La banca española ha cerrado 10 oficinas al día en la primera mitad de 2021, un total de 1.476, según datos del Banco de España. Solo en Cataluña han desaparecido 227 sucursales durante este periodo y se espera que al menos otras 500 bajen la persiana próximamente. La tendencia es global: en Reino Unido, hace años que las entidades recortan su representación física en un proceso que ha afectado a miles de delegaciones.
El diezmo de la red de cajeros y sedes, acelerado por la digitalización y las fusiones de entidades financieras, se ha convertido en un problema para los clientes, especialmente los de edad más avanzada --por lo general menos acostumbrados a los trámites electrónicos-- y los residentes de zonas rurales, donde hay menos oficinas. Pero en el sector inmobiliario ha identificado esta situación como una oportunidad para hacerse con locales por lo general bien situados.
Operación en Barcelona
Es el caso de Siamese Dream, una sociedad patrimonial de Barcelona que ha cerrado recientemente la compra de seis antiguas sucursales de Targobank que han quedado vacías en la ciudad y en Marbella, Málaga, Benalmádena (Málaga), Jerez (Cádiz) y Vigo (Pontevedra). La de la capital catalana dispone de 268 metros cuadrados y se encuentra en el número 55 de la ronda Sant Pere, en Arc de Triomf.
La firma inversora, impulsada y asesorada por la inmobiliaria Laborde Marcet, está compuesta por diversos socios que suelen cambiar en cada operación, en particular empresarios locales de la ciudad interesados en adquirir locales y edificios. Gerard Marcet, socio de la asesoría inmobiliaria, señala que en este caso surgió una oportunida porque Targobank decidió recentralizar operaciones y deshacerse de parte de su red.
Los hornos toman el relevo
Marcet ha detectado que la nueva vida de estos inmuebles suele ser la reconversión en establecimientos comerciales, ya que “tradicionalmente son locales muy bonitos, con buenas fachadas” y con las buenas ubicaciones que la banca había ocupado hasta ahora en la mayoría de barrios. Más concretamente, asegura que hay “mucha demanda de cafeterías con degustación”, cadenas como 365 Obrador, Vivari, Boheme, Pannus o los nuevos competidores que empiezan a irrumpir en el sector de las panaderías low cost.
El consultor inmobiliario cree que parte del éxito de estos negocios es que su actividad es más difícil de sustituir por los canales de venta en internet que tanto éxito han tenido desde que eclosionó la pandemia, algo que “afecta a los comercios de moda”, entre otros. “En cambio el consumo inmediato es parte del ocio, no se puede suplir con el comercio electrónico”. A los cierres de sedes bancarias --como las de BBVA por la fusión con Caixabank, que en breve sacará un lote de oficinas a la venta--, Marcet añade además las aperturas de nuevas marcas y las reubicaciones para hacerse con mejores oficinas, lo que “genera un movimiento positivo” en el mercado inmobiliario.
El “coste social” de los cierres
El economista Albert Recio indica que “es posible” que este tipo de cafeterías ofrezcan una segunda vida a las sucursales extintas, pero apostilla que en Barcelona “ya está lleno de vivaris y de 365”, por lo que ve poco margen de crecimiento. Coincide en que “todo el comercio tiene una situación complicada por el comercio electrónico”, lo que le lleva a pronosticar una difícil salida a los cientos de locales que saldrán a la venta.
El profesor honorario de Economía de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) cree que al recortar su implantación “los bancos quieren reducir costes”. Sin embargo, destaca el “coste social” de estas medidas, que considera “un desplazamiento de costes al usuario muy claro”. En especial, pero no únicamente, dicha reconversión afecta a personas mayores y gente que vive en pueblos pequeños o determinados barrios, a la que se obliga a perder tiempo con trámites digitales de los que anteriormente se ocupaba el personal bancario.
Para garantizar el acceso al sistema financiero, solo ve dos soluciones. “Que el Estado imponga que se tiene que dar el servicio”, o la que defiende él, “que se plantee algún servicio público para sustituir a la banca” donde no llegue el sector privado. Admite que la experiencia del pasado con la banca pública --Caja Postal, Argentaria-- “no era eficiente”, pero “había cajas que tenían un cierto enfoque social”, algo que se ha perdido. Por ahora, el problema está lejos de solventarse y cada vez más usuarios se quedan sin la posibilidad de recibir atención presencial cercana para gestionar sus finanzas.