Los inversores consideran a día de hoy que los riesgos de invertir en deuda española y portuguesa son prácticamente idénticos. La crisis derivada de la pandemia del coronavirus ha provocado que las primas de riesgo de ambos Estados hayan dejado atrás la distancia que había entre ellas y hayan convergido en torno a los 140 puntos básicos.
Los mercados de renta fija ha vuelto a reflejar tensiones según se aproxima la fecha de la reunión del Consejo Europeo, en la que Bruselas presentará su propuesta para constituir un fondo de reconstrucción que ayude a los países miembros a financiar el coste de la recuperación de sus respectivas economías. Un encuentro en el que las perspectivas para los países del sur, especialmente España e Italia como los más castigados por el Covid-19, no son halagüeñas.
Vuelve la tensión
Tras una semana de distensión, la prima de riesgo española se ha elevado cerca de diez puntos con la vuelta a la actividad de los mercados tras el festivo del pasado viernes. La reunión del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), en la que se aprobaron nuevas líneas de liquidez y el organismo emisor ratificó estar preparado para elevar los estímulos por el tiempo y la cuantía que sean necesarios para evitar una crisis deuda, llevó una cierta calma al mercado de renta fija que, sin embargo, no ha tardado en romperse.
Por medio, la remisión a Bruselas de los planes de estabilidad de los estados miembros que, en el caso español, incluye un cuadro macroeconómico más que inquietante, con una previsión de caída del PIB del 9,2% para 2020, además de una deuda pública disparada hasta el 115% del PIB.
Diferencia volatilizada
El efecto en el bono a diez años se ha dejado sentir hasta el punto de que la diferencia de prima de riesgo que España mantenía con Portugal en las últimas semanas, que oscilaba entre los 10 y los 15 puntos básicos, prácticamente se ha volatilizado.
Durante la primera mitad de 2019, la distancia entre los diferenciales de la deuda a largo plazo de ambos países ibéricos respecto al bono alemán se mantuvo aproximadamente en 25 puntos básicos, siempre con la española con el guarismo inferior. Los síntomas de desaceleración que comenzaron a hacerse patentes tras el verano redujeron las distancias, lo que no impidió que España cerrara el año con una prima de riesgo inferior a 70 puntos básicos.
Premio por la gestión
La crisis ha hecho que tal cifra se duplique, aunque quizá habría que fijarse más en la gestión de la misma. Al menos, a la vista de los inversores, que han valorado de forma más positiva la llevada a cabo por el Gobierno del país vecino, tanto desde el punto de vista sanitario como desde el económico.
Como informó en su día Crónica Global, algunos bancos de inversión estadounidenses comenzaban a destacar en sus informes la gestión de la crisis que, desde el punto de vista económico, estaba llevando a cabo Portugal. Sin ir más lejos, Morgan Stanley llegó a emitir una nota para sus clientes en la que recomendaba tomar posiciones en bonos portugueses en detrimento de los españoles. Algo que, por lo visto en el comportamiento de la renta fija de ambos países, se está trasladando a la operativa de los inversores.
Control del déficit
Por entonces, la entidad estadounidense valoraba, entre otras cuestiones, los planes del Gobierno luso para frenar cuanto antes el incremento del déficit público que se produciría como consecuencia de las medidas a adoptar para paliar los efectos de la pandemia, algo que no veían en el vecino peninsular.
En el caso de España, afronta la crisis desde una posición de partida poco favorable, tras cerrar el año con un desequilibrio de las cuentas públicas del 2,7%, el primer incremento desde 2012 y que, además, dejaba la cifra siete décimas por encima de lo que había previsto el propio Ejecutivo. Además, Eurostat enmendó la plana a Moncloa al estimar que los cálculos se habían dejado por el camino más de 3.000 millones de euros, por lo que el déficit real en 2019 fue del 2,8%.