La Comunidad de Madrid exhibe músculo, con la tributación más baja en el conjunto de las comunidades autónomas, a pocos días de las elecciones. En las diferentes clasificaciones aparece como la comunidad con menor economía sumergida sobre su PIB, y ello se debe, según distintos economistas, precisamente, a esa menor presión fiscal. Se trata de una posición clásica del liberalismo: menos tributos, menos incentivos, por tanto, para la economía sumergida. Es lo que señala un informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE), que preside el exsecretario de Estado de Economía Iñigo Fernández de Mesa; un servicio de estudios que está ligado a la CEOE, con prestigio en el mundo académico.
Lo que el IEE llama “presión fiscal normativa” es la clave para un mayor dinamismo de Madrid, cuyo Gobierno autonómico se ha negado a esa demanda de “armonización fiscal” que ha pedido, curiosamente, Esquerra Republicana, y que mermaría la capacidad de cada Ejecutivo autonómico para utilizar con plena libertad el margen que tienen las comunidades en impuestos como el IRPF, Patrimonio, Sucesiones y Donaciones. “La Comunidad de Madrid se sitúa como una de las que presenta un sistema fiscal más competitivo, ocupando la segunda posición, por detrás de Vizcaya”, se señala en el informe.
Otras cuatro comunidades presentan también valores inferiores a la media de la Unión Europea, como las otras dos provincias vascas --las que recaudan y compiten entre ellas son las diputaciones forales que corresponden a las tres provincias que conforman el País Vasco-- Álava y Guipúzcoa, y las comunidades de La Rioja y Canarias. El resto, en cambio, “muestran valores por encima de la media europea” y las que “peores registros” tienen son “Extremadura, Valencia, Aragón, Asturias y Cataluña”.
Y eso va en conexión, a juicio del IEE, a partir de publicaciones de Funcas, elaboradas por David Cantero e Ignacio Zubiri, con la economía sumergida. El IEE admite que puede haber otros factores, como la propia composición del sistema productivo, en función de si existe un mayor peso de la agricultura, el turismo o el sector textil. Pero se insiste en que “también son muy relevantes otros factores como una menor fiscalidad, tasas de desempleo más reducidas o un nivel de PIB más elevado, así como un mayor dinamismo en el crecimiento”.
¿Subsidio encubierto?
Los datos son ilustrativos. La economía sumergida en Madrid es del 16,2% en relación del PIB. Sólo el País Vasco, con el 17%, presenta un resultado similar. En el otro extremo aparece Extremadura, Andalucía, Castilla-La Mancha y Canarias, con entre el 29,1% y el 26,1%. El IEE sostiene que Madrid, “como región con una menor tasa de economía sumergida dentro del territorio común --las comunidades forales tienen un concierto económico propio-- está realizando una aportación todavía mayor al resto de las regiones”. Y es que se trata de un factor que, a juicio del IEE, incide en todo el sistema. “La desigualdad de la economía sumergida entre los distintos territorios incide en la desigualdad del sistema, ya que supone que las regiones con menor tasa de economía sumergida tributan por rentas reales (o más próximas a las reales) y el resto no (o lo hacen en menor medida). En la práctica esto constituye un subsidio encubierto entre regiones no justificado por razones de justicia y deberá tenerse en cuenta a la hora de diseñar un sistema de reparto, pues un sistema aparentemente igual que no tuviera en cuenta la diferencia de la economía sumergida, devendría injusto”.
Pero la tributación no explica esas diferencias, a juicio del economista y profesor de la UB Gonzalo Bernardos. “El peso de la Administración del Estado en Madrid es definitivo, es el sistema productivo de Madrid el que marca las diferencias, con una mayor oferta cultural, con un tejido en el sector servicios más sofisticado, --restaurantes, hoteles, bares-- más complejo, que no favorece que haya economía sumergida”, señala, en comparación con otras comunidades en las que el peso de la agricultura o el turismo sea mayor, sectores donde la economía sumergida sí es más frecuente. Cataluña, por ejemplo, aparece con un 23% de economía sumergida, con un peso mayor del turismo y del sector servicios, aunque lejos del 27,3% de Andalucía, y distante también de ese 16,2% de Madrid. La Comunidad Valenciana aparece con el 24,8%.
Empresas grandes y funcionarios
La tesis de Bernardos coincide con un extenso estudio del IVIE, el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, que es quien ha empujado para situar a Madrid en el centro del debate, incentivado por el Gobierno valenciano que preside Ximo Puig. El estudio, que ha coordinado el economista de la Universidad de Valencia Francisco Pérez, señala que Madrid concentra un número mucho mayor de organismos y agencias del Estado, con un porcentaje de funcionarios de la Administración central mayor que la media de las comunidades, un factor que dinamiza la economía madrileña.
Los datos del IVIE permiten esa valoración que sugiere Bernardos: Hasta el 44,5% de las 1.000 mayores empresas españolas tiene su sede en la comunidad, y representan el 56% de los ingresos de este grupo. Y el 29% de los empleados del sector público estatal se concentra en la capital, un porcentaje que dobla el peso de la población de la región en España. ¿Es ese el factor decisivo para el dinamismo de Madrid y su menor economía sumergida?