Si para los grandes patrimonios mundiales en general la convulsión generada por la invasión de Ucrania ha supuesto un gran impacto económico, los grandes oligarcas rusos sufren en estos momentos un terremoto cuyas dimensiones definitivas aun se desconocen pero que ha sido capaz de llevarse por delante en torno al 25% global de las principales fortunas del país.
Y todo apunta a que la debacle no ha hecho más que empezar, dado que la Bolsa de Moscú acumula una semana sin abrir sus puertas, precisamente para evitar males mayores. La mayoría de los patrimonios más altos del país, muy ligados al régimen que lidera Vladimir Putin, impulsor del ataque militar, se fundamentan en empresas cotizadas; hasta que se decretó el cierre provisional del mercado, los principales índices del parquet moscovita acumulaban desplomes en torno al 40% desde que comenzó el año.
Timchenko, el reincidente
Por encima de todas estas cifras, sin duda el más golpeado por esta situación es Gennady Timchenko, uno de los más próximos al presidente ruso. A él le debe buena parte de su fortuna al ser beneficiario en su día de una concesión de Moscú para la distribución de petróleo.
Propietario del holding Volga Group, que participa entre otros en el gigante energético Novatek, Timchenko ya fue sancionado en 2014 como consecuencia de la invasión de la península de Crimea, la primera ofensiva de Putin sobre Ucrania, y ahora ya se ha visto penalizado por algunas de las medidas de la comunidad internacional.
Un poder fáctico
En Rusia es considerado como un poder fáctico, cuya influencia se extiende más allá de lo empresarial. Actualmente ostenta también la presidencia de la Liga de hockey sobre hielo, el deporte rey del país, practicado y promocionado por el propio Putin. Se calcula que en estos días ha perdido de un plumazo algo más de 10.000 millones de euros, cerca de la mitad de su fortuna.
El otro gran perjudicado por esta situación es Leonid Mikhleson, el todopoderoso hombre del imperio energético Novatek, del que es presidente, consejero delegado y primer accionista. Su patrimonio se ha visto reducido en algo más de 9.500 millones de euros, cerca de un 45% del total, a la espera de que la reapertura del mercado acabe por darle la puntilla.
Minería y finanzas
Antes de romperse las hostilidades en la frontera ruso-ucraniana, la mayor fortuna estimada en Rusia era la de Vladimir Potanin, antiguo viceprimer ministro del país, y fundador y propietario de Oneximbank, una de las entidades financieras actualmente bloqueada por las sanciones internacionales. Además de sus negocios financieros, Potanin alimenta su fortuna con el próspero negocio de las minas de níquel en Norilsk, una zona consagrada a la explotación de este mineral.
Su patrimonio estaba valorado en unos 28.000 millones de euros aunque, por el momento, los daños consustanciales a la guerra no le impiden mantenerse como la primera fortuna del país, aunque con unos 5.000 millones menos.
Usmanov y el yate
En esta particular relación figura un ciudadano de plena actualidad en Cataluña: Alisher Usmánov. El bloqueo de su amarre en el Puerto de Barcelona, del que se hace eco con profundidad Crónica Global, ha puesto sobre la mesa los negocios de uno de los grandes oligarcas rusos de la industria del metal. De origen uzbeko, Usmanov ha hecho gran fortuna (figuraba entre las cien mayores del mundo) con su imperio Metalloinvest, después de trabajar durante cerca de 15 años para Gazprom.
Usmánov fue uno de los primeros inversores internacionales de la antigua Facebook (actualmente rebautizada como Meta) y lo es ahora del fabricante chino de telefonía móvil Xiaomi. Su fortuna se estima en unos 18.000 millones de euros.
Abramovich y Fridman, los más conocidos
El nombre de Usmanov saltó también a la fama por ser uno de los propietarios del Arsenal, uno de los históricos clubes de fútbol ingleses, con sede en Londres, aunque hace más de tres años que vendió el 30% que tenía. Si lo mantuviera, se hubiera tenido que deshacer de él, como le ha sucedido a Roman Abramovich con el Chelsea.
También él figura entre las grandes fortunas rusas a los que el ataque a Ucrania va a meter en muchos problemas, junto a Mikhail Fridman, el dueño de DIA, de cuyo accionista ha tenido que desvincularse para evitar males mayores pese a negar cualquier vínculo con el régimen de Putin.