La explosión de los precios de la electricidad en toda Europa ha llevado a buena parte de las principales economías del Viejo Continente a devolver a la primera línea el debate sobre la nuclear como alternativa en el papel de energía de respaldo a un gas natural cuya galopante inflación es una de las principales causas de este escenario. Una conversación de la que no participa España pese a ser uno de los países con mayor dependencia en este capítulo y que más está padeciendo las alzas de los costes eléctricos.
Ante la crisis energética, el Gobierno ha adoptado una batería de medidas enfocadas a que el impacto de los precios en los consumidores sea lo más reducido posible. Sin embargo, ni siquiera ha llegado a plantear alguna modificación en el calendario de cese de actividad de las centrales nucleares que acordó con las operadoras hace algo más de dos años y que prevé su cierre ordenado a partir de 2028 y hasta 2035.
1.000 millones más en Francia
Frente a esta posición, países del entorno como Francia y Reino Unido ya han tomado cartas en el asunto. El primero, tradicional defensor de esta tecnología hasta el punto de que compone aproximadamente dos terceras partes de su mix eléctrico, ha redoblado su apuesta por las nucleares con una inversión adicional de 1.000 millones de euros con el fin de potenciar una energía barata y limpia, dos aspectos que en el actual contexto resultan más que apreciables.
Por su parte, las autoridades británicas ya han encontrado constructor para una de las mayores centrales nucleares del mundo, proyectada desde hace algunos años y que se levantará en Gales, con una potencia instalada en sus dos reactores cercana a los 1.000 MW.
Apuesta por el gas
Incluso Alemania, radicalmente antinuclear y que ya cerró sus plantas de esta tecnología, ha puesto la conversación encima de la mesa. Hace tiempo que los germanos son los ciudadanos de la Unión Europea que pagan un recibo eléctrico más caro y su alternativa ante situaciones como la actual sigue basándose en quemar carbón, algo que no es precisamente lo más indicado para la reducción de emisiones que pretende liderar la Comisión Europea.
La energía nuclear ha vuelto al centro del debate debido a que las estrategias que señalaban al gas natural como la tecnología más adecuada para asegurar el suministro mientras se desarrollan las renovables han saltado por los aires debido a la casi incontrolable subida de los precios de esta materia prima.
Componente ideológico
Este movimiento repercute a su vez en los costes de la electricidad que se genera a partir de los ciclos combinados, que emplean gas como combustible. En España, la apuesta por este planteamiento viene de lejos, de los últimos años del pasado siglo. Por entonces, comenzaron a proliferar las centrales de este tipo e incluso las redes se adaptaron a un sistema en el que el gas pasaría a sustituir tanto al carbón como a la energía nuclear como principal sustento del suministro.
Por entonces, ni se adivinaba el desarrollo que iban a tener las energías de origen renovable. Sin embargo, el componente ideológico ya estaba muy presente y era lo que hacía rechazar más energía nuclear, pese a su ventaja competitiva respecto al precio y también a su mínimo coste medioambiental, algo que en esos tiempos no había cobrado ni una pequeña parte del valor que tiene ahora.
Cientos de millones en seguridad
Uno de los factores que se han empleado con más fuerza para el rechazo a la energía nuclear ha sido el de la seguridad. Por entonces, aún estaba relativamente reciente la tragedia de la central de Chernobyl. Sin embargo, el escenario a partir de entonces ha cambiado de forma radical, de manera que incluso las estadísticas hablan de mayores daños a la naturaleza y al ser humano por parte de las energías renovables que de la nuclear.
Especialmente a partir del accidente de la planta japonesa de Fukushima, los protocolos y normas de seguridad se han ampliando de tal manera que las inversiones para el cumplimiento de éstas se cuentan en España por cientos de millones para los siete reactores que aun están en funcionamiento.
El experimento de Chernobyl
"Convendría que el ciudadano supiera que Chernobyl no fue otra cosa que un experimento en el que no se midieron las consecuencias de un resultado negativo", señala un antiguo alto cargo del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el organismo encargado precisamente de velar por el cumplimiento de los citados protocolos y establecer, en cada momento, las condiciones que debe tener una instalación de este tipo para seguir operando.
"No es la competencia del organismo determinar el cese de actividad de una central u otorgar permisos, eso corresponde al Gobierno de turno. Pero sí detallar qué requisitos tienen que cumplir en cada caso. Y además, con una simple llamada telefónica, el presidente del CSN puede detener una planta si existe el más mínimo indicio de que algo no se ha hecho correctamente", explica.
Un arma geoestratégica
Respecto a la seguridad, los defensores de la energía nuclear también han hecho observar que en la zona sur de Francia, próxima a la frontera con España, operan no menos de 20 reactores nucleares. Un accidente grave en alguno de ellos tendría consecuencias funestas para el país. "La radioactividad no entiende de fronteras y de nada serviría interrumpir aquí la actividad únicamente para estar más seguros".
Lo cierto es que la presente situación ha hecho que potencias europeas como Alemania y Francia tomen conciencia de que son rehenes desde el punto de vista energético del gas proveniente de Rusia y que el gobierno de aquel país no duda en hacerlo valer como arma geoestratégica.
Factores desestabilizadores
En España, su dependencia del gas proveniente de Argelia le sitúa como principal perjudicada de la crisis diplomática de este país con su mal avenido vecino Marruecos. "De entrada, no tenemos nada que ver en esa batalla pero nos acaba afectando y mucho, además", señala un consultor especializado en este ámbito que también se refiere a la política de “el que contamina paga” promovida por Bruselas y que se ha convertido ahora en una trampa para los propios socios comunitarios.
"Cuando hay que recurrir al gas, los precios de los derechos de emisión están disparados, entre otras cosas porque no hay muchos en el mercado; el objetivo era precisamente desincentivar su empleo".
Próximos máximos
Para las próximas semanas se avecinan posibles nuevos máximos del precio de la electricidad debido a la bajada de las temperaturas, el incremento de la demanda pero, sobre todo, la subida del gas.
Los futuros en el mercado eléctrico se han disparado cerca de un 40% en apenas dos semanas y los mercados hace tiempo que descuentan tensiones durante todo el ejercicio 2022. De ahí que (casi) todas las miradas se vuelvan hacia una tecnología neutra en emisiones, barata... y, pese a todo, muy segura.