Una ciudad como Barcelona tiene en la cultura su gran potencial, desde el Liceu hasta el festival Sónar, que arrastra a otros sectores como el turístico. ¿Es consciente de ello la administración pública? El mundo económico entiende que es necesario hacer mucho más, con la mirada puesta en los fondos europeos. Es la visión de la Fundación Catalunya Cultura, apoyada por las grandes empresas, que han impulsado el llamado Sello de Empresa o Entidad comprometida con la Cultura. Lo que se pide es que esta actividad sea el centro de la recuperación, como han defendido en un debate en el Círculo Ecuestre diferentes representantes económicos.
Los Next Generation que gestiona la Comisión Europea priorizan la transformación digital y la energética. Pero la cultura tiene un espacio. Lo ha defendido Anna Gener, consejera delegada de Barcelona Savillis Aguirre Newman, al entender que existe un gran hueco para muchas empresas culturales. Sin embargo, avisa de que están atomizadas: “Lo mismo que se ha hecho en el campo digital, con espacios en los que se encuentran emprendedores, con inversores y con todos los profesionales relacionados, se podría hacer en el sector cultural, con proyectos de digitalización, por ejemplo, en el ámbito museístico”.
No solo fiscalidad
Las grandes compañías quieren implicarse más en la colaboración con la cultura, al entender que es el gran motor de ciudades como Barcelona o de territorios como Cataluña. Lo que se pretende, sin embargo, más allá de cuestiones relacionadas con la fiscalidad, es que se reconozca ese papel. Esa es la visión de Ramón Agenjo, vicepresidente de la Fundación Damm, y patrón de la Fundación Catalunya Cultura. “Hay muchas iniciativas que podría hacer la administración que no pasan por la fiscalidad”, asegura, en relación a una Ley del Mecenazgo que las grandes compañías piden desde hace años pero que los distintos gobiernos no han hecho realidad.
En el debate, en el Círculo Ecuestre, moderado por Georgina Ferri, directora gerente del Diari Ara, han participado también Eusebio Güell, presidente de la Fundación Güell y Silvia Martí, responsable de comunicación interna e institucional del Grupo Moventia. La reclamación ha sido la tónica, desde la premisa de que un euro invertido en cultura genera ocho euros de retorno, y con la queja de que en España se destina a este sector el 1,2% del PIB, cuando el impacto equivale a hasta el 3,4%, mientras que en el conjunto de Europa se llega a destinar incluso el 4% sin que implique una tensión en la economía.
Agrupar proyectos
Agenjo ha reiterado el drama que ha supuesto la pandemia para el sector cultural. Sólo el Festival Sónar genera 82 millones de euros en Barcelona, con la asistencia de hasta 120.000 personas, la mayoría extranjeras. O el festival de música de Cruïlla, que patrocina Damm, genera hasta 4.000 puestos de trabajo. “La cultura nos hace distintos, es el valor que añadimos, en esta ciudad”, ha reiterado Agenjo.
¿Las soluciones? Eusebio Güell ha reclamado que se intensifique la colaboración público-privada. Para Silvia Martí, los fondos europeos pueden ser una gran oportunidad para el sector, pero el problema es la atomización de pequeñas y medianas empresas culturales, cuando lo que se debería intentar es “agrupar proyectos para lograr una buena financiación europea”.