La crisis del coronavirus va a traer consecuencias devastadoras para la economía española, aunque no todo será negativo. En forma de oasis en mitad de un desierto que parece no tener fin, aparece el alivio que va a suponer para las arcas públicas la considerable rebaja de la factura energética, habitualmente costosa debido a la enorme dependencia del exterior de la cual adolece España en esta materia. El cóctel formado por la caída de la demanda y la notable corrección experimentada por los precios del petróleo generarán un “ahorro” que se situará en el entorno de los 15.000 millones de euros. Una cifra nada desdeñable en un escenario que apunta, entre otras cuestiones, a un imparable incremento de la deuda y del desequilibrio de las cuentas públicas.

El mercado de materias primas no ha sido inmune a los efectos de la pandemia del Covid-19. Al contrario, las primeras señales de que la economía mundial se adentraba en un terreno desconocido en los últimos 80 años llegaron con una caída en picado de la demanda, a la que siguió un espectacular desplome del barril de crudo debido a la falta de acuerdo de los principales productores a la hora de tomar medidas para devolver la estabilidad a los mercados.

 

 

El petróleo de EEUU sufre una caída histórica / EP

Histórica guerra de precios

Fruto de este desencuentro llegó la decisión de Arabia Saudí de incrementar significativamente la producción con una demanda que caía a tumba abierta. Ni siquiera los analistas más veteranos recordaban algo similar. La intención del primer productor mundial era precisamente tirar los precios para obligar a reaccionar al resto de exportadores, especialmente a Rusia, como líder del conjunto de productores que no forman parte del cártel de la OPEP.

Como consecuencia de la medida, el petróleo inundó unos mercados que no tiraban de él porque las principales economías mundiales estaban prácticamente detenidas en plena lucha contra el virus de Wuhan. Hasta tal punto que los depósitos del tipo West Texas se llenaron y los futuros de este crudo cotizaron en negativo durante un par de sesiones.

Una factura de casi 30.000 millones

Lo que supone un auténtico cataclismo para las economías fuertemente ligadas a la industria petrolífera es, en cambio, un soplo a aire para otras como la española, que tiene que importar prácticamente todo el petróleo que necesita. Y en esas dos direcciones: precisará de menos materia prima y, además, ésta será notablemente más barata.

Según la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), las importaciones de petróleo en 2019 superaron los 66,3 millones de toneladas, casi un 2% menos que las registradas en 2018. Pese a este descenso, los recortes de producción elevaron la presión sobre los precios en el mercado, hasta el punto de que el crudo Brent, el tipo de referencia en Europa, tuvo un precio medio de 64,2 dólares por barril (actualmente, los futuros cotizan en torno a los 32 dólares pero han llegado a situarse por debajo de 18). De este modo, costear sus necesidades petrolíferas supuso para España un coste próximo a los 29.800 millones de euros.

Desplome de la demanda

Una cifra que se reducirá sí o sí en 2020. La proporción dependerá del comportamiento de los precios y la demanda, para los que las estimaciones prevén una recuperación durante la segunda mitad del año.

En este sentido, la última revisión de las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía apunta a un recorte de la demanda muy cercano al 9% para el conjunto del año. Un descenso histórico pero incluso suave si se compara con las previsiones de hace apenas unas semanas.

Efectos en el primer trimestre

Además, los primeros efectos de la crisis ya se han dejado sentir en España, que cerró el primer trimestre con una caída de las importaciones de algo más del 11%, aunque el parón de la actividad económica no llegó hasta la segunda quincena de marzo, tras decretarse el estado de alarma.

En el caso de que esta tendencia se confirmara al cierre del ejercicio, las importaciones se reducirían en aproximadamente 55 millones de barriles. La caída podría llegar a los 100 millones de barriles de petróleo en el caso de que la actividad económica no lograra recuperarse lo suficiente para compensar el más que probable desplome que se dará en el segundo trimestre, muy afectado por los efectos de la pandemia.

Ajuste de precios

Además de la reducción del consumo, la factura energética también se verá condicionada por la evolución de los precios del crudo. A raíz de la llegada repentina de la crisis y de su especial afección en los mercados de materias primas, Repsol elaboró un plan de contingencia en el que contemplan un precio medio del barril de Brent de 35 dólares por barril en el conjunto del año (la compañía trabajaba hasta ahora con un escenario de 50 dólares por barril como precio medio).

Con esta referencia, la factura petrolífera para el Estado rondaría los 14.450 millones de euros, en el caso de que las importaciones se redujeran en la misma proporción en que lo han hecho en el primer trimestre. De esta forma, la diferencia respecto a 2019 se establecería en el entorno de los 15.000 millones de euros.

Con escenarios más adversos, el posible ahorro podría irse hasta los 18.000 millones en el caso de que las importaciones se desplomaran un 30%. Si esto sucediera, el impacto en la factura energética no sería precisamente un alivio para la economía española.