La polémica en torno al traslado de la sede social de Ferrovial fuera de España adquiere temperatura política a ritmo acelerado tras los numerosos ataques verbales a la compañía y su presidente, Rafael del Pino, de varios miembros del Gobierno, incluido el propio jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez. Pero no es ni mucho menos la primera vez que una decisión de la compañía provoca un desaire en el Palacio de la Moncloa, aun cuando sus inquilinos eran de centro-derecha.
Uno de los episodios que dejaron un notable mal sabor de boca en el Gobierno liderado por Mariano Rajoy fue el relacionado con el proceso de salida a bolsa de Aena, que culminaba la privatización parcial del gestor de la red de aeropuertos públicos.
El equipo económico del Ejecutivo buscaba inversores institucionales estables para confeccionar un núcleo duro de accionistas privados y, dado el interés de numerosos fondos internacionales, Moncloa tanteó el mercado para encontrar potenciales socios españoles que hicieran de contrapeso.
Finalmente, encontró el interés de Ferrovial, con un potente negocio aeroportuario en su cartera (había adquirido la Aena británica casi 10 años antes), y de la familia March, a través de su sociedad de cartera cotizada Corporación Financiera Alba.
Retraso y retirada
Tras firmar sendos compromisos de suscripción de participaciones relevantes en la OPV, discrepancias internas en el seno del Gobierno por la que sería la gran privatización desde los 90 llevaron a retrasar unos meses la operación. A pesar de que el aplazamiento no llegó al medio año, la circunstancia no cayó bien entre los inversores españoles que, con el pretexto de que la actualización de las cuentas de Aena descabalgaba los cálculos de las ofertas decidieron retirarlas.
Tan sólo el fondo TCI, paradójicamente uno de los mayores accionistas internacionales de Ferrovial en la actualidad, mantuvo su propuesta y, de hecho, ha sido durante varios años el segundo accionista de Aena tras el Estado, con una participación que superaba el 10%, entre acciones e instrumentos derivados.
Críticas sin publicidad
La bajada en marcha de Ferrovial y de los March sentó mal en el Consejo de Ministros y muy especialmente en el entorno de Álvaro Nadal, secretario de Estado con amplias responsabilidades y parcelas de poder en el área económica del Ejecutivo.
A diferencia de lo que ha sucedido en las últimas horas, las críticas no se hicieron públicas, pero llegaron a sus destinatarios en tiempo y forma, incluida alguna velada amenaza.
Freno a Atlantia
Años más tarde, en las postrimerías del segundo Gobierno de Rajoy, el propio Nadal tocó la puerta de Ferrovial en plena búsqueda de un caballero blanco que impidiera que la concesionaria Abertis terminara en manos de la italiana Atlantia, que había lanzado una opa. La respuesta fue un soberano portazo.
Al margen de Ferrovial, la relación entre la familia Del Pino y los gobiernos del PP ya comenzó marcada con un pleito con Hacienda a cuenta de los impuestos por dividendos que los accionistas del grupo de infraestructuras habían percibido años atrás a través de sociedades radicadas precisamente en Países Bajos.
Una cuestión resuelta de forma pactada con el departamento entonces liderado por Cristóbal Montoro, pero que pasó una factura en torno a los 200 millones de euros que no cayó en el olvido.
La complicada relación de los Del Pino con la política tiene la peculiar paradoja de que el presidente de Ferrovial y sus cuatro hermanos son sobrinos de todo un expresidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo.
Presentador de Feijóo
La última comparecencia pública de Rafael del Pino antes del estallido de la polémica fue, precisamente, junto a un político, el presidente del PP y candidato a la jefatura del Ejecutivo, Alberto Núñez-Feijóo. El empresario hizo los honores de presentar la conferencia del expresidente de la Xunta de Galicia en un foro organizado por el diario Abc y patrocinado por la compañía.
Aquella breve disertación de Del Pino para dar paso al protagonista del acto concluyó con las siguientes palabras: “Ferrovial quiere seguir contribuyendo a una España más próspera, con lo que todos los partidos políticos encontrarán siempre en Ferrovial un aliado”.