La Unión Europea ha dado carpetazo, al menos por ahora, a un pasaporte de vacunación que genera discrepancias entre los países miembros. La idea de abrir las fronteras de los estados europeos a aquellos que se hayan vacunado contra el coronavirus fue propuesta por Grecia y cuenta con el apoyo de España, Dinamarca, Chipre y Malta. El Estado aceptaba de esta forma la petición de algunas aerolíneas para buscar alguna alternativa temporal para recuperar el sector, uno de los que más ha sufrido por la pandemia del coronavirus. De hecho, incluso se especula de que se recuperará la actividad previa a la crisis epidemiológica en 2023.
Sin embargo, Francia y Rumanía se oponen. No ven nada claro aplicar una medida que podría volverse discriminatoria, ya que la vacuna es voluntaria y la campaña no está avanzada. Por otro lado, Bélgica desconfía del peligro que podría tener este pasaporte en las libertades individuales, mientras que Holanda, si bien no se cierra en banda, sí mira la propuesta con escepticismo.
La postura de la UE
Estas diferencias fueron recogidas ayer en un encuentro telemático de los líderes europeos, en el que se acordó aparcar por ahora el pasaporte de vacunación y estudiar si es viable aplicarlo pasado un tiempo. En la necesidad de crear un certificado médico que registre las vacunas recibidas, sí hay acuerdo; lo que genera reticencias es que se convierta en una suerte de salvoconducto para viajar.
Para la Unión, es esencial garantizar los derechos de las personas que no tienen acceso a la vacuna o que legítimamente rechacen vacunarse. Por otro lado, están las dudas a nivel sanitario: “No hay respuesta a si alguien vacunado puede contagiar y no sabemos cuánto puede durar la vacuna”, recordó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en la rueda de prensa posterior a la cumbre. Por ahora, desde las instituciones comunitarias piden limitar al máximo “los viajes no esenciales”.
Veto de la OMS
Quien ha sido clara en su rechazo al pasaporte de vacunación es la Organización Mundial de la Salud. Este organismo de las Naciones Unidas insiste en que “todavía existen demasiadas incógnitas sobre la eficacia de las vacunas para reducir la transmisión del virus y su disponibilidad es limitada”.
Según la OMS, un registro de este tipo “no debería eximir a los viajeros internacionales de cumplir otras medidas de reducción del riesgo de los viajes”. A la espera de más datos de los ensayos clínicos de las vacunas, la recomendación es que los vacunados no se quiten la mascarilla y extremen las precauciones como todos los demás.