como de los principales propietarios.
Según los registros de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), la participación de Leopoldo del Pino se sitúa en el entorno del 4%, algo más de 30,5 millones de acciones.
Puntos con mayor rechazo
Así, aunque el resto de aquellos títulos que votaron en contra de la fusión optaran por ejercer del derecho de separación, apenas alcanzarían un 8,5% de lo necesario para que la solicitud de esta compensación echara abajo el plan de Ferrovial.
De hecho, el citado punto ni siquiera figuró entre los que más votos en contra recibió en la asamblea, en la que, por otra parte, todos los acuerdos propuestos fueron aprobados por amplia mayoría. Paradójicamente, el punto referido a las remuneraciones de la que pasará a a ejercer como sociedad matriz, Ferrovial International SE, cosechó mayor rechazo (10,1% de los votos, frente al 5,8% de la fusión).
Dudas
También los relacionados con la composición del consejo, todos ellos sobre reelecciones, fueron rechazados por un mayor porcentaje, especialmente el de Gonzalo Urquijo, a cuya permanencia en el consejo se opuso algo más del 25% de la asamblea.
Cuando Ferrovial condicionó seguir adelante con el cambio de sede social a que la compensación a los accionistas que quisieran separarse de la compañía no sobrepasara los 500 millones de euros, surgieron algunas dudas en el mercado, toda vez que dejaba una de las medidas más trascendentes de la historia de la compañía en manos de apenas un 2,56% del capital.
Objetivo complicado
No obstante, aunque la cifra pueda parecer en principio pequeña, resulta más complicado de lo que parece reunir entre los minoritarios un volumen así, al menos en el caso de una de las 15 mayores empresas del Ibex 35. Sin la intervención de al menos un inversor institucional con cierto peso, el objetivo de tumbar el traslado se antoja una misión casi imposible.
Hasta mediados de mayo, los accionistas tienen abierto el plazo para ejercer el derecho de separación; cabe tener en cuenta que a él puede acceder cualquier socio, incluso aunque no estuviera presente ni representado en la junta.
Discrepancias prolongadas
Un extremo que, no obstante, la compañía considera muy improbable, dado que los títulos que no ejercen su derecho de voto en las asambleas suelen corresponder a accionistas por completo desconectados del día a día de la empresa, hasta el punto de ignorar incluso que cuentan con esta posibilidad.
En Ferrovial también contaban con el voto en contra de Leopoldo del Pino, que ya en las últimas juntas se ha opuesto a las principales propuestas del orden del día, dado su carácter crítico con la gestión del grupo liderada por su hermano Rafael. Hace siete años, vendió cerca de la mitad de la participación que mantenía en la empresa y abandonó el consejo de administración, una decisión fruto de eses discrepancias.