Ni Aena, ni los políticos... ni tampoco las aerolíneas. Las compañías aéreas representadas en la patronal ALA no ven con buenos ojos la propuesta de construir una pista marítima en el aeropuerto de El Prat, la última vuelta de tuerca con la que se ha agitado el debate sobre la ampliación de la infraestructura.
En declaraciones a Crónica Global, el presidente de la organización, Javier Gándara, ha considerado que la alternativa presentada esta semana supondría un encarecimiento relevante respecto al proyecto original de Aena y, además, provocaría retrasos operativos en las instalaciones, como ya han advertido los expertos aeroportuarios consultados por este medio.
Defensa del plan original
"Ahora mismo, encima de la mesa hay una propuesta que es ampliar 500 metros la pista existente hacia La Ricarda. Una propuesta que originalmente no es de Aena, sino de Eurocontrol, el gestor de la navegación aérea en Europa, que incluyó la medida en un informe con 30 recomendaciones publicado en 2019", rememora Gándara. Esta fue la opción que Aena consideró "más razonable" para ampliar la capacidad operativa del aeropuerto catalán.
"La ampliación en La Ricarda tiene una inversión prevista de 1.700 millones de euros, de los cuales 300 se destinan a la pista en sí, mientras que el resto son para la T1 satélite y el túnel que iría por debajo de las pistas y conectaría la T1 con la T1 satélite". Sin embargo, los promotores de la plataforma marina, agavillados en torno a la figura de Joaquim Coello, elevan el presupuesto hasta los 2.200 millones de euros sin precisar, además, si esto incluiría todos los gastos necesarios.
"Siete veces más cara"
"Por lo que hemos visto, se estaba comparando esta propuesta de pista en el mar, de 2.200 millones, con los 1.700 millones totales de la extensión de la tercera pista. Pero no se están comparando peras con peras. Para ampliar la capacidad los terminales se tienen que emplear de todos modos. Por tanto, la alternativa en el mar sería siete veces más cara", advierte el presidente de ALA.
Ante esta situación, Gándara recuerda que "a diferencia de otros modos de transporte, las inversiones reguladas aeroportuarias" las pagan "íntegramente las compañías aéreas a través de las tasas". "Por eso miramos muy bien que cualquier inversión sea imprescindible y lo más eficiente posible. Si podemos invertir 300 millones de euros para cumplir este objetivo, mejor que gastar 2.200", concluye.
Más problemas
Hay más. "La pista marina tiene problemas adicionales: todos los aviones que vayan a despegar desde esa pista van a tener que hacer un taxi de 1,5 kilómetros. Para ir de la T2 hasta la pista más lejana, que da al mar, ya hay que hacer un carreteo largo de 20 minutos que supone no solo tiempo, sino también emisiones de combustible. Hasta ahora, la opción más razonable sigue siendo la de Aena", remacha el portavoz.
Por último, Gándara también corrige la posibilidad, sugerida por los impulsores de este plan b, de trasladar parte del tráfico low cost de Barcelona hasta Reus y Girona, como también planteó el consejero de Territorio, Juli Fernández. "No es viable por dos motivos. No se puede obligar a una compañía aérea a quitar aviones de un aeropuerto para llevarlos a otro", asevera para empezar.
"Además, la evolución del modelo de bajo coste ha llevado a que estas líneas operen en aeropuertos principales y no secundarios, al menos en Europa. Al final, lo que se ha demostrado es que el viajero tiende a preferir un aeropuerto más convenientemente localizado según su sitio de origen y destino. Son los propios consumidores quienes ya han votado con sus pies", resume.