Aplausos, casi vítores y apoyo unánime. El empresariado catalán considera que Barcelona tiene una enorme potencialidad, pero con un problema cada vez más acuciante: la alcaldesa Ada Colau. El presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre lo ha constatado en el Círculo Ecuestre: “La alcaldesa Colau quiere llevar a la ruina a Barcelona, al actual de forma sectaria, sin dialogar y de forma autoritaria”. La sala del Círculo Ecuestre se vino abajo, con aplausos rotundos.
Josep Sánchez Llibre durante la conferencia / CÍRCULO ECUESTRE
Sánchez Llibre se ha pronunciado sobre los retos de Barcelona, en un cónclave junto a Javier Faus, el presidene del Círculo de Economía, y Pau Relat, presidente de Fira de Barcelona. El obstáculo de Colau se ha convertido en algo mayúsculo para el tejido económico de Barcelona, que no entiende las medidas urbanísticas y cómo trata al comercio.
La calidad de las instituciones
El presidente de Foment fue más allá, al señalar que el problema también se centra en el Parlament, donde se aprueban leyes, como la iniciativa legislativa sobre el control de precios de los alquileres. Faus tomó el relevo, apoyando la tesis de Sánchez Llibre sobre la figura de Colau, pero con la petición de que se apueste por planes más a largo plazo. “Barcelona ya estaba en una fase de decadencia diez años atrás, y lo estará si no se toman medidas, al margen de Colau o de los alcaldes o alcaldesas que pasen en los próximos años”.
Pero la figura de Colau sirvió en la reunión del Círculo para una reflexión sobre “la calidad de las instituciones”, que, a juicio de Faus, “deja mucho que desear”. Sólo desde unas administraciones que sepan colaborar con el tejido empresarial, con prácticas de colaboración público-privadas, se podrá dar un salto económico y superar la situación, agravada por la pandemia del Covid.
Fue Pau Relat, el presidente de la Fira de Barcelona, el que entró en esa cuestión, con el ejemplo de la propia Fira, capaz, justo antes del inicio de la pandemia, de acordar su ampliación, con administraciones y tejido empresarial de distinto signo. Ese es el camino, a juicio del empresariado catalán, el de colaborar y fijar prioridades, que, en el caso de Barcelona, debería tener una muy clara: “Ser la capital tecnológica de España, ese debe ser el objetivo, y ahora mismo eso no está claro, porque Madrid está trabajando mucho en esa dirección”.