El sector servicios en la economía catalana es determinante para vislumbrar una salida fuerte de la crisis que ha provocado la pandemia del Covid. Lo muestra la composición del PIB catalán en el tercer trimestre, que ha crecido un 15,7%, por debajo del rebote que alcanzó la economía española en el mismo periodo, el 16,7%. Con ello, la economía catalana ha experimentado un descenso del 9,1% interanual en el tercer trimestre de este año, y tras una tasa negativa del 16,3% en el segundo trimestre.
La recuperación de la actividad económica, tras la reclusión social que se inició a partir del mes de marzo, ha sido intensa y muestra que podría ser sólida siempre que no se produzcan rebrotes sistemáticos del virus. Los datos que refleja el Idescat señalan, por tanto, que la economía española, en su conjunto, aprovechó más ese tercer trimestre que la catalana, con una tasa interanual negativa del 8,7%, mientras que en el conjunto de la Unión Europea, de los 27 miembros, fue del 3,9%.
Sin recuperación en los servicios
Pero, ¿qué le ocurre a la economía catalana, con un fuerte componente industrial? De hecho, la industria en su conjunto ha “suavizado” el retroceso, desde una tasa negativa del 19,4% del segundo trimestre a un 8,2% negativo del tercero. La caída, por tanto, es menor gracias a la industria, que, en su seno, se comporta de forma desigual. Es el aumento de la industria farmacéutica la que tira en estos momentos del carro, mientras que el caso de la energía eléctrica, los equipos eléctricos y electrónicos y la química las caídas de producción se contienen. Respecto a la fabricación de material de transporte la caída es más intensa aunque en el último mes se ha apreciado una recuperación.
El escollo está en los servicios, el sector más afectado y de largo por el parón que ha comportado la pandemia. El descenso es de un 9,3% interanual. La evolución también es distinta entre sus principales componentes. Las que han arrancado son las profesionales y tecnológicas y algunos servicios “de no mercado”, como el sanitario o la administración pública. Y han quedado especialmente dañados los servicios de alojamiento, el transporte, las actividades artísticas, la restauración y los servicios de ocio y cultura.
Los trabajadores en ERTE
Con todo ello, la tasa de paro sube hasta el 13,2% en el tercer trimestre, a pesar de la recuperación parcial que se ha producido en ese lapso. Queda lejos de los registros de hace un año, un 4% menos según la EPA y un 3,4% según la afiliación a la Seguridad Social. Pero en comparación con el tercer trimestre de 2019, se ha producido un descenso absoluto de 138.500 personas ocupadas.
Sin embargo, en todos esos datos no se incluyen a los trabajadores que permanecen en un ERTE, que son considerados como ocupados. Durante los últimos meses su número se ha ido reduciendo, y a finales de septiembre había en esa situación un total de 146.559 personas que representan aproximadamente el 5,4% de los afiliados; excluidos los autónomos y los que pertenecen al régimen del hogar.