España está a un sólo paso de poder financiarse a largo plazo sin coste, por primera vez en su historia. Este martes, la vecina Portugal marcó un hito en su trayectoria económica al registrar, por primera vez, tipos negativos en la rentabilidad de su bono de referencia a 10 años. España sigue sus pasos, toda vez que la diferencia de las primas de riesgo de ambos países es de poco más de tres puntos básicos.
Como adelantó Crónica Global, la evolución al alza del precio de los bonos provocada por la compra masiva por parte del Banco Central Europeo (BCE), ha llevado a los dos países que comparten la península Ibérica a sumarse a la lista de ocho estados miembros de la Unión Europea Monetaria (UEM) que ya cuentan desde hace algún tiempo con tipos negativos a largo plazo.
Mínimos históricos
Desde que a comienzos de la pandemia el organismo emisor aprobó el programa de compra de bonos soberanos (valorado en 750.000 millones de euros y ampliado después a 1,35 billones de euros), con la intención de evitar que la crisis del coronavirus derivara en una crisis de deuda como la iniciada a finales de la pasada década, la rentabilidad del bono español ha caído cerca de un punto.
Durante la sesión del martes, la rentabilidad del bono español marcó un mínimo del 0,024%, en zona de sus cotas más bajas de la historia y a punto de pasar al terreno negativo en el que ya se encuentra el portugués.
Menor prima de riesgo
Poco después del verano, la prima de riesgo lusa, el diferencial del rendimiento de su bono a 10 años con el alemán, se encuentra levemente por debajo del español, con diferencias que han oscilado entre los tres y los ocho puntos básicos. De ahí que el bono del país vecino haya alcanzado antes el terreno negativo.
Con esta política, el BCE hace que el coste de la deuda de los miembros de la eurozona no se dispare, especialmente en el caso de los más golpeados por la pandemia, en un periodo en el que han tenido que elevar de forma notable su endeudamiento para financiar los gastos derivados del impacto del coronavirus en sus economías.
Sube la deuda, baja el coste
La noticia es muy positiva para España, que ha tenido que emitir sólo en 2020 cerca de 100.000 millones de deuda adicionales para paliar los efectos de la pandemia. La bajada de la rentabilidad hará que el coste sea incluso menor que el del pasado año pese al incremento del volumen.
Las previsiones sitúan a la economía española en una situación delicada en este capítulo, toda vez que la crisis elevará su endeudamiento al entorno del 120% del PIB en los próximos años. La situación actual hace que los efectos queden diluidos, pero la compra de bonos del BCE no durará eternamente, aunque sí parece perpetuarse el escenario de tipos negativos.
Italia, la gran beneficiada
En paralelo con Portugal y España, Italia también se está viendo notablemente beneficiada por la actuación del BCE. El rendimiento de su bono a 10 años también se encuentra actualmente en zona de mínimos históricos aunque, en su caso, aún está algo alejado del terreno negativo (algo por debajo del 0,6%).
El elevado endeudamiento de Italia, por encima del 160% de su PIB, explica esta penalización por parte de los mercados, así como que su prima de riesgo aún se mantenga claramente por encima de 100 puntos básicos, muy similar a la de países como Grecia. En el caso de España, el diferencial con el bono alemán se sitúa actualmente en unos 63 puntos básicos, frente a los 60 que marca Portugal.
Más compras de bonos
La actuación del BCE ha estrechado los diferenciales de otros países de la zona euro que hace ya algún tiempo que se financian a largo plazo a tipos negativos. Así, llama la atención la prima de riesgo de Países Bajos, que apenas supera los siete puntos básicos; y también la de Irlanda, que se ha situado por debajo de 30 puntos básicos.
Los mercados también están descontando una nueva vuelta de tuerca del organismo emisor al programa de compra de deuda, algo que los inversores esperan que anuncie esta semana tras la reunión de su consejo de gobierno.
Segunda oleada
En concreto, las estimaciones hablan de una cuantía adicional de entre 600.000 millones y un billón de euros, lo que incluso llevaría a que el plan se extendiera más allá de mediados de 2021, fecha fijada en principio para su conclusión.
La afectación de la segunda oleada del Covid-19 en Europa ha encendido las alarmas del BCE, que ha insistido siempre que ha tenido oportunidad que no escatimará recursos para evitar una nueva crisis de deuda. Y también ha dejado claro que aún dispone de artillería para combatir la crisis.