Semáforo naranja. Cuidado. Nuevas elecciones generales el 10 de noviembre, y la economía española vive un momento de indefinición, con algunos indicadores a la baja. El Banco de España lo señala, y rebaja la previsión de crecimiento para 2019 del 2,4% al 2%. Previamente lo había hecho el Gobierno, que lo ha dejado en el 2,2%. Ahora bien, ¿a quién le interesa ese mensaje, y qué hay de realidad de cara a esas elecciones? Los expertos consultados por Crónica Global indican un cierto enfriamiento de la economía, algunos hablan de “recesión” en un año y medio, pero insisten en que dependerá de lo que ocurra en el seno de la Unión Europea. En economía no puede haber “determinismos”.
El Banco de España indica que ese descenso del PIB se debe a que los distintos motores se comportan ya de forma desigual. Y el más importante en estos momentos, la demanda interna, seguirá tirando del carro, pero con menor intensidad. Sin embargo, no hay elementos a la vista que muestren una situación similar a la de 2007 o 2008. Lo señala el catedrático de Economía de CUNEF y director de estudios financieros de Funcas, Santiago Carbó: “Puede haber una desaceleración y nosotros hemos rebajado el crecimiento, pero no tiene nada que ver con la crisis que vivimos a partir de 2007. No hay una crisis financiera que arrastre al sector inmobiliario, como entonces, que sigue siendo nuestro talón de Aquiles. Sí existe un enfriamiento que repercutirá en menor creación de empleo. Y dependerá todo, en gran medida, del impacto del Brexit, que puede ser alto a corto plazo, aunque bueno a medio y largo plazo”.
Políticas fiscales
Lo que indica Carbó son esas incertidumbres que planean no sólo en la economía española sino en toda la economía europea. Funcas las ha analizado. El problema para España es que se produce, al mismo tiempo, un descenso en la industria a escala internacional, que puede afectar al potente sector automovilístico; en el comercio internacional, con un parón en las exportaciones, y el Brexit, con pérdidas para la industria turística.
Las elecciones se repetirán el 10 de noviembre. No hay un gobierno, en estos momentos, que pueda tomar medidas determinantes, aunque las amenazas de la economía española se sitúan más en el exterior, como apunta el economista y profesor de la UB Gonzalo Bernardos: “Lo más importante es cómo se afrontará ese enfriamiento, porque depende de las políticas que se tomen, y si se reacciona con claridad, con políticas fiscales, no debería existir un problema mayor”. Pero eso depende en estos momentos, como señala Bernardos, de Alemania y de los países del norte de Europa. O políticas fiscales expansivas o aumentará la incertidumbre, teniendo en cuenta que la política monetaria ya no puede dar más de sí, después de la actuación del BCE, con tipos de interés negativos.
Ciclo económico habitual
Sin embargo, en España hay otro debate, pegado al económico, que influye y condiciona el crecimiento. El secretario general del PP, Teodoro García Egea, se ha referido a la “recesión” en la que se encuentra España. Lo señaló a principios de septiembre, porque asocia, como siempre ha hecho el PP, la gestión de gobiernos socialistas con parálisis y crisis, frente a la supuesta eficacia de los gobiernos del PP. Eso está en juego ahora y de cara a los próximos meses, hasta conocer quién y cómo formará el nuevo Ejecutivo español.
El ciclo económico español ha entrado en una desaceleración, pero por una cuestión, también, habitual en los mecanismos que rigen una economía de mercado. El PIB creció en 2015 el 3,6%; en 2016, el 3,2%; en 2017, el 3%; en 2018, el 2,6%, y ahora para 2019 se maneja el 2,2% o 2%, según el Banco de España. Para el próximo año se prevé un 2% y el 1,8% para 2021. ¿Recesión? Técnicamente se entra en recesión cuando el PIB cae por debajo del 0% durante dos trimestres consecutivos.
¿Recesión en un año?
Sin embargo, eso puede suceder. El economista Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente y socio de Freemarket Corporative Intelligence, y académico del Cato Institute, muestra la cara más pesimista. “No creo que sea una visión pesimista, es que la incertidumbre es enorme, y no se ha hecho nada en España para rehacer errores o para iniciar reformas que necesitamos. No hay Gobierno y, por lo menos, no se ha aprobado un presupuesto que podría haber sido muy negativo”, señala. Pese a ello, incide en la falta de visión, a su juicio, del Gobierno de Pedro Sánchez: “Aprobó más de 300 medidas expansivas que, aunque sin presupuesto, han hecho mella en la economía”. Su juicio es severo: “En un año, España puede entrar en recesión, porque todo está parado, nadie actúa, y desde la política no se ayuda en absoluto”. Su idea la plasma con una frase: “Hay una radical incompatibilidad técnica entre la política del Gobierno y la realidad que vive España”.
A medio camino se sitúa Santiago Carbó: “Un problema que vemos y en el que insistimos es que en España las reformas económicas son muy agradecidas y no se han hecho. Se ha parado ese motor, que siempre que se impulsa da muy buenos resultados. Espero que el nuevo Gobierno, en cuanto se ponga en marcha, lo haga, y eso seguro que se notará”.
Demanda interna
En los resultados a corto plazo, los expertos consultados indican que el paro quedará en esa franja del 13%-14%, aunque se pensaba en reducirlo en torno al 12%.
Bernardos, en cualquier caso, insiste en que interesa más “desde el punto de vista político” insistir en esa desaceleración que en mirar a medio plazo, y en destacar lo que se podría hacer. “La demanda interna tirará y podrá cambiar la dinámica. Porque el problema ahora es que han cambiado los parámetros. Si en la crisis de 2007 fueron los países emergentes los que tiraron del carro, ahora lo deben hacer los países más desarrollados, con una demanda interna que haga crecer la economía”.
Alemania, Alemania
¿A qué se refiere Bernardos? A un debate que se ha convertido en clásico en los últimos años. El ejemplo es Alemania. Con una economía inclinada por completo al sector exterior, desde la II Guerra Mundial, ahora debe redescubrir, con un parón en el comercio mundial debido a la guerra de aranceles entre China y Estados Unidos, que la demanda interna puede cubrir el hueco. Para ello es necesario una política fiscal que el Gobierno federal alemán debería proyectar.
¿Y España? Se encuentra en esa discusión, presionando para que en el seno de la Unión Europea no se vuelvan a cometer los errores de 2007-2008. Pero con la necesidad de tener un gobierno que pueda implementar medidas, y para eso es pertinente una mayoría parlamentaria que no ha tenido Pedro Sánchez.
Mejor nota crediticia
En esa situación llegará España a las elecciones, con incertidumbre económica, pero con capacidad para seguir creciendo, más allá de las disputas políticas y de la identificación entre la derecha-gestora-maravillosa y la izquierda-expansiva-desastrosa.
¿Una prueba de dónde está España? La ha ofrecido la agencia estadounidense de calificación crediticia, Standard&Poor’s, que ha mejorado la nota o rating de la deuda española, del nivel ‘A-‘ a ‘A’, en el grado alto inferior o grado medio alto.