El estado de alarma provocado por la pandemia del coronavirus quedó atrás pero la actividad económica aun va a tardar un buen tiempo en recuperarse. Basta ver las cifras de la demanda eléctrica, que registra en los primeros días tras el fin de la situación excepcional un descenso medio próximo al 10% en relación a los registros a los días previos a la forzosa reclusión a la que se vio obligada la ciudadanía.
Este lunes, primer día laborable fuera del estado de alarma, el consumo de electricidad a primera hora de la mañana mostró caídas superiores al 12% en relación con los días previos a la declaración del confinamiento. Sin ir más lejos, a las 10 horas, la demanda apenas superaba los 29.000 megawatios (MW), cuando durante los primeros días del mes de marzo superaba la cota de los 34.000, de acuerdo con los datos de Red Eléctrica.
Pico diario
La comparación a mediodía refleja descensos sensiblemente más moderados, entre el 6% y el 7% en relación con los datos registrados durante la semana de marzo que concluyó precisamente con la celebración de un consejo de ministros extraordinario en el que se aprobó la declaración del estado de alarma, el segundo en la historia de la democracia tras el decretado en 2010 por el cese de actividad de los controladores aéreos.
Las diferencias también se han hecho palpables en el pico de demanda diario, que este lunes se ha situado en algo más de 32.600 MW, en torno a las 14 horas, cuando durante los últimos días previos a la reclusión forzosa los máximos superaban los 34.600 MW.
Ralentización económica
Cabe tener en cuenta, además, que las cifras que se registraron en aquellos días ya afloraron una corrección a la baja, toda vez que algunos gobiernos autonómicos, como los de Euskadi y la Comunidad de Madrid habían empezado a tomar medidas de precaución, como el cierre de los colegios y de los centros de mayores, ante el avance de los contagios y las preocupantes noticias que llegaban desde Italia, que hasta entonces era, con diferencia, el país europeo más afectado por la pandemia.
Además, la demanda de electricidad arrastraba un descenso sostenido prácticamente durante todo el ejercicio 2019 debido al proceso de ralentización que estaba experimentando el crecimiento económico, que había llevado tanto al Gobierno como a organismos como el Banco de España a revisar a la baja sus previsiones para el ejercicio y sus perspectivas para los años siguientes y que se había hecho patente en aspectos como un moderado incremento del desempleo.
Brusca desviación
Pese a estas circunstancias, uno de los termómetros más fiables para medir al estado de la economía, como es el del mercado eléctrico, apunta a que el prolongado estado de alarma ha dejado la actividad en una situación notablemente comprometida.
La corrección hasta recuperar de verdad las cotas registradas antes del estado de alarma no será sencilla. Una desviación superior al 5% en una variable como ésta apuntaría ya a un movimiento muy brusco de la economía.
Escenario tras el verano
No obstante, los expertos consideran que la progresiva incorporación de los ciudadanos a sus puestos de trabajo, la definitiva reapertura de la totalidad de los negocios que han tenido que cesar su actividad y otros factores de este tipo terminarán de cerrar la brecha que se refleja den este momento en relación al trimestre anterior.
Eso sí, parece improbable que este fenómeno se produzca hasta después del verano, cuando está previsto que, salvo una sorpresa desagradable en forma de rebrote masivo de los contagios, la nueva normalidad cobre el sentido de la expresión.