El turismo catalán aguanta la respiración tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania, que comenzó este jueves con una operación militar a gran escala, enfrentamiento armado que se tradujo en una zozobra económica importante en los mercados. En el sector vacacional regional, no obstante, se alberga cierta esperanza por dos aspectos: la lejanía del conflicto abierto en el este de Europa, que no afecta a los principales mercados emisores, y la distancia que queda en el calendario hasta llegar al verano.
Martí Sarrate, presidente de la Asociación Catalana de Agencias de Viajes Especializadas (ACAVe), explica a Crónica Global que la guerra que estalló ayer en Ucrania "es una mala noticia por sus posibles implicaciones: una ralentización de la recuperación del turismo tras el coronavirus". El directivo recordó que los entes de promoción del turismo en Cataluña "tienen presencia en Rusia", un país emisor cuyos turistas "realizan mucho gasto turístico y más pernoctaciones que la media" y que ahora están expuestos a las sanciones internacionales.
Distancia y calendario, las claves
Pese al momento tenso que se vive en Europa, Sarrate apuesta por "no crear psicosis" con la guerra en Ucrania, por cuanto aún faltan meses para el verano. "Hay que confiar en que, pese a esta crisis concreta, el resto de mercados emisores no se suman en la depresión o el miedo. Hay que seguir empujando la recuperación pues, de hecho, la guerra en Ucrania ya lleva años, desde 2014", añade el representante de las agencias de viajes.
De este modo, la distancia territorial y los meses que faltan para el verano podrían contener el daño sobre el sector vacacional catalán. Así lo cree Juan Bóveda, de BurgMaster Hospitality Consultants, quien estima "necesario esperar" para conocer el alcance del menoscabo que provocará la invasión rusa. "Si se limita a Ucrania, el turismo continuará su senda hacia la recuperación. No me cabe la menor duda de que los principales mercados a España, entre los que se cuentan Reino Unido, Alemania, Francia y Holanda, mantendrán sus viajes", ha indicado.
Efecto inflacionario
El consultor alberga otro temor con respecto al conflicto. "Habrá que estar atento a si la guerra provoca un efecto inflacionario en productos como la alimentación o el gas, de los que los dos países involucrados son productores", valora. Ello, el aumento de precios, "podría provocar cambios en las prioridades del consumidor. En este momento, las vacaciones de verano están muy arriba, algo que beneficia al turismo catalán". "Si sube el precio del gas o, por ejemplo, el del trigo, lo que es posible por los embargos, el bolsillo de los potenciales turistas se resentirá", apunta Bóveda.
Desde Único Hotels lamentan la "incertidumbre" generada por el conflicto militar y se muestran preocupados por su evolución. "Esperamos que no afecte demasiado", señala una portavoz, aunque reconoce que la cadena prevé un impacto limitado, ya que su hotel más expuesto al mercado turístico ruso, el Grand Hotel Central de Barcelona, no depende excesivamente de este perfil de visitante. "No lo echaremos mucho de menos, pesa más el turista americano, británico, asiático, de Corea y Japón...", detalla.
Temor inversor
Donde sí se prevé mayor impacto es en la inversión rusa en Cataluña por el simple hecho de las sanciones económicas de los países occidentales. "También afectarán a individuos, y no solo a empresas e instituciones rusas". Lo explica Natalia Adrianova, directora de A2 Partners, intermediario inmobiliario centrado en el cliente ruso. "Representa un segmento que invierte mucho en propiedades en Cataluña, y la guerra afectará a la inversión, claro". Desde esta firma boutique, no obstante, esperan que "se acabe imponiendo el sentido común". Es decir, que el conflicto armado desescale y la inversión continúe fluyendo.
"Hasta ayer, la inversión en edificios era increíble, estaba en el mejor momento en cuatro años", señala Miquel Laborde, socio de la consultora inmobiliaria Laborde Marcet. "No sabemos si esto la paralizará o motivará la entrada de capital extranjero en busca de zonas seguras", añade, en referencia a la sensación de preocupación e incertidumbre con la que el sector sigue el conflicto. Aunque la inestabilidad ahuyenta a los inversores, Laborde recuerda que "cuando hay una guerra, el mercado financiero se va al garete". Señala que el valor del ladrillo, las materias primas o el oro se disparan al convertirse en valores refugio. Algo que también esperan que suceda en esta ocasión y no frene el dinamismo del inmobiliario patrio.
"El impacto está sobredimensionado"
"Si tienes dinero, tal vez no lo metes en el mercado financiero, tal vez compras un piso y España tiene una situación privilegiada para invertir, porque está lejos de Ucrania", esgrime el ejecutivo de Laborde. Lo que considera más predecible es que habrá una entrada masiva de migrantes ucranianos, así como "un éxodo ruso, si les dejan irse tanto Rusia como la Unión Europea". "Tengo muchos clientes rusos que han venido, no quieren vivir allí ni saber nada de su Gobierno", sentencia.
Otra perspectiva más matizada aporta Andreu Garrigó, consultor en inversiones rusas, quien sostiene que la invasión de Ucrania "estaba entre algunos de los escenarios posibles" y que su daño en la economía "es mucho más mediático que nada, por cuanto se trata de un conflicto regional y concentrado en un país". El directivo cree que "tanto el turismo ruso como la inversión [en la autonomía] continuarán", y subraya que "en estos momentos, hay turistas catalanes volando a Rusia y viceversa, turistas rusos volando hacia España".
¿Golpe a las exportaciones?
¿Y las sanciones? "La guerra ha escalado con algunas posturas que tienen mucho de declarativo. Los flujos de personas y capital entre España y Ucrania continuarán pese a lo sucedido ayer", confirma el directivo, que sostiene que hay operaciones en marcha que seguirán.
Más allá de la actividad inmobiliaria y turística, el enfrentamiento tendrá un impacto en sectores como el financiero o el tecnológico, dos de los focos de las sanciones económicas que la Unión Europea ha decidido imponer a Rusia. Cataluña exporta cada año unos 115 millones de euros a Ucrania y 574 millones a Rusia, principalmente ropa y maquinaria, mientras que España es un socio destacado en la balanza comercial de Rusia, a cuyas empresas importa bienes como cueros y marroquinería.