El presidente de la Cámara de España y de la Fundación Incyde de las Cámaras de Comercio, José Luis Bonet (Barcelona, 1941), es el responsable de que la cumbre sobre el futuro del turismo Future of Tourism World Summit se haya organizado en Barcelona. Esa fue la única condición que puso cuando le propusieron la idea dado que, aparte de que es barcelonés, entiende que es la ciudad que más ha sufrido los estragos de la pandemia desde el punto de vista turístico. En esta conversación con Crónica Global, expone su punto de vista sobre el sector, entre otros asuntos, y lamenta en especial el fiasco de la ampliación del aeropuerto de El Prat.
—Pregunta: ¿Por qué se ha elegido Barcelona para este congreso?
—Respuesta: Yo soy el culpable. En abril del 2020, el director general de la Fundación Incyde me llama y me dice: “¿Qué te parece si hacemos una cumbre mundial del turismo?”, y yo le dije: “Excelente idea, pero en Barcelona”. Sobre todo porque pienso que es la ciudad de España peor tratada por la pandemia desde el punto de vista del turismo. Los turismos de costa se han recuperado un poco, y los del norte de España, que se nutren del turista nacional. Pero Barcelona es una ciudad muy estructurada en función del turismo extranjero, y no lo hubo en 2020 y apenas vino en 2021. Entre otras cosas, porque la Fira de Barcelona, que atrae a mucho visitante, también ha estado inoperativa estos meses.
—Se habla mucho de que hay que cambiar el modo de hacer turismo, ¿pero realmente va a variar algo con la pandemia?
—La pandemia es un antes y un después. La gente tiene que hacer un ejercicio de superación personal, empresarial, de país, que suponga una transformación. No quiere decir que se deje el negocio, pero ha de reinventarse en función de las nuevas exigencias, necesidades impuestas.
—¿Cuáles son esas necesidades y exigencias que se deben aplicar al turismo?
—Lo ha señalado la UE con toda claridad: digitalización, sostenibilidad, formación. En el caso español, con un problema de paro, hay que añadir la internacionalización y el emprendimiento. Este es el horizonte que tiene que hacer reinventarse a cada persona, a cada empresa, al conjunto del país, y a su tejido empresarial. Nadie que se quede como estaba va a tener futuro. Tiene que hacerse un esfuerzo de superación.
—Uno de los objetivos expuestos en esta cumbre es lograr un turismo asequible y sostenible, aunque a priori parecen conceptos opuestos.
—El low cost ha hecho mucho a favor del turismo. En absoluto prescindiría de poder viajar lo más barato posible, y además de una manera que ha funcionado razonablemente. Tiene que mantenerse lo asequible y tiene que intentarse aumentar lo sostenible. Por ejemplo, como que en las pequeñas distancias predomine el ferrocarril de alta velocidad, y desde luego es absolutamente necesario el avión para grandes desplazamientos.
—¿Ha perdido España una oportunidad para explorar alternativas a la fuerte dependencia del turismo?
—Lo que tiene que hacer España es ir a más y mejor en el turismo y, por otro lado, pensar que tiene que apurar a fondo la cuestión de la reindustrialización y otras maneras de progresar. No comparto el asunto de decir turismo o. No, no, es turismo y.
—¿Y lo mismo en el caso de Barcelona?
—Barcelona tiene que dar un paso al frente para convertirse en un destino para empresas tecnológicas. Esto lo apoyó mucho en su momento [Pasqual] Maragall y creo que era una buena línea de futuro. La ciudad cuenta con un instrumento que es la Fira de Barcelona. Y otros no son quizás tan decisivos, pero también son importantes: el Consorcio de la Zona Franca, la Generalitat, Barcelona Global… Y, además, yendo juntos. Ahí está Turisme de Barcelona de la mano de todos estos. Es lo que deben hacer.
—En Barcelona, además de la crisis, se unen las zancadillas a la ampliación de El Prat y el veto al Hermitage.
—Es incomprensible. No puede ser que nuestros gobernantes no estén al loro. Es un tema tan claro que no pueden perjudicar al sistema, al bienestar de la gente, oponiéndose a la ampliación de El Prat. Esto no puede ser. Tienen que darse cuenta de que es una necesidad. Soy acérrimo partidario de la ampliación del aeropuerto, porque no hacerla condenará a Barcelona y a Cataluña a la irrelevancia en los próximos 25 años. Esto tiene que resolverse lo más rápidamente posible. Hay que tomar conciencia de esto, del riesgo de crear un perjuicio al futuro en los barceloneses, de todos los catalanes.
—Como ha comentado, Barcelona (y Cataluña) está muy estructurada en función del turismo extranjero.
—En el caso de España, Cataluña en primera línea, se necesita hacer un especial esfuerzo de promoción y captación de turistas que vienen en largos recorridos aéreos. Toda Asia y Norteamérica son casos clarísimos; Iberoamérica, por supuesto, aunque está mejor tratada, pero lo que debemos hacer es ampliarlo mucho. Tienen que venir muchos más asiáticos y muchos más norteamericanos. Y australianos también.
—¿Puede Barcelona convertirse en un parque temático ‘solo’ para turistas y acabar expulsando a sus vecinos?
—No comparto esa visión. Barcelona es de un atractivo fenomenal. El atractivo de Barcelona es el que es, y Barcelona lo que tiene que hacer es fomentar el mundo empresarial, mejorar las relaciones sociales, atender a los vulnerables y participar del gobierno de España a través de Cataluña. Y Cataluña tiene que participar de ese gobierno en beneficio de toda Cataluña, barceloneses incluidos.
—También ha dicho que Barcelona es la gran perjudicada de esta pandemia. ¿Por qué sale más dañada que ciudades como Madrid y Málaga?
—Porque éstas lo han hecho mejor. En el caso de Madrid se habla de que hacen dumping fiscal. Lo que tendrían que preguntarse es si aquí están haciendo lo contrario, si están exagerando la voracidad recaudatoria. En el caso de Málaga, ha habido una línea de actuación durante muchos años: potenciar la cultura (aquí está el tema del Hermitage, ¿por qué le ponen pegas a esto?) y las nuevas tecnologías. Lo han tenido muy claro y ahí están los frutos. En otro orden de cosas y en otros lugares, lo mismo.
—Hoy por hoy, ¿qué puede ofrecer Barcelona que no tengan otras ciudades?
—Barcelona y Cataluña tienen una potencia absolutamente extraordinaria. Por lo tanto, aunque estamos perdiendo relevancia en la economía y en la sociedad españolas, no vamos a colapsar. Barcelona y Cataluña no van a colapsar. Sí perdemos liderazgo y relevancia, y nuestra economía no colapsa, pero sí se deteriora. De ser líderes pasamos a ser del montón. Y esa no es la vocación de Cataluña ni de Barcelona. Hay que ponerse las pilas y, con respeto a lo que piense cada uno, hay que trabajar en la línea del progreso, que es el bienestar de los catalanes.
—Es decir, Barcelona tiene mucho potencial, ¿pero qué tiene que no tengan Madrid o Málaga?
—Nosotros andamos distraídos. Barcelona, Cataluña, andan distraídos por diversas razones. Pero no es el momento de distraerse, hay que dar un empujón. Hay una oportunidad histórica que son los fondos europeos Next Generation. Piense que una independencia de Cataluña llevaría a una situación en la que Cataluña no podría hacer uso de estos fondos, ya me explicará. Hay que darlos bien, y Barcelona y Cataluña tienen que estar.
—¿Confía en que los fondos Next Generation van a aportar soluciones?
—Los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica (PERTE) irán bien, los gestionarán grandes empresas, que los tienen bien pensados, con capacidad de ejecutarlos. El quid está en las pymes. España es un país donde el 99,8% de las empresas son pymes. Ahí es donde hay que hacer que lleguen los fondos. No como un parche, como un ejercicio de transformación de las pymes. Si no se transforman van a desaparecer, no valen lo que valían antes de la pandemia. Tienen que rehacerse, reinventarse, y esto lo podrán hacer si los recursos les llegan y son acompañadas. Ahí están muchas entidades que pueden colaborar en esto, con las cámaras en primera fila.
—Se insiste en que hay que cambiar el turismo, los modos de desplazamiento, pero los mismos ciudadanos de aquí no tienen resuelto el asunto de la movilidad.
—Como decimos en Cataluña, que s’ho facin mirar (que se lo hagan mirar). Tienen que procurar que la gente pueda circular bien y no crear problemas.
—¿Partidario del pasaporte Covid?
—No lo sé. Yo lo que veo es que la gente se está moviendo con naturalidad. No sé si les piden pasaporte o no, pero, desde luego, veo que la normalidad empieza a ser lo normal.
—¿Y de la vacuna obligatoria en el trabajo?
—Yo soy partidario de no obligar a nadie, sino de convencer. Y lo que tienen que hacer es convencer a la gente.
—En distintos momentos de la pandemia se ha mostrado crítico con la gestión de la crisis que ha hecho el Gobierno. Ahora que esto llega a su fin, ¿cuál es su balance?
—Me he mostrado favorable a las decisiones del Gobierno cuando ha actuado de una manera que ha apoyado a la gente y a las empresas, sobre todo. Por ejemplo, el tema de los ERTE, o el de los avales ICO. Esto se ha hecho bien y suerte ha habido de eso y de que Europa lo ha permitido dando los fondos necesarios. Por lo tanto, hay que aplaudir. Lo que hay que criticar es en el terreno fiscal cuando se ha sido cicatero. Han seguido, en el momento que la gente no tenía ningún ingreso, cobrando los impuestos. Ha habido poca sensibilidad.
—En clave política, esta cumbre ha reunido a políticos de distinto signo y Administración. ¿Por qué cuesta tanto que se pongan de acuerdo en otros ámbitos, que se sienten a hablar?
—Es inexplicable para mí, pero yo no soy político.
—¿Cree que se ha recuperado la estabilidad política en Cataluña?
—Me parece que Cataluña y los catalanes debemos hacer esfuerzos, primero para entendernos entre nosotros mismos y segundo para centrarnos e ir a recuperar el liderazgo que Cataluña no debe perder, que su vocación es de líder.
—¿Se da el escenario para que regresen las empresas que se marcharon a partir del 2017 o nos tenemos que olvidar de eso?
—En este momento no veo ninguna posibilidad. Cuando [los políticos] se centren y se dediquen a recuperar el liderazgo lo lógico es que se pueda plantear. Pero en este momento no es así. Primero hay que dar muchos pasos de entendimiento entre los propios catalanes, que esto sí está empezando, y que la política se centre.
—Dos cuestiones en materia laboral. ¿Qué pasa con el teletrabajo?
—Ha llegado para quedarse. Tiene que ir combinado con el trabajo presencial, en distintas formas según las distintas empresas y según las necesidades, pero que el teletrabajo es una cosa que puede añadir valor no lo dudo.
—Semanas de cuatro días laborables, ¿a favor o en contra?
—Creo que se debe estudiar y en el momento que se pueda, por qué no. Es un tema como el del salario mínimo: cuanto más, mejor, pero en el momento oportuno.