2022 ha vuelto a ser un año (casi) perdido para las renovables en Cataluña. Pese a que el autoconsumo ha marcado un récord histórico, los huertos solares y los parques eólicos apenas han ganado posiciones en el mix eléctrico de la comunidad, aún muy dependiente de la nuclear y los ciclos combinados.
Según el Registro de Autoconsumo de Cataluña (RAC), la autoproducción fotovoltaica rebasó a finales de octubre los 400 megavatios (MW). Si se tiene en cuenta que en enero esta capacidad era de 195 MW, se constata el importante salto adelante. Tanto que solo en 2022 se ha instalado en la región más autoconsumo que en los últimos 26 años, en parte gracias a los planes de estímulo tanto autonómicos como nacionales.
Eólica y solar al ralentí
En el otro lado de la balanza se hallan el resto de tecnologías verdes, cuyo desarrollo vuelve a retrasarse por culpa de la burocracia. Como han denunciado las patronales del sector, Unef y EolicCat, la ponencia de energías renovables autonómica somete los proyectos empresariales a una criba excesivamente dura que alarga los plazos hasta conseguir el aval administrativo o, directamente, impide que las instalaciones superen todos los requisitos.
Los datos no engañan: desde la aprobación del decreto 16/2019, han salido a información 123 proyectos solares en tierra, pero solo se han autorizado 34 mientras que el resto sigue en trámite. Algo más de suerte que en la eólica. Desde hace tres años, ni uno solo de los nueve proyectos con turbinas presentados ante la Generalitat ha sido autorizado.
La hidroeléctrica, de capa caída
Según Red Eléctrica de España (REE), la demanda eléctrica total en Cataluña ascendió a más de 36.000 gigavatios (GW) en 2022. De esta cantidad, la nuclear y los ciclos combinados suministraron 26.000 GW y, si se le suma la cogeneración, 29.000 GW --ello pese a que esta última tecnología ha funcionado a medio gas debido a su exclusión hasta septiembre de la excepción ibérica--. Es decir, más del 80% de la energía producida.
Por si fuera poco, en el balance eléctrico autonómico se observa una reducción de la cuota hidroeléctrica fruto de la sequía, que ha perdido un 15% de producción. Un conjunto de datos que arrojan una sombra de duda sombre los ambiciosos objetivos del Govern para 2030, fecha en la cual la mitad de la electricidad consumida por las empresas y ciudadanos catalanes debería ser de origen renovable. Por ahora, la meta queda lejos.