El nombre de Álvaro de Orleans, que aparece y desaparece en lo tocante a las tribulaciones en torno a los asuntos económicos de Juan Carlos I, volvió a sonar con fuerza en las últimas semanas debido a su relación con el último proceso de regularización del rey emérito con la Agencia Tributaria. Pero en esta ocasión, su salto a la palestra de la actualidad ha tenido consecuencias. El aristócrata ha dejado los cargos que mantenía en sociedades con las que gestiona sus negocios en la zona sur de España, relacionados con los sectores inmobiliarios y agrícolas.
En concreto, ya no figura como presidente y consejero de la mercantil Compañía Agrícola Torrebreva, asociada con una explotación algodonera en la provincia de Cádiz. Allí, el primo lejano del rey cuenta con una serie de intereses económicos, algunos de ellos en el enclave de Costa Ballena, una de las zonas de mayor desarrollo inmobilario de todo el país.
La Fundación Zagatka
Su salto a la primera línea informativa está relacionada con la citada regularización de Juan Carlos I con Hacienda, toda vez que guarda relación con los vuelos privados de los que disfrutó a partir de la abdicación en favor del actual monarca, Felipe VI, en el verano de 2014.
Aquellos viajes, valorados en algo más de ocho millones de euros, fueron sufragados por Álvaro de Orleans a través de la Fundación Zagatka, pero de ellos nunca tuvo noticia el Fisco hasta comienzos de este año.
Investigación en Suiza
Este proceso de regularización por parte el rey emérito ha tenido como consecuencia que la Fiscalía tomara declaración a Álvaro de Orleans hace unos días, con el objeto de aclarar esta circunstancia. Pero, además, ha vuelto a poner encima de la mesa la investigación que se sigue por parte de los tribunales suizos del supuesto cobro de comisiones por parte de Juan Carlos I, precisamente a través de la Fundación.
Algo extraído de las grabaciones realizadas al excomisario de Policía José Manuel Villarejo y de la declaración de la princesa Corinna Larsen, en las que se le situaba como testaferro del monarca emérito, lo que Orleans siempre ha negado.
"Vienen curvas"
En este caso, a diferencia de ocasiones anteriores, el aristócrata no ha seguido los preceptos indicados por San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales acerca de “nunca hacer mudanza en tiempo de desolación”. Aunque más bien parece que son tiempos de incertidumbre para Orleans, que ha decidido quitarse de en medio en el contexto del proceso de regularización de Juan Carlos I y de la llamada a declarar de la Fiscalía.
“Ahora vienen curvas”, apunta una fuente conocedora de la situación, que apunta que, en cualquier caso, hacía tiempo que Álvaro de Orleans había optado por no figurar en muchas de las sociedades a través de las que controla sus negocios y mantener en ellas a personas de su confianza.
El marqués de Salvatierra
No obstante, Compañía Agrícola Torrebreva es un caso especial. Dedicada a la gestión de fincas de explotación algodonera, su registro data de los últimos años 70 y entre sus activos, valorados en más de 20 millones de euros, además de las fincas, también figuran acciones de otros negocios.
Las citadas fuentes apuntan a que ahora la sociedad ha quedado bajo el control precisamente de uno de sus asesores fiscales, un aspecto notablemente significativo. En cualquier caso, en los consejos de ésta y otras empresas bajo su control como Alcalá del Sur, Torrebreva y Torremasa sigue figurando otro miembro de la aristocracia como Rafael Atienza Medina, a la sazón, titular del Marquesado de Salvatierra.
Ilustres de la zona
Notablemente conocido entre los terratenientes de la zona, como el propio Orleans, Atienza es además esposo de Soledad Becerril, antigua alcaldesa de Sevilla y exministra de Cultura en el ultimo Gobierno de UCD, que la convirtió en la primera mujer en formar parte del Consejo de Ministros desde los tiempos de la II República.
También se mantiene en estas sociedades Domingo Renedo, cuya familia goza de predicamento en la zona por haber sido uno de sus antepasados un afamado y querido cronista de aquellas tierras en las que, precisamente, Álvaro de Orleans tiene sus intereses económicos. Aunque la mayor parte de los activos, al menos las fincas, se encuentran en territorio andaluz, las sociedades están radicadas prácticamente en su totalidad en Madrid. Concretamente, en el distrito Centro.