Las expectativas que ha generado el desarrollo de las vacunas contra el coronavirus están empujando a la baja el precio del oro, un valor seguro que suele ir muy buscado en situaciones de crisis e incertidumbre para los mercados. De hecho, este metal precioso acumulaba dos años de subida casi imparable, que lo impulsaron a su máximo histórico el pasado agosto.
En este mes que batió récords se llegaron a pagar más de 2.000 dólares (más de 1.700 euros) por un lingote de una onza troy de peso (algo más de 31 gramos). Desde este pico en verano, el oro se ha desplomado un 10% en el mercado con la recuperación gradual de la confianza.
El efecto vacuna
Las noticias relativas al avance de las vacunas para el Covid parecen haber dado a los inversores más motivos para vender. El valor de este activo ha caído más de un 4% desde el anuncio por parte de la farmacéutica Pfizer de una vacuna efectiva al 90%.
La previsión de una recuperación económica es otro factor que influye en el descenso del precio del oro, que tiende a revalorizarse en momentos de caos. Además, su atractivo disminuye por su poca rentabilidad ahora que los inversores buscan activos arriesgados con más capacidad especulativa.
Un valor fluctuante
¿Cómo se ha comportado el mercado del oro en el pasado? Su precio experimentó una fuerte subida a partir del 2000, que se alargó hasta la crisis del 2008, la cual desestabilizó este crecimiento solo por unos meses. Poco después se volvió a disparar, y se mantuvo al alza hasta su pico de 2011, que sería posteriormente superado por el de este año.
Con todo, el oro sigue siendo un metal codiciado y escaso. El año pasado su producción minera cayó por primera vez en más de una década. Toda la cantidad extraída en la historia cabría en un cubo de 22 metros de ancho, según datos de Bloomberg. Es decir, con todo el oro que hay en el mundo se podrían llenar solamente tres piscinas olímpicas, pero se calcula que aún queda un 20% (una cuarta piscina algo menor) por extraer.