La tormenta perfecta que se ha originado en torno al sector financiero se ha saldado con el mayor ajuste laboral y de la red de oficinas en la última década, lo que ha dejado una costosa factura encima de la mesa de las principales entidades financieras del país. El coste promedio del proceso por empleado se sitúa en el entorno de los 210.000 euros netos.
“Ha sido un proceso necesario y doloroso pero, al final, se ha hecho de manera que todos hemos salido ganando”, señalaba este viernes Gonzalo Gortázar, consejero delegado de Caixabank, precisamente la entidad que ha llevado a cabo un expediente de regulación de empleo (ERE) más voluminoso. Y también, uno de los más onerosos en cuanto a coste por empleado, en el entorno de los 235.000 euros netos.
Afloran las cifras
Caixabank ha detallado en sus cuentas del primer semestre el registro de una partida de 1.884 millones de euros para afrontar el coste bruto del ajuste. Las 6.452 salidas previstas en el acuerdo alcanzado finalmente con los sindicatos en los primeros días de julio suponen prácticamente la mitad del recorte total diseñado por los tres grandes bancos españoles.
Pero no ha sido el único. Con la publicación de los resultados correspondientes a los primeros seis meses del año, las entidades financieras comienzan a aflorar las valoraciones de los ajustes laborales que han llevado a cabo para afrontar un escenario inédito hasta la fecha por la cantidad de desafíos que aparecen en el horizonte.
BBVA, sin fusión
Uno de los últimos bancos en sumarse a este proceso fue el BBVA, que anunciaba a comienzos de año planes de recorte de empleo de los que, en un primer momento, apenas ofrecía detalles, pero que no parecían tener las dimensiones que después adquirieron.
Quien más, quien menos pensó que después de que la operación de fusión con Banco Sabadell, que llegó hasta las mesas de los consejos de administración, se viniera abajo, la entidad que preside Carlos Torres podría seguir adelante sin tocar la plantilla ni la red, sobre todo teniendo en cuenta el exceso de capital que presenta tras la venta de su negocio en EEUU.
Desafíos
Sin embargo, los procesos de consolidación no son, en este caso, un fin sino un medio más para encarar un cóctel explosivo compuesto por un escenario de tipos de interés negativos que se prologará más allá de la mitad de la década, así como un notable cambio en los hábitos de los clientes, cada vez más asiduos a los canales digitales que les ofrecen las entidades, que se ha acelerado de forma inesperada con la pandemia.
A todo ello, cabe añadir una creciente competencia de un sector tecnológico que cuenta con una obvia ventaja en el factor mencionado anteriormente pero, además, está liberado de las ataduras normativas a las que están firmemente sujetas las entidades reguladas por el Banco Central Europeo desde la pasada crisis.
Planteamiento agresivo
Es decir, no es necesaria un situación de fusión o de hipotética destrucción de capital para verse obligado a realizar recortes en las plantillas. BBVA sorprendió en este sentido con un primer planteamiento de hasta 3.800 despidos, que finalmente quedaron reducidos a algo más de 2.950.
La entidad aclaraba el pasado viernes que el proceso lleva asociado un coste neto de 696 millones de euros netos ya consignado en sus cuentas de la primera mitad del año.
No sólo lo digital
Una factura similar a la que ha hecho frente Santander, aunque para un volumen de salidas algo mayor, lo que reduce de la media de coste por empleado de forma significativa. Los planes del banco pasan por ahorrar 1.000 millones de euros al año en Europa y el ajuste de plantilla ha sido un elemento muy a tener en cuenta, por más que el banco haya puesto en primera línea de los focos la necesidad de cambiar de perfil ante la creciente tendencia de los clientes por el uso de los canales digitales.
Sin embargo, el consejero delegado de la entidad, José Antonio Álvarez, señala esta semana en la presentación de los resultados semestrales que estos avances no se traducen necesariamente en nuevos recortes de carácter laboral próximamente.
Buscar el equilibrio
“Adaptaremos nuestra estructura a las demandas de los clientes y la realidad es que éstas pasan cada vez más por los servicios digitales. Pero eso no tiene por qué estar relacionado con más ajustes de plantilla. Lo que tratamos de hacer es mantener un equilibrio”, apuntó.
A la hora de buscar ese ansiado equilibrio, puede que haya llegado el momento de mirar hacia otras partidas, aunque los focos no terminan de retirarse del ámbito laboral. Sobre la plantilla de Banco Sabadell aún pende una particular espada de Damocles que llegó con el nuevo plan estratégico del banco y con una de las primeras conclusiones del consejero delegado, César González-Bueno, al hacerse con los mandos ejecutivos de la entidad: en banca de particulares hay un amplio margen de mejora, especialmente en el área de costes.