El chatarrero del hotel Fairmont Juan Carlos I de Barcelona, cerrado desde 2020, ultima otra medida para ganar tiempo en el calendario para reabrir el hotel. Pablo Usandizaga ha logrado pactar otra suspensión temporal de empleo (ERTE) con la plantilla de cara a preparar la reapertura en primavera o verano de 2023 tras superar el concurso de acreedores en el que está sumido. 

Según una resolución a la que ha accedido este medio, el letrado y la representación de la plantilla han acordado otra pausa en la relación laboral. Este pacto lo tendrá que validar ahora el juzgado mercantil que tutela la insolvencia de Barcelona Project's SA, la sociedad del Fairmont. Por lo pronto, la entente cuenta con el plácet de Cuatrecasas, que asesora el proceso, y de los administradores mercantiles, Marroquin Abogados

Prestaciones

La nueva suspensión temporal de empleo incluye tres prestaciones para los sufridos 312 trabajadores que aguardan desde 2020 a que el hotel supere la pandemia del coronavirus y reabra. Se prevén pagos de 200, 400 y 800 euros mensuales extra para los asalariados, que son expertos en gestionar un resort urbano de cinco estrellas gran lujo. 

Estas remuneraciones están pensadas para compensar a los profesionales que han agotado sus prestaciones tras casi tres años esperando a que el negocio vuelva a operar. 

Objetivo: mayo/junio de 2023

Ello debería ocurrir en primavera o verano de 2023, cuando los nuevos dueños del Fairmont, el vehículo inversor que ha comprado el alojamiento, Tyndaris, filial de Tyrus Capital, consiga reactivar el establecimiento como ha prometido. 

Por ahora, el negocio permanece cerrado y vallado, con algunos arreglos menores en el jardín que lo rodea. 

Permiso hotelero revocado

Si echa de nuevo a andar, Barcelona recuperará uno de sus hoteles más icónicos. El Fairmont permanece cerrado desde 2020, cuando sus anteriores dueños, la familia bin Nassir, se desentendieron del activo. Siguió una larga carrera para venderlo, con algunos pretendientes, pero finalmente Tyrus cazó el hotel porque era uno de los mayores tenedores de deuda. 

No obstante, el vehículo inversor tendrá que renegociar la concesión demenial de ocupación del suelo, que vence en 2039. El Ayuntamiento de Barcelona impidió su ampliación, lo que puso el negocio en riesgo. Sin solución de continuidad, el Fairmont entró en concurso, una insolvencia de la que ahora trata de salir.