El coworking consiste básicamente en compartir un espacio de trabajo, lo cual permite a una empresa disponer de un lugar físico junto a otras al margen de su sede propia, bien en la misma ciudad o en otras. Allí queda fijado un domicilio fiscal y se puede disponer de un lugar para trabajar previo pago de una cuota.
Esto es común en todos los coworking, al igual que disponer de al menos un despacho propio y una sala de actos común, aunque también es lo más básico. La tendencia ha ido al alza, hacia poder disponer de algo más que una habitación, y los coworking tienden ahora a ofrecer, además, servicios que permitan a una empresa complementarse con otras, lo que otorga al sitio una capacidad operativa aumentada y nuevas perspectivas de negocio.
Una década después
Este modelo llegó a España "sobre 2010", explica Andrea García, licenciada en Arquitectura y consultora de desarrollo de negocio de coworking, además de una de las grandes especialistas del sector en España. El boom inicial se vivió en Barcelona, después en Madrid, y más tarde en otras ciudades como Granada que, sin embargo, ha visto cómo poco a poco el concepto se diluía y los locales iban quedándose desiertos.
En la actualidad, el sector está en crisis. Tras el prometedor buen momento inicial, ahora los locales más pequeños tratan de sobrevivir o directamente cierran, mientras que los más grandes se encaminan hacia la especialización para paliarlo y entran en juego actores tan potentes como grandes compañias de la talla de Santander o Inditex, que sí pueden permitirse que algunos de los suyos no sean rentables. Es decir, se tiende a ofrecer no solo un lugar de trabajo físico, sino el mayor número de servicios para hacer de una oficina compartida un lugar realmente ventajoso precisamente por la colaboración con los vecinos. Además, las empresas dedicadas en exclusiva a este sector suelen disponer de un buen número de coworking, y no de uno, como ocurre con la mayor parte de las pequeñas.
"Un modelo frágil"
Un claro ejemplo del desmoronamiento del coworking en España es Granada, con 233.000 habitantes que se elevan en 100.000 más con su área metropolitana. La ciudad andaluza era en proporción, tras Barcelona y Madrid, la que más locales de este tipo sumaba unos años después de que empezara a aflorar este negocio en nuestro país. Granada disponía de 28 coworking en 2014, y un año después eran solo la mitad. Además, en el año 2016, el 38% de estas instalaciones cerraron definitivamente sus puertas en todo el país. La última Encuesta Global de Rentabilidad de Coworkings apunta igualmente la tendencia al retroceso, y señala que en 2017 el 60% de los coworking de toda España ya no eran rentables.
La consultora Andrea García matiza que "está dejando de ser rentable porque el coworking tiene un modelo de negocio frágil y es difícil de rentabilizar si no tienes otra fuente de ingresos". De ahí que para no morir en el intento se ofrezcan servicios añadidos: "Ahí es donde está realmente la innovación y donde las personas pueden sacar provecho de todo del mercado".
Las inmobiliarias acechan
García apunta igualmente que en este negocio "han entrado las inmobiliarias", y para ellas "es solo un negocio masivo de metros cuadrados, aunque creo que hay espacio para todos". Y es que únicamente se llegará a obtener beneficios si las instalaciones son grandes, albergan a muchas empresas y se puede ofrecer en ese espacio servicios complementarios.
Por ejemplo, la mayoría de los coworking paga un alquiler y destinan de media un 40% de sus ingresos a ese gasto imprescindible, aunque también existen locales propios con otras cicunstancias, pero estos suponen solo el 18% del total. Después hay gastos de mantenimiento, y si no se dispone de una ocupación total y constante, el riesgo de fracasar es alto. La subida de los alquileres lógicamente también ha influido notablemente en la crisis y por eso también son rentables únicamente los más grandes.
Lugares físicos e instalaciones con ventajas
"El coworking no es rentable para todo el mundo, obviamente que no", asegura Andrea García, que añade que "a nivel operativo y de costes sale igual mantener un espacio de 3.000 metros cuadrados que de 2.000", pero cuanto más grande sea, mayor podrá ser la comunidad que alberga, más especializada. Eso "te permite contactar con empresas que luego quieran hacer programas contigo, y eso sí es crear comunidad, no solo disponer de una silla y una mesa".
García distingue claramente entre lugares físicos e instalaciones con ventajas, porque "si a una empresa le falta algo", en un coworking profesional tiene como vecinos "a los mejores proveedores, profesionales y expertos del retail", y si necesitan un programa muy personalizado "van a encontrar en un mismo espacio a la gran corporación y a las pymes".
Infraestructura y tecnología
La consultora, que ahora está asentada en Madrid, afirma que cuando comenzaron a surgir en España los primeros coworking, hace una década, ella se estrenó con la apertura de un espacio en Barcelona: "Era un momento muy difícil, éramos autónomos y la gente no sabía qué era un coworking y en qué consistía; nos veíamos muy pequeños". De momento, prepara la apertura de una nueva instalación en Madrid a primeros de marzo sin dejar de lado Barcelona y sobre todo con la vista puesta en otras ciudades españolas: "Ahora hay que apostar por ciudades como Valencia, Bilbao o Málaga, que también son focos a nivel de innovación".
Su concepto de coworking, además, va más allá de que el sector esté innovando para poder seguir adelante. Sabe que hay quienes lo ven "únicamente como un negocio inmobiliario", pero va más lejos en su concepción: "Dirijo, por ejemplo, un coworking que agrupa tecnología e innovación y ya no es un coworking, sino un show room colaborativo". Es su apuesta por escapar del concepto de coworking como "una silla y una mesa", como ella dice, y aportar valor al espacio "con infraestructura y tecnología": "Vienen proveedores que trabajan con retailers y cada uno tiene una función para crear un único producto, cada persona ofrece soluciones integradas". A su juicio es "es un paso más allá del coworking que hasta ahora conocemos".
Barcelona supera a Madrid
Andrea afirma rotundamente que conoce "súper bien" los mercados de coworking de Barcelona y Madrid, puesto que ha trabajado en ambas ciudades, y en la capital catalana "hay más espacios para coworking porque creo que la mentalidad catalana es más abierta a esta manera de trabajar", sobre todo porque "Barcelona es bastante mas internacional en comparación con Madrid, pero mucho más".
La última Encuesta Global de Coworking de Deskmag, contemplaba cerca de 1,7 millones de personas en 18.900 espacios de coworking por todo el mundo a finales de 2018, un 33% más que el año anterior y un 21% más de espacios disponibles. Crecen las cifras globales por quinto año consecutivo, pero a costa de la prevalencia de los grandes espacios propiedad de firmas potentes, mientras que los más pequeños tienden a extinguirse.