El Gobierno inaugura este martes la sucesión de subastas de renovables que pondrá en marcha cada año para facilitar el cumplimiento de los objetivos marcados en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. El proceso ha despertado entusiasmo en el sector pese a que cuando Moncloa anunció su intención de retomar este mecanismo, la mayoría de los potenciales participantes lo calificaron como poco atractivo e, incluso, innecesario.
Detrás de este cambio de actitud está, una vez más, la pandemia del coronavirus y una de sus múltiples derivadas: el fondo de recuperación de la Unión Europea, uno de cuyos objetivos principales es evitar que la crisis provocada por los efectos del virus afecte al desarrollo de las energías verdes en el Viejo Continente.
Tres años sin subastas
La posibilidad de acceder con mayor facilidad al dinero procedente de la partida presupuestaria extraordinaria de la Unión Europea ha sido uno de los factores que ha contribuido a que la subasta cobre un interés inimaginable poco antes de que se empezarán a tener las primeras noticias sobre el Covid-19.
Las subastas de potencia renovable vuelven después de tres años y medio sin celebrarse una sola. Las últimas fueron convocadas por el segundo Gobierno de Mariano Rajoy, en enero y julio de 2017, y ya confirmaron un escenario sin primas ni estímulos extra, al margen de la rentabilidad proporcionada por un negocio en auge.
Nuevos actores
Tras el cambio de inquilino en Moncloa, el Ministerio de Transición Ecológica diseñó un plan a largo plazo para el desarrollo de la energía limpia, en el que se contemplaba el regreso de las subastas. La acogida en el sector fue muy fría. En la mayoría de los foros energéticos se consideraba que el mercado verde había alcanzado ya una madurez suficiente para poder prescindir de este tipo de actuaciones y que resultaba más ágil y operativo la operativa que estaban llevando a cabo las compañías para construir sus carteras renovables, en muchos casos a través de contratos a largo plazo con clientes.
La prueba es el avance mostrado por las instalaciones renovables en este periodo sin subastas en el que, además, se ha producido la incorporación de destacados actores provenientes de otros ámbitos energéticos, como han sido los casos de Cepsa, Repsol, BP y Total.
40.000 millones en juego
Pero ahora, el escenario ha cambiado y en juego aparecen algo más de 40.000 millones de euros que no figuraban en el menú original. Es la cantidad de los fondos de recuperación que le corresponden a España que tendrían como destino el ámbito de las energías renovables.
Bien es cierto que el Plan Nacional de Energía y Clima contempla inversiones superiores a 230.000 millones de euros; sin embargo, el plazo es más amplio (10 años) y la mayoría depende del sector privado. Cualquier impulso llegado desde la Unión Europea va a ser especialmente oportuno y bien recibido.
Los primeros 3.000 MW
La subasta cuenta con un cupo objetivo de 3.000 megavatios (MW), con 1.000 MW para cada una de las tecnologías fotovoltaica y eólica terrestre, mientras que el resto no tendrá restricciones en este sentido. La puja debe realizarse a sobre cerrado y adjudicará el producto subastado a las ofertas de menor cuantía hasta alcanzar el cupo establecido. El precio para cada adjudicatario coincidirá con el precio por el que pujó, sin posibilidad de actualizarlo.
El plazo máximo de entrega de la energía comprometida para los ganadores del proceso será de 12 años, en el caso de las tecnologías fotovoltaica, solar termoeléctrica, eólica terrestre y marina e hidroeléctrica; y de 15 años para las tecnologías de biomasa, biogás y biolíquidos.