El frenazo en la recuperación económica por los efectos de la guerra en Ucrania y la actuación acelerada de los bancos centrales para detener las alzas de precios auguran un complicado ejercicio para el sector financiero ante el que el Banco Central Europeo (BCE) no ha dudado en endurecer los requisitos de refuerzo de capital a las entidades que operan en la eurozona.
En concreto, la ratio sobre los activos ponderados por riesgo se eleva tres décimas, hasta el 1%, mientras que la media en términos de capital básico de la máxima calidad se ha revisado al alza en la misma cuantía, hasta el 10,7%, de acuerdo con lo comunicado por la autoridad monetaria.
Resiliencia en la pandemia
Un refuerzo de capital que resulta de las pruebas de estrés realizada recientemente a las entidades y que ha determinado la necesidad de este refuerzo ante un previsible escenario que combine factores como un nuevo incremento de costes y un aumento de las ratios de morosidad.
En líneas generales, el organismo ha valorado la capacidad de los bancos analizados para la generación de capital y la forma en la que han asumido la situación derivada del conflicto bélico y el incremento de los precios, eso sí, con la ayuda de las subidas de los tipos de interés, que han contribuido a elevar la rentabilidad, notablemente afectada por el largo periodo de tipos en negativo.
Sin embargo, el BCE no ha dudado en echar mano de la prudencia al poner sobre la mesa que los riesgos macroeconómicos seguirán presentes mientras dure la guerra; el emisor también ha resaltado que los efectos de la subida de los tipos de interés deberán ser especialmente vigilados, toda vez que no está previsto que las alzas del precio oficial del dinero sean tan intensas como en 2022.
"Políticas macroprudenciales"
"El aumento de los requisitos generales y las directrices de capital refleja principalmente el impacto de las políticas macroprudenciales establecidas por las autoridades nacionales competentes", ha explicado la institución.
Aunque el supervisor ha avalado la política de retribución a los accionistas, a través tanto de dividendos como de programas de recompra y posterior amortización de acciones, el endurecimiento de los requisitos de capital suponen más presión para las entidades, después de un año en el que han logrado notables resultados, derivados tanto de una mayor actividad comercial como del incremento del margen de intereses.
Mora bajo control
No obstante, las previsiones de un crecimiento débil y una inflación que, pese a moderarse, seguirá en cotas elevadas dibuja un panorama más complicado para los bancos, ante una más que previsible contracción de la actividad crediticia y un incremento de los costes.
A la hora de elevar los requisitos de capital, el BCE también es consciente del riesgo de incremento de las tasas de morosidad, que se han mantenido bajo control e incluso se han rebajado en los últimos trimestres pese a los devastadores efectos de la pandemia.
Críticas del sector
Sin embargo, a medida que las economías recuperan su pulso anterior a la irrupción del coronavirus y decaen las ayudas públicas para paliar los efectos de la crisis económica derivada de la sanitaria, el alza de los impagos vuelve a aparecer como una de las principales amenazas para el sistema financiero.
Las entidades han manifestado en los últimos tiempos sus discrepancias con el BCE por el endurecimiento de los requisitos de capital, muy especialmente a partir de que la autoridad monetaria vetara el reparto de dividendos durante la pandemia para preservar la solvencia de las entidades.
Competencia tecnológica
Tras levantarse el veto, las recomendaciones de prudencia no han cesado mientras que las obligaciones de reforzar el capital han ido en aumento.
Los bancos sostienen que pese a las turbulencias derivadas de la pandemia y el conflicto bélicos, sus niveles de solvencia están muy por encima de los mínimos exigidos y que las restricciones normativas resultan un lastre a la hora de competir con las alternativas que proceden del entorno tecnológico y que no están bajo la supervisión del BCE.