El 9 de septiembre de 2021, Larry Bacow, presidente de la Universidad de Harvard, anunció sus planes para eliminar gradualmente sus inversiones en petróleo, gas e industrias que afectan negativamente al medioambiente. El catalizador principal de dicha desinversión es la presión causada por la alta percepción de riesgo de cambio climático.
En su comunicado, invitó a académicos, instituciones, inversores y ciudadanos a jugar su papel para contribuir a reducir y prevenir el riesgo del cambio climático. Tales declaraciones hacen eco de una ola que está ganando impulso para promover inversiones más limpias y más éticas.
Durante la última década, el impacto del cambio climático le está costando a la sociedad y las economías miles de millones de dólares. Como tal, las organizaciones financieras se enfrentan a un mayor escrutinio por el papel que desempeñan, tanto directa como indirectamente. Solo para dar un ejemplo, Estados Unidos está perdiendo alrededor del 1,5% por año y Canadá hasta un 5% por año debido a desastres naturales inducidos por el clima. Estos son números asombrosos. Además, invertir tan solo una pequeña parte de este gasto en prevención, ayudaría a reducir al menos un 50% de los impactos causados por desastres naturales.
Como resultado, se ha pedido a las empresas de los sectores intensivos en carbono que reduzcan sus emisiones de forma más agresiva. En un intento para facilitar tales esfuerzos de descarbonización, otras instituciones con intereses en tales sectores ahora se están desvinculando. Para algunos, el anuncio de Harvard de desinvertir es impactante. Para otros, está muy atrasado. Pero, lo que es más importante, es el compromiso de estos inversores a las inversiones sostenibles y divulgaciones más transparentes sobre prácticas comerciales dañinas para el clima.
Motivaciones catalizadoras de esta desinversión
Podría decirse que el debate más polarizador de las últimas dos décadas ha sido el cambio climático, tal como lo ha comentado Andrea Zanon. Pero en la actualidad, incluso aquellos que han sido escépticos de su existencia (líderes del petróleo y el gas) ahora encuentran difícil negar el cambio climático y sus impactos negativos en la economía y la vida en general.
Después de años de emisiones de carbono descontroladas, deforestación y otros factores, los impactos irreversibles son evidentes. Ahora tenemos alrededor de 400 giga-toneladas (Gt) de “presupuesto de CO2”. Esto quiere decir que podemos emitir todavía 400 Gt de CO2 hasta pasar el límite peligroso que aumentaría las temperaturas globales por encima de 1,5 grados (según lo previsto por el Acuerdo Climático de París). Con las emisiones al nivel actual, si no generamos cambios radicales, el presupuesto se consumirá en aproximadamente ocho años a partir de ahora.
Causas y consecuencias
Los datos de la NASA demuestran los resultados de las enormes emisiones de carbono en la atmósfera:
• La temperatura global ha aumentado 1.1 grados durante el último siglo.
• La capa de hielo en Antártida y Groenlandia ha disminuido 279 mil millones de toneladas anuales desde 1993.
• El retroceso de los glaciares es evidente en el Himalaya, los Alpes, África, Alaska, las Montañas Rocosas y los Andes.
• La reducción de la capa de nieve en el hemisferio norte ha alcanzado niveles dramáticos.
Si bien el derretimiento de la nieve y un aumento de 1.1 grados centígrados en la temperatura pueden no parecer mucho, este cambio ha causado un aumento considerable del calor atrapado en el planeta, resultando en variabilidad climática extrema y el cambio climático (cambios de tendencia de largo plazo).
A su vez, los eventos climáticos extremos como huracanes, incendios forestales, frentes fríos son cada vez más frecuentes e intensos causando daños enormes a las sociedades sobre todo a los países más vulnerables y menos desarrollados.
Influencia en las empresas
Más allá del impacto ambiental y social, el cambio climático también afecta a todas las empresas. Solo para dar unos ejemplos tangibles, los eventos climáticos extremos tienen estos impactos en el negocio:
• Destruyen instalaciones, equipos e inventario.
• Interrumpen las cadenas de producción y suministro.
• Afectan la capacidad de compra de los consumidores.
Como tal, el impacto del cambio climático se extiende a todos los sectores y ámbitos de la vida desde el alimenticio, al sanitario, transporte y al consumo en general. Es por eso que ahora hay una mayor proactividad hacia los esfuerzos de descarbonización y de desarrollo de estrategias de resiliencia. Si bien el cambio climático es una motivación clave para el desarrollo sostenible, no es la única. Inicialmente, hubo reservas de que las inversiones en sostenibilidad se realizan con riesgos de pérdidas de los ingresos y el crecimiento económico. Sin embargo, los datos sugieren lo contrario.
Andrea Zanon escribió hace unos meses sobre por qué invertir en ESG, y explicó cómo las corporaciones se están beneficiando de la inversión ESG (Medio Ambiente, Social y Gobernanza Corporativa). Un área donde esto es evidente es el mercado de valores. Durante los últimos dos años, las acciones de compañías enfocadas en ESG han demostrado ser más resistentes a las condiciones del mercado bajista. Además, se han desempeñado mejor que el mercado. Para las corporaciones, una estrategia ESG permite bajar los costos de producción y facilitar el aumento de la facturación. A medida que más organizaciones se den cuenta de la gran oportunidad de ESG, aumentará el nivel de inversiones sostenibles y la tasa de desinversión en sectores intensivos en carbono.
¿Cuáles son las Instituciones que se deshacen de las inversiones en combustibles fósiles?
Las instituciones que han estado desinvirtiendo, o se han pronunciado contra los sectores intensivos en carbono, lo han hecho de forma independiente. Sin embargo, esta tendencia se está poniendo de moda. Lo que comúnmente en los Estados Unidos se llama activismo empresarial, se ha convertido en una poderosa herramienta para facilitar los esfuerzos de descarbonización.
A continuación analizamos algunas de las instittuciones que lideran este cambio.
Instituciones Donantes Privadas
Las universidades son algunas de las instituciones más antiguas y respetables del mundo. Por lo tanto, sus opiniones sobre asuntos como el riesgo climático tienen un gran impacto en la responsabilidad social. Pero más allá de esto, las universidades también tienen inversiones significativas en dotaciones que tienen participaciones en el sector de los combustibles fósiles.
Si bien Harvard es ahora la universidad más destacada en desinvertir en estos sectores “sucios”, otras también han hecho lo mismo. A principios de este año, la Universidad de Columbia de Nueva York anunció su desinversión. En 2020, Brown University hizo lo mismo al terminar todas sus inversiones en empresas de combustibles fósiles.
Fondos globales de activos
Los grandes gestores de activos tienen una influencia significativa en la trayectoria de las inversiones en el mundo. Son una de las principales razones del aumento de la tasa de inversión en ESG. Con cerca de $9 trillones de activos bajo administración (AUM), BlackRock es el administrador de activos más grande del mundo. En abril de 2021, el CEO anunció los planes del fondo de cortar sus relaciones con empresas que obtienen el 25% de sus ganancias del carbón térmico, demostrando la dirección que están tomando los administradores de activos.
Otro fondo importante que está siguiendo el mismo camino, es el gestor de activos nórdico Storebrand. En total, la institución tiene $91 mil millones bajo su gestión y fue el primer administrador de activos que a partir del 2020 decidió desinvertir en todas actividades minerales y productores de petróleo en compañías como Chevron y ExxonMobil.
Fondos de pensiones y fondos soberanos
Liderados por Irlanda, varios países Europeos, han retirado sus fondos soberanos y de pensiones de todas sus inversiones en las empresas de combustibles fósiles. En el 2018, el presidente de Irlanda aprobó el proyecto de ley de Desinversión de Combustibles Fósiles. Con tal ley, Irlanda desinvertirá en 5 años $10.5 mil millones de sectores con alto impacto al medio ambiente.
Otros países que están liderando las desinversiones en sectores de alto impacto al cambio climático son Noruega y Japón. El Fondo Soberano Noruego con capitales de 1,3 trillones de dólares, es el más grande del mundo, y sus liderazgo en temas de desinversión indican la buena voluntad política de este país para contribuir a la mitigación de los daños negativos hacia el medio ambiente.
Impacto de estas desinversiones
La tendencia progresiva de estas desinversiones en varios sectores de alto impacto ambiental, está acelerando el compromiso y las acciones de descarbonización de la industria de los combustibles fósiles. Además, está llevando a estas compañías a participar de forma más activa en la creación de nuevas políticas que respeten al medioambiente. Resulta significativo que en los últimos 10 años se han desinvertido alrededor de 15 trillones de dólares de las industrias intensivas en carbono. Esta tendencia se acelerará y las desinversiones se van a extender a todos los sectores.
Finalmente, la Cumbre Climática de la ONU en Glasgow (COP26) de noviembre de 2021, es una plataforma sólida que continuará impulsando la agenda climática mundial. Esta cumbre reunirá a líderes políticos mundiales y miembros del sector privado y de los mercados de capitales para acordar el futuro plan de acción climática. Entre los objetivos clave de la COP26 está continuar creando incentivos para todas las partes, en particular (seamos francos aquí) las principales economías y empresas para implementar la “hoja de ruta climática” aprobada en París, manteniendo así el buen “impulso climático” existente. Esto hará que el acuerdo Climático de París, impulsado ahora también por el Presidente Americano Biden, se formalice aún más, avanzando hacia una dolorosa puesta en funcionamiento del Acuerdo. Esto supone alcanzar cero emisiones netas globales para 2050.
*Andrea Zanon es asesor de Estrategia y Resiliencia Ambiental, Social y de Gobernanza (ESG) y ha asesorado a más de 15 ministros de Finanzas y a más de 100 corporaciones globales sobre cómo desarrollar países y sociedades con más resiliencia.
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