La crisis del coronavirus ha dejado contra las cuerdas al sector hotelero de Barcelona. En los últimos seis meses, la pandemia ha provocado un roto en sus cuentas de 850 millones de euros. Esto se debe a que el 75% de la planta ofertada permanece cerrada y la ocupación es de apenas el 10% de la capacidad.
Pese a que las esperanzas estaban puestas en la campaña de verano para tratar de ganar oxígeno, el Gremio de Hoteles de Barcelona ha calificado este martes la situación de "un drama insostenible". Tan solo la zona de los Pirineos ha sido la que ha logrado mantener un ritmo similar al de 2019. "La gente que lleva muchos años en el sector no había vivido una situación como la de los últimos seis meses desde la Guerra Civil", ha lamentado el presidente de la entidad, Jordi Mestre.
Plan de rescate o fondos buitre
"Si no recibimos ayudas a través de un plan de rescate, la situación desembocará en liquidación de hoteles o entrada de fondos buitre", ha alertado Mestre. El Gremio ha reclamado un impulso de ayudas a fondo perdido de entre 400 y 500 millones para garantizar la viabilidad hasta el final de la pandemia y mantener los 30.000 empleos directos. Además, exigen que los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) se prorroguen, como mínimo, hasta Semana Santa. Para eludir la previsión más pesimista también se reclama una rebaja de la presión fiscal que deben soportar.
Sobre el interés de los fondos por comprar hoteles aprovechando la caída del negocio, Mestre ha reconocido que cada semana reciben ofertas. Barcelona aún es una ciudad con atractivo turístico y con un empresariado con el agua al cuello, el caldo perfecto para los oportunistas. El gremio alerta de que, si llegan a entrar, daría lugar a una "dinámica muy peligrosa" por las diferencias de criterio sobre la gestión de los establecimientos. Apunta a que se pasaría de un modelo de negocio a largo plazo a la presencia de sociedades cuyo objetivo máximo son los beneficios, sin priorizar el servicio que se presta al cliente.
Previsión pesimista
Pese a que la planta hotelera local que ha abierto trató de salvar el verano tirando los precios, con rebajas de hasta el 50%, el Gremio ha reconocido que la estrategia no ha resultado exitosa. De nuevo, el impacto de la pandemia ha alejado a los turistas. Las perspectivas para el otoño son pesimista y ya se empieza a entrever la próxima Semana Santa con escepticismo. De hecho, como ya explicó este medio, la mayor parte de hoteles de temporada decidieron adelantar cierres a comienzos de septiembre para contener gastos.
Muestra del agujero turístico que ha dejado el Covid-19 se puede apreciar en los datos de agosto. Según las cifras aportadas por la patronal, el mes pasado se alojaron en la ciudad 3.200 personas cada día frente a las 58.000 que lo hicieron en el mismo periodo del ejercicio precedente. Esto tiene incidencia directa en el empleo. De los 30.000 trabajadores del sector, apenas 3.500 han vuelto a la actividad tras el fin del estado de alarma.
El descalabro hotelero tiene repercusión directa en la economía de Barcelona. De entrada, perderá unos 340 millones de euros vía impuestos. Mestre ha reclamado una nueva moratoria de la tasa turística durante los próximos seis meses que contrasta con la política que se aplica desde el consistorio local. La alcaldesa, Ada Colau, ha aprobado una subida de la misma de 0,75 céntimos que se empezará a aplicar en enero de 2021.