La venta de Galletas Gullón, en la que trabaja el consejero delegado Juan Miguel Martínez Gabaldón, ha encendido las alarmas de los trabajadores del grupo. Los sindicatos se organizan contra una operación en la que se busca vender la firma a una multinacional de la alimentación. Este objetivo deja en el aire la continuidad del centro productivo de Aguilar del Campo y pone en jaque la economía de la provincia de Palencia e incluso de toda Castilla y León.
El principal temor es que se repita el caso de otra firma del sector muy conocida en España, Fontaneda. Esta empresa operaba en la misma Aguilar del Campo en una de las mayores fábricas de galletas en Europa, pero el cambio de propiedad implicó que bajara la persiana. Su nuevo dueño, la estadounidense Nabisco (Mondeléz Internacional), decidió deslocalizar la producción en países con menores gastos. La marca continúa, pero los centros de trabajo están repartidos por todo el mundo.
Trabajadores y administraciones
Fuentes conocedora de los planes de Martínez Gabaldón señalan que la inquietud de los trabajadores tiene fundamentos. Advierten de que el impacto demoledor que tendría para la economía de la región ha propiciado que la Administración mueva ficha. Se empiezan a movilizar para impedir que una decisión empresarial derive en una situación “irreversible y caótica” en el territorio, tal y como indican las fuentes consultadas. Más, desde que se conoce que el proceso ha despertado el interés de fondos de inversión como KKR, ProA Capital y Cinven.
La fábrica de Galletas Gullón es la única industria que resiste en esa zona. Da trabajo a 1.500 personas en Aguilar y sus alrededores, entre empleo directo e indirecto, y los efectos de la fábrica se notan incluso en pueblos de la comunidad de Cantabria. Allí residen numerosos empleados de los centros de trabajo.
Arraigo de la familia Gullón
El grupo se ha quedado en el municipio castellano por el compromiso de la familia Gullón. La viuda del fundador y presidenta hasta junio, María Teresa Rodríguez, vive en la localidad y participa de forma activa en la vida social de la comunidad. Lo mismo ocurre con Lourdes Gullón Rodríguez, la nueva presidenta, y con sus hermanos Rubén, Hernán y Félix.
El caso del consejero delegado es distinto. Pasa inadvertido en el municipio, y hace poco que ha adquirido una lujosa vivienda en la ciudad de Santander, hecho que le aleja aún más de la factoría. Además, es el que defiende de forma más vehemente la venta del grupo a una firma internacional del sector.
Rentabilizar las acciones
Fuentes cercanas al ejecutivo señalan que es la única opción de rentabilizar el paquete accionarial que mantiene en la galletera. Es propietario de un 20% de una empresa que no reparte dividendos, por lo que la enajenación a un tercero es la única forma de sacar tajada de los títulos.
El problema es que si Gullón entra en el entorno de una multinacional, la localización de Aguilar del Campo juega en su contra. Está lejos de las rutas básicas de abastecimiento y distribución, una ineficiencia a efectos logísticos decanta aún más la balanza a favor de la deslocalización. Más si se tiene en cuenta que tampoco es un territorio demasiado atractivo desde el punto de vista climático, otro factor que incide a la hora de decidir dónde se instala un directivo.
Movimiento de presión
Por todo ello, se empieza a formar un movimiento de presión para evitar que se rompan los vínculos de los actuales propietarios de Galletas Gullón con Aguilar del Campo. Su objetivo es mantener el estatus de control familiar de la empresa.