Los inversores estadounidenses ganan terreno en Barcelona. Especialmente en el inmobiliario de lujo, mercado que desde hace unos meses registra un gran número de operaciones transatlánticas. El principal motivo es la depreciación del euro, que convierte las casas de la Ciudad Condal en un activo no solamente atractivo por su ubicación, sino extremadamente barato para quienes disponen de ahorros en dólares.
La mayor presencia de capital estadounidense en la ciudad ha compensado la retirada de otros compradores internacionales destacados como los británicos, atormentados por el Brexit y la depreciación de la libra, y los alemanes, temerosos por el impacto de la guerra y la crisis energética en su economía. El balance ha sido positivo: la venta de viviendas a extranjeros se ha disparado un 35% en Barcelona en el último año.
Lluvia de dólares
Markus Thoene, socio de Sotheby's International Realty en Barcelona y Costa Brava, señala que sus clientes estadounidenses han firmado un gran número de compraventas en los últimos meses, "la mayoría en Barcelona". "El tema de las divisas suele afectar bastante al cambio de la demanda y es bueno para todo el mundo que tenga ingresos en dólares", indica.
El ejecutivo añade que "los clientes de América Latina que ganan en dólares procedentes de la exportación también son buenos clientes, aunque acaban menos en Barcelona". "Los latinos prefieren Madrid", reconoce, una tendencia que atribuye a las mejores conexiones aéreas de la capital y a la creencia de que es más fácil adaptarse que en Cataluña por el idioma.
Entre el Eixample y el mar
Detalla que a muchos de ellos "les gusta la arquitectura de la ciudad", por lo que muchos se asientan en el Eixample. Otros prefieren localidades de la periferia como Sitges o Gavà por la proximidad a la costa y al aeropuerto y, si ya cuentan con una propiedad en la capital catalana, "en una segunda fase compran en la Costa Brava", donde también ha crecido la presencia estadounidense, pero menos que en Barcelona.
"En la Costa Brava, los clientes más significativos siguen siendo los franceses, sobre todo en Roses y en el centro", subraya Thoene, que añade que el nivel adquisitivo de este perfil ha subido, ya que "antes compraba en la Costa Azul y ahora compra en Costa Brava con un presupesto elevado" que puede alcanzar los cuatro millones de euros en localidades como Begur o Llafranc. El caso contrario es el de los británicos, que, tras años viviendo medio año en España, venden sus fincas por problemas de visados relacionados con el Brexit y se van a otra residencia para disfrutar de su jubilación.
Cae la demanda
"Hace tres años, desde la pandemia, el mercado americano aumentó", explica Joan Lluís Marigot, director de Engel Völkers Costa Brava. Una tendencia que se ha acentuado por la evolución de las divisas, ya que los activos europeos se han abaratado para las carteras estadounidenses.
A excepción de los estadounidenses, que han incrementado su actividad, y los franceses, que han mantenido su papel predominante en Costa Brava, se ha producido "una bajada generalizada de clientes" que Marigot atribuye a la incertidumbre económica, a la guerra y la crisis energética. También a la subida de tipos y el consecuente encarecimiento hipotecario, aunque cuanto más lujosos son los inmuebles, menos dependen los clientes de los bancos para realizar sus inversiones.