La Unión Europea y sus países miembros corren el riesgo de verse sumidos en una crisis agroalimentaria si proliferan las políticas en torno a basar exclusivamente la producción agrícola en conceptos medioambientales, ecológicos y economía circular.

Esta es una de las conclusiones recogidas en el último informe de situación elaborado por el Institut Agrícola Català de Sant Isidre, que recoge la inquietud por el hecho de los fundamentos de base europeos sobre la agroalimentación, es decir la suficiencia del suministro a unos precios asequibles queden en peligro por la aplicación de medidas conducentes a hacer la producción agrícola 100% ecológica.

Abastecimiento y precios

El Institut Agrícola sitúa el actual escenario en el marco de la crisis de la pandemia del Covid-19 y las notables restricciones en el comercio mundial derivadas de ella, que ha puesto en valor la histórica capacidad europea para generar una oferta más que suficiente para asegurar el abastecimiento del continente.

Sin embargo, “la crisis nos ha hecho ver el riesgo de que lo que se ha dado siempre por hecho, puede no ser así siempre”, apunta el Institut, una afirmación que no se basa en el hecho de que se hayan producido restricciones durante la pandemia sino en las que se podrían dar en el futuro ante un escenario similar.

La cadena de valor

En relación a la capacidad para el exceso de oferta, la entidad advierte de la preocupación que genera la adopción de políticas como las estrategias “del campo a la mesa”, “de la biodiversidad”, el plan de acción de economía circular o recientemente la estrategia de promoción de productos ecológicos.

El informe de situación citado menciona el riesgo que supone la diferencia existente entre un “modelo ideal” de agroalimentación frente a uno real. “Cuando se habla de ‘producción agroalimentaria’ no se puede caer en el simplismo de sólo pensar en el alimento final: es necesario pensar en todos y cada uno de los eslabones de la cadena de valor alimentaria, donde hay consumos intermedios donde Europa es ampliamente deficitaria como en la producción de fertilizantes, los productos químicos y farmacéuticos necesarios para garantizar la sanidad vegetal y animal o incluso la tecnología”.

Aranceles

Si bien la UE mantuvo su modelo de exceso de oferta en 2020 pese a la pandemia, el análisis de los componentes denuncia la dependencia de importaciones de terceros países en oleaginosas, cereales, frutas tropicales, frutos secos, café y cacao, estando la mayor parte de ellas calificadas por riesgo de deforestación en sus países de origen o con una considerable huella de carbono, la cual se pretende penalizar con el establecimiento de un arancel de carbono en frontera.

En cuanto a los precios, los estudios apuntan a que pasar de un sistema de producción intensivo o súper-intensivo a un sistema basado en agricultura ecológica supone la reducción de entre un 25% y un 40% de los rendimientos por hectárea.

Efecto inflacionista

De este modo, si en los próximos años el 50% de la superficie agrícola se cultiva bajo los actuales cánones regulatorios “ecológicos”, el impacto en los precios globales de las materias primas agrícolas se situaría entre un 6% y un 10%, lo cual supone un efecto muy importante sobre la inflación global.

El Institut Agrícola concluye que “en vez de poner como objetivo la ‘municipalización’ de los mercados agroalimentarios con base en agricultura ecológica que pueda poner en peligro la estabilidad global del sistema alimentario europeo, es necesario poner el foco en la actual superficie cultivable gestionada de manera “tradicional”, con bajos rendimientos y cuya supervivencia depende de los pagos directos de la PAC”.