La Ciudad BBVA, sede corporativa del Grupo Banco Bilbao Vizcaya Argentaria en España, uno de los protagonistas de los ERE del sector / BBVA

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Business

Las peticiones para salir de la plantilla desbordan a la gran banca

Las adhesiones a los ERE pactados con los sindicatos superan en un 31,5% el número de bajas programadas

3 agosto, 2021 00:00

El notable adelgazamiento de las plantillas y la red de la gran banca ha desbordado las previsiones de las entidades financieras, que han visto como ahora el problema se encuentra en gestionar la cifra de peticiones para acogerse a los ERE, que superan de forma notable la cifra de bajas reflejadas en los acuerdos laborales. Concretamente, los bancos incrementarían algo más de un 31% las salidas de trabajadores si atendieran todas las solicitudes.

De hecho, aunque las entidades han terminado por cerrar las conversaciones con los sindicatos con un ajuste menor del que habían planteado en el primer momento de sentarse a negociar, finalmente las solicitudes de los empleados para dejar las plantillas han superado incluso aquellas propuestas iniciales que, incluso, generaron indignación entre los representantes de los trabajadores.

En total, Caixabank, BBVA y Santander, que han protagonizado los tres mayores procesos de ajuste de plantilla en cifras absolutas, han recibido cerca de 17.100 peticiones para abandonar la plantilla, cerca de un 9% más que el número total de bajas que preveían las entidades en los planes originales, y que posteriormente se revisaron a la baja.

Las cifras de Caixabank

Precisamente, ha sido Caixabank el último de los bancos que ha dado a conocer la cifra definitiva de adhesiones al ERE tras cerrar en la tarde del pasado viernes el plazo para solicitar acogerse al proceso. El número ha superado la cota de 8.200 y se ha quedado a unas pocas decenas de las marchas previstas por la entidad resultante de la fusión entre el antiguo Caixabank y Bankia.

Su consejero delegado, Gonzalo Gortázar, ya adelantó precisamente el día en que finalizaba este plazo que el número de solicitudes superaba ampliamente el de salidas pactadas y que la entidad tendría que hacer un esfuerzo adicional para acondicionar las bajas porque “en algunos territorios hay más peticiones que salidas previstas y, en cambio, en otros se quedan cortas”.

¿Beneficios para todos?

De acuerdo con los datos del banco, en 30 provincias se da una situación de sobredemanda; es decir, no podrán abandonar la entidad todos aquellos que así lo han solicitado (al menos, con las condiciones pactadas en el ERE).

Un escenario que, entre otros factores, ratifica que las condiciones pactadas con los representantes de los trabajadores son consideradas mayoritariamente beneficiosas por éstos. “Creemos que las salidas se producen en buenas condiciones y, para el banco, esta maniobra era necesaria; así que todos salimos ganando”, apuntó Gortázar en su comparecencia ante la prensa, a propósito de la presentación de resultados.

La clave del coste

No obstante, la notable diferencia entre el número de bajas programado inicialmente y el que finalmente se acordó con los trabajadores indica que las entidades consideraban necesario un ajuste aun mayor del que finalmente han acometido.

Vista la evolución de las solicitudes, es obvio que podrían haberlo llevado a cabo, aunque no al mismo coste, que es donde reside la clave de esta estrategia.

La lupa de los reguladores

El factor que realmente ha frenado a la banca a la hora de acometer la reducción de su plantilla y su red de sucursales ha sido su elevado coste, la factura que ya se deja sentir en su cuenta de resultados. Y, además, el elevado consumo de capital que genera.

Conscientes de que todas las miradas de los reguladores, el Banco Central Europeo (BCE) y la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés), están sobre las ratios de capital, las entidades tenían claro que el límite era aquel que repercutiera de forma moderada en estas variables. A partir de ahí, cualquier mejora de condiciones implicaba reducir la cifra de bajas.

La vuelta del dividendo

Y aún más si se tiene en cuenta que el BCE ha decidido finalmente retirar a partir de septiembre las restricciones al reparto de dividendos pero con una recomendación general de prudencia para todas las entidades que caen bajo su supervisión.

En el caso de los bancos españoles, la gran mayoría ha optado por recuperar el ‘pay-out’ (porcentaje del resultado destinado a la remuneración al accionista) que tenía antes de la irrupción de la pandemia y su derivada en los vetos de los reguladores.

Cubrir el coste del capital

El propio Caixabank ha optado por una política de dividendos del 50%, cuando en el transcurso de la fusión se había hablado de un posible objetivo del 30%. La entidad ha recordado que se trata, simplemente, de volver al pay-out que había aplicado en los últimos años, aún sin la fusión con Bankia.

Todas las entidades se han mostrado convencidas de que el BCE dará el visto bueno a esos dividendos pero eso implica, precisamente, que el coste de los recortes laborales tengan un marcado límite en el consumo de capital. Y más si se tiene en cuenta que, pese a los resultados han experimentado una considerable mejoría, la mayoría de los bancos aún no son capaces de cubrir el coste de ese capital, objetivo marcado como un primer paso para comenzar a superar la tormenta perfecta que se ha cernido sobre ellos.