Tiran comida a la basura / RTVE

Tiran comida a la basura / RTVE

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Ecologistas acusan a Bruselas de fomentar el desperdicio alimentario

Greenpeace trabaja en la redacción de la nueva Política Agraria Común (PAC) para velar por una producción responsable

2 octubre, 2019 00:00

Para luchar contra el desperdicio de alimentos, Cataluña ultima una proposición de ley con la que sancionará a los establecimientos comerciales de más de 400 metros cuadrados que tiren productos caducados. También a los restaurantes que no dispongan de envases reutilizables para que sus clientes puedan llevarse las sobras a casa.

A pesar de que la iniciativa, que sigue la estela de Francia, persigue garantizar un mejor aprovechamiento de la comida, los ecologistas ponen el foco sobre el modelo de producción que marca Bruselas. Desde Greenpeace, Ecologistas en Acción y Facua explican a Crónica Global que la solución pasa por modificar la Política Agrícola Común (PAC), cuya nueva versión se prevé para 2021.

Medidas insuficientes

El portavoz de la asociación de consumidores y usuarios, Rubén Sánchez, señala que las políticas comunitarias para frenar el despilfarro de alimentos son “insuficientes”. Desde 2014, Facua lleva a cabo una campaña para que los supermercados destinen sus excedentes a entidades solidarias y reclama a las cadenas de distribución que se impliquen en esta lucha.

Un cubo con basura / PXHERE

Un cubo con basura / PXHERE

La cuestión es que este despilfarro no disminuye. “Los últimos datos muestran que el desperdicio alimentario aumentó el 9% en España en 2018. Lo que supone 1.300 kilos”, lamenta Luis Ferrerín, responsable de Agricultura de Greenpeace. La organización ecologista reclama medidas urgentes para frenar esta lacra. Para ello trabajan en la nueva versión de la política agrícola, a la que señalan como principal responsable. “Nació con un fin productivista que aún mantiene. Producimos más alimentos de los que necesitamos. España está llena de ejemplos, como las lechugas que nunca llegan a los platos porque no se recogen del campo”, explica.

Nuevos modelos de cultivo

Entre las modificaciones a introducir para evitar este desperdicio de materia primera, Ferrerín apunta que “en primer lugar, no se deberían financiar modelos de cultivo de agricultura industrial, cuyo único fin es una gran producción, rápida y a bajo coste”. El camino es “apostar por un modelo de agroecología donde se da mayor importancia a los recursos que utilizamos y que incrementa la calidad de los alimentos”.

También Abel Esteban, responsable de Alimentación y Residuos de Ecologistas en Acción, carga contra el actual modelo de producción. “Si predominan los monocultivos --zonas especializadas en producir una cantidad muy grande de un solo producto-- es mucho más fácil que, ante un imprevisto climático o de mercado, una parte de esas cosechas no se pueda aprovechar”. Como ejemplo pone los cientos de kilos de pepinos que se desecharon este verano en Almería. “Es la consecuencia de un modelo intensivo, muy especializado, orientado a las exportaciones”, detalla.

Potenciar el mercado local

Esteban señala que la mayor dificultad para transformar el modelo de producción se encuentra en la propia PAC. “Supone un factor determinante para orientar los cultivos si se pretende que estos sean rentables; pero son precisamente esas normativas y sus subvenciones las que están orientadas hacia un sistema globalizado que busca el beneficio de la mercancía”.

Alimentos en la basura que podrían haberse aprovechado gracias a estas aplicaciones / PXHERE

Alimentos en la basura que podrían haberse aprovechado gracias a estas aplicaciones / PXHERE

"El sistema actual de producción y consumo de alimentos favorece que se produzca un desperdicio más allá de los hogares. Aunque las campañas de sensibilización sobre el consumo doméstico son importantes, las administraciones deben abordar la problemática a lo largo de toda la cadena", subrayan desde Ecologistas en Acción. 

La responsabilidad de los consumidores

El consumo responsable es uno de los eslabones de esta cadena. "El usuario es parte de la solución, pero de forma limitada, ya que frenar esta lacra no solo depende de millones de pequeñas acciones individuales. Sería más determinante una actuación integrada a través de herramientas normativas y económicas que orienten el sistema de producción de consumo a escenarios más sensatos y racionales, y no delegarlo todo a la responsabilidad individual", explica Esteban. 

"Las medidas individuales son importantes, pero en una situación de emergencia climática se necesitan acciones más contundentes y valientes, mientras que la PAC permite el desperdicio de alimentos", señala Ferrerín. Lo mismo ocurre con las iniciativas de aprovechamiento que han desarrollado algunas superficies comerciales. “Son actores que favorecen el consumo por grandes volúmenes, desconectado de productos de su entorno. Estructuralmente tienen un papel protagonista en el sistema agroalimentario del que habría que modificar sus coordenadas", reiteran desde Greenpeace. 

Malgastar la comida también contamina

El responsable de Agricultura de la organización recuerda que malgastar comida también repercute en el medioambiente. "Entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases invernadero provienen, precisamente, del desperdicio alimentario". Más allá de concienciar a los consumidores, los ecologistas exigen poner el foco en el origen del desperdicio: el campo. Recuerdan, además, que los alimentos que acaban en la basura son los más nutritivos: frutas y verduras, porque también son los más perecederos. Como muestra: un botón, y es que, según los datos de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (COAG), la diferencia de precio del pepino entre productor y consumidor --un incremento de más del 800%, de 0,19€/kilo a 1,74€/kilo-- tampoco beneficia a los primeros. ¿La consecuencia? Acabaron abandonados en señal de protesta. 

Toneladas de basura y plástico / PXHERE

Toneladas de basura y plástico / PXHERE

Desde Ecologistas en Acción sostienen que no será suficiente cambiar el sistema productivo. Por ello también instan a modificar las políticas que determinan la comercialización. “Fomentar mercados de proximidad, y otras formas de vender alimentos, más allá de las grandes superficies, así como empoderar a algunos actores de la cadena que tienen poco poder frente a gigantes del sector”, señala Esteban, como propuestas para reducir el desperdicio de alimentos.