Todavía quedan señales, como un alfabeto de colores colgado en una pared, que atestigüan que en el pasado franquista el edificio fue un centro de acogida para menores. En 2012, la Generalitat tenía unas instalaciones vacías en Sarrià (Barcelona) que hace dos años cedió al centro universitario de arte y diseño Eina. La escuela se interesó por el terreno por su cercanía con su sede principal y porque estaban en desuso, y ha llevado a cabo una rehabilitación completa del espacio.
En el interior, presenta una apariencia de edificio en obras, aunque solo faltan por instalar algunos muebles y los últimos acabados. Las paredes se quedarán sin pintar y conservarán el recuerdo de la construcción con marcas a lápiz o la línea azul que marca el nivel de la planta, algo que pretende ser una fuente de inspiración para los estudiantes, que tendrán libertad para crear, decorar y completar el nuevo espacio.
Estudio pionero
Eina amplía así con dos nuevos edificios sus instalaciones, de modo que los alumnos tendrán más espacio para ir a clase, crear en talleres, en el patio o en el estudio, una planta totalmente libre donde podrán llevar a cabo sus proyectos y salir a una terraza contigua. Según Manuel Cirauqui, director del think tank Eina Idea, se trata de una iniciativa pionera, ya que "las escuelas de arte en Europa no tienen estudios donde puedan quedarse creando hasta tarde, a diferencia de Estados Unidos".
Uno de los motivos de la ampliación es el crecimiento del centro formativo. Actualmente estudian en él unos 420 alumnos de grado de Diseño (gráfico, espacios, creación audiovisual y cultura), además de un centenar de diversos posgrados.
Elementos únicos
En la presentación de las nuevas instalaciones ante la prensa, Pau de Solà-Morales, director de Eina, ha explicado que tras un proceso intenso, se ha vaciado el edifcio con una demolición: "Era un espacio oscuro y apareció este espacio luminoso", ha señalado. Además, ha manifestado su voluntad de que funcione de forma similar a un coworking, con una app para que los estudiantes puedan reservar las salas y con "talleres abiertos a la ciudad de producción artística y cultural".
Las clases empezarán a llenarse de alumnos a partir del 7 de febrero y lo harán en un escenario que todavía estará "vivo", con la instalación de muebles y elementos que ellos mismos han contribuido a diseñar. Como las serigrafías elaboradas por la artista Julia Spínola en colaboración con los estudiantes y que recorren algunas paredes.
Rehabilitación colaborativa
Eva Parés, directora operativa de Eina, ha destacado la originalidad y la personalidad del formato, con "unas paredes que hablan, que incluso gritan en algunos casos". "El edificio se ha hecho de una manera colaborativa", ha subrayado Miquel Molins, presidente de la Fundación Eina. "En algunos casos las empresas nos han suministrado los materiales sin coste o a un coste reducido, han contribuido de manera importante en esta rehabilitación", ha agradecido.
Asimismo, ha indicado que se ha abierto el patio a la calle "para que los vecinos lo puedan atravesar y puedan aprovechar esta parte verde". También ha anunciado que la institución está colaborando con FGC a través de un convenio para rediseñar la estación de Peu del Funicular, así como para resolver el impacto acústico, ya que los trenes, que pasan a los pies del edificio, se oyen desde las futuras clases.
Sorpresas en el proceso
Las nuevas instalaciones, de 1.500 metros cuadrados, están ubicadas en el número 2 de la calle Bosc, cerca del edificio principal del centro universitario en los jardines de Sentmenat de de Sarrià. A partir de ahora habrá clases en los dos campus, situados a diez minutos andando el uno del otro. Con la nueva construcción, Eina pretende ampliar el espacio disponible para talleres y actividades pedagógicas, de creación y producción.
En el proceso de rehabilitación de la finca, se ha descubierto que uno de los edificios fue diseñado por los arquitectos Oriol Bohigas y Josep Martorell en 1964. De hecho, la historia ha tenido un papel protagonista en la rehabilitación, con un resultado que conecta la modernidad postindustrial con el pasado de los espacios.