Los catalanes sienten predilección por tres grandes comarcas para pasar las fiestas de Navidad y fin de año: Vall d’Aran, Alta Ribagorça y La Cerdanya. Estos tres territorios se encuentran con ocupaciones superiores al 80% hasta Nochevieja y capean las restricciones para frenar el Covid-19 impuestas por el Govern y avaladas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).
Las estaciones de esquí de Baqueira-Beret y Boí-Taüll, en Vall d’Aran y Alta Ribagorça, respectivamente, y Molina y Masella, en La Cerdanya, hacen de claros impulsores del turismo interior durante este diciembre. No obstante, no es tan solo el deporte alpino el que dispara las visitas navideñas. Muchos optan por los parajes naturales para celebrar en familia o con amigos estas fiestas, que se han visto deslucidas por la falta de nieve después de las grandes celliscas del puente de la Purísima.
El Vall de Boí, al 90% de ocupación
En la elección de los viajes navideños, especialmente para los barceloneses, la balanza suele caer hacia La Cerdanya y Vall d’Aran. La primera cuenta con un gran número de segundas residencias de habitantes de la capital catalana y su área metropolitana, algo que es extrapolable a Vall de Boí con las casas y apartamentos que los ciudadanos de Lleida poseen en el valle, según explican a este medio fuentes de turismo de Alta Ribagorça.
La diferencia poblacional hace que no sea un destino tan concurrido, pero este año, con casi el 90% de ocupación hotelera hasta el 1 de enero, se sitúa entre los lugares más populares de los Pirineos para los barceloneses. La estación de Boí-Taüll tiene algo que ver, al ser la de mayor altura de la cordillera, a 2.750 metros. La calidad de la nieve para esquiar se ha mantenido frente a la escasez en otros puntos de Cataluña. Los habitantes de Barcelona y el área metropolitana, junto a un grueso menor procedente de Tarragona, son los que más han escogido alguno de los nueve núcleos de población de Vall de Boí estas Navidades.
Vall d’Aran, un clásico
La única comarca que pertenece a la vertiente atlántica de los Pirineos es un clásico para diciembre y enero. Vall d’Aran cuenta con entre el 80% y 90% de ocupación. El conselhèr de Economía y Turismo del Conselh Generau d’Aran, Juan Antonio Serrano, asegura que el valle “se encuentra en niveles buenos de ocupación pese a las restricciones y se compensan las anulaciones con nuevas reservas”. De hecho, son el territorio que cuenta con mejores previsiones de hospedaje para la semana de Reyes.
“Tradicionalmente el turismo es catalán, francés, madrileño y de la zona del País Vasco y Cantabria”, explica Serrano. El primer foco de atracción de visitantes procede del ámbito de Barcelona, aunque también “Lleida y Tarragona tienen tirón”, remarca el conselhèr. Las dificultades de acceso por carretera desde Girona la convierten en una provincia de captación de visitantes “residual”, que suele optar por La Cerdanya.
Entre Barcelona y Puigcerdà
Este punto del Pirineo catalán resiste la eclosión de la variante ómicron y las restricciones Covid en Cataluña, pero con un grado de ocupación que oscila entre el 75% y el 80%. La hostelería de esta comarca partida entre las provincias de Lleida y Girona ha sufrido las anulaciones de “grupos escolares” por el repunte del virus en las escuelas catalanas, según apuntan desde la asociación de hoteles y cámpings de la comarca. La tradicional semana blanca de los centros educativos, por su proximidad y fácil acceso desde Barcelona, es una de las principales fuentes de ingresos durante las fechas posteriores a las vacaciones navideñas.
Hasta fin de año se mantienen los buenos números, que la sitúan, según las primeras estimaciones, como el tercer destino turístico para esta Navidad en Cataluña. No obstante, la incertidumbre llega a partir del 1 de enero, con reservas que no logran superar el 60% de toda la oferta hotelera de la comarca.
La Cerdanya cuenta con una profusa cifra de segundas residencias de barceloneses, lo que ha permitido mantener el 100% de ocupación de restaurantes para cenar o comer en Nochebuena, Navidad, Sant Esteve y Nochevieja. Esta es la excepción de los tres territorios más populares, que han catapultado a Vall de Boí --según las primeras apreciaciones del sector-- como el destino turístico más popular, en comparación con su oferta hotelera, para estas fiestas marcadas de nuevo por el coronavirus.