La Cambra de Barcelona estima que el crecimiento que ha experimentado la economía catalana en lo que va de siglo no ha tenido su correspondiente repercusión en el bienestar real de los ciudadanos por diferentes factores asociados al modelo. La conclusión deriva del análisis de indicadores de progreso y bienestar llevado a cabo por la institución que, entre otros datos, destaca el estancamiento del consumo privado y los salarios.
En el estudio, la Cambra realiza una comparación de indicadores económicos de Cataluña en las primeras dos décadas del siglo y el de los cinco grandes países fundadores de lo que actualmente se conoce como Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica), con el fin de obtener una imagen “más allá del PIB”, como reza la presentación del documento.
Igual que en 2000
La conclusión establece que, más allá de cuánto ha crecido Cataluña (y también el conjunto de España), se ha puesto menos énfasis en el cómo se ha hecho. Y de ahí viene la constatación de que el incremento del PIB per capita a precios constantes (sin tener en cuenta la inflación) desde 2000, por encima del 15%, ha convivido con un estancamiento de variables que reflejan de manera más fiel el progreso económico de una sociedad.
Sin ir más lejos, el PIB per cápita pero a precios corrientes, es decir, incluyendo la evolución de los precios y, por lo tanto, del poder adquisitivo. El estudio de la Cambra aflora que, justo antes de la pandemia, esta indicador en Cataluña suponía el 93,6% del que registran los cinco países anteriormente mencionados, una proporción idéntica a la que se daba en 2000.
El factor de la formación
A la hora de analizar el “cómo” del crecimiento en Cataluña, la Cambra hace especial hincapié en la formación de los trabajadores y destaca que casi un tercio de la población activa cuenta con estudios no superiores a la ESO, un cota que en el caso de las economías más desarrolladas de Europa no llega al 19%.
A juicio de la institución, esta circunstancia “explica parte del diferencial que se da en el PIB per capita, pese a que la distancia se ha recortado en los últimos años, ya que se ha reducido de la que se daba a inicios de siglo, que superaba los 20 puntos.
Insuficiente renta disponible
Cataluña también se encuentra a una considerable distancia de las grandes economías europeas en cuanto a las partidas presupuestarias destinadas a servicios públicos, sanidad y educación, que se queda en algo más de un 57% del Presupuesto frente a más del 71% que presentan aquellos países.
Mientras, el estancamiento del consumo se relaciona en parte con el hecho de que la renta familiar disponible bruta ha evolucionado a un ritmo inferior al del PIB per cápita.
A golpe de "destrucción creativa"
El informe de la Cambra también habla de déficits del sistema productivo catalán en términos de sostenibilidad medioambiental, cada vez más tenidos en cuenta por los inversores, e igualdad generacional.
La Cambra considera que la economía catalana y también la del conjunto de España ha incrementado su productividad a golpe de lo que denomina “destrucción creativa”, esto es, a base de las reestructuraciones que suelen seguir a la crisis, así como por la difusión de las nuevas tecnologías que llegan del exterior.
Lejos de un modelo sostenible
El modelo seguido por los países del entorno que presentan mejores cifras se basa en un progreso tecnológico interno y, además, autosuficiente gracias a la apuesta por la inversión en investigación y desarrollo.
“Bajo un patrón de crecimiento equilibrado y sostenible, los salarios reales crecen al mismo ritmo que la productividad, la distribución de la renta es estable, los costes laborales unitarios crecen de corma acompasada con los de los países del entorno y tanto la calidad como el nivel de vida tienden a una mejora sistemática a largo plazo”, señala el informe de la Cambra.
La esperanza de los fondos UE
El organismo apunta a que los modelos tanto Cataluña como el del conjunto de España se han desviado demasiado de este escenario, lo que les ha llevado a “ajustes traumáticos” y a un crecimiento de baja calidad.
Además, muestra su esperanza de que los fondos Next Generation EU y las reformas estructurales que deben acompañarles provoquen un cambio en el patrón de crecimiento.