La complicada situación económica derivada de la pandemia del coronavirus se ha plasmado en las cifras de ejecuciones hipotecarias sobre vivienda habitual, que ha marcado en el segundo trimestre de 2021 sus máximos de los últimos cuatro años, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El número total de ejecuciones de este tipo entre abril y junio ha sido de 3.243 lo que, además, supone un incremento del 253,2% en relación con el mismo periodo de 2020. No obstante, el propio INE advierte de que esta evolución está distorsionada por el hecho de que la reclusión derivada del primer estado de alarma (entre mediados de marzo y últimos de junio del año pasado) paralizó muchos procesos.
No todas acaban en desahucio
La estadística también señala que en el segundo trimestre de 2021 se iniciaron 9.753 ejecuciones hipotecarias, un 18,1% más que en el trimestre anterior y un 79,3% por encima del dato del segundo trimestre de 2020. De ellas, 9.239 afectaron a fincas urbanas (donde se incluyen las viviendas) y 514 a fincas rústicas.
En cualquier caso, el INE también aclara que no todos los casos de ejecuciones hipotecarias sobre vivienda habitual terminan en un proceso de desahucio de los propietarios.
Consecuencia del desplome económico
Dentro de las fincas urbanas, 5.887 ejecuciones correspondieron a viviendas, un 13,7% más en tasa intertrimestral y más del doble en términos interanuales, y de ellas 4.090 eran ejecuciones sobre viviendas de personas físicas, un 5,2% más que en el trimestre anterior y cifra un 242,8% superior a la del segundo trimestre de 2020.
No obstante, los números referidos a este capítulo no eran tan elevados desde hace cuatro años, cuando no había ningún efecto relacionado siquiera con una desaceleración de la economía, lo que sí resulta significativo.
Efecto retardado
Los expertos ya han alertado en numerosas ocasiones que algunos efectos de la crisis podrían empezar a manifestarse a partir de ahora, cuando las medidas de protección puestas en marcha por las Administraciones Públicas, como las moratorias, comiencen a decaer.
Al mismo tiempo, la vuelta progresiva a la actividad económica ha aflorado parte de los efectos de la crisis en el empleo, aunque éstos están aun por ver, a la espera de que concluyan definitivamente los ERTE y se aclare el futuro de los autónomos que se encuentran en situación de cese de actividad.