Los 90 supusieron el bum de los tatuajes. Por entonces surgieron en masa los establecimientos donde se realizaban y se contaban por cientos de miles los valientes que se lanzaban a dibujarse alguna parte del cuerpo. Esa proliferación trajo consigo a tatuadores excelentes, buenos, malos y pésimos; supuestos especialistas estos últimos que dejaron un mal recuerdo imborrable en la piel de multitud de víctimas.
Sea por eso o simplemente porque muchos se acaban cansando del dibujo que se hicieron de por vida, porque se pusieron el nombre de su pareja y ya no lo es o por cualquier otra circunstancia, ahora se lleva la eliminación de tatoos, una práctica en auge que ha llevado a muchos tatuadores a ofrecer también su eliminación, un negocio mucho más rentable que hacerlos.
Piel sucia
Actualmente hay ya muchos centros de tatuaje donde es posible tanto hacérselos como quitárselos, como ocurre en el local de Sonia y Fidel, llamado Acme y ubicado en la calle Canal del Bósforo de Madrid. Allí se siguen realizando tatoos a buen ritmo porque la demanda no ha bajado, pero también se quitan, que es la nueva tendencia. El hecho de que Sonia sea enfermera de profesión y se reciclara en tatuadora, ofrece a muchos más garantías que otros lugares.
Comenta Fidel que, efectivamente, en su local hacen más tatuajes que quitan y, como no siempre es posible que se borren por completo, algunos optan por aclarar su dibujo para poder hacerse otro encima y taparlo. Basta con mirar los antiguos tatoos de la actriz Angelina Jolie, que problemas de dinero no tiene, para comprobar que muchos de ellos no se borran por completo, sino que permanecen en la piel como si alguien escribe fuerte con un lápiz en un papel y después borra con una goma: aquello no se va del todo y da la impresión de tener la piel sucia.
Entre 15.000 y 30.000 euros
Aproximadamente en el año 2000, menciona Fidel, alguien se dio cuenta de que con la misma tecnología que permite eliminar el vello pueden hacerse desaparecer los tatuajes, en mayor o menor medida, y esa técnica fue perfeccionándose hasta nuestros días, donde se eliminan con mayor precisión. Aunque no todos los dibujos pueden hacerse desaparecer del todo, porque "los amarillos, el color cielo o el rosa no salen", a diferencia de los colores oscuros, que "se suelen ir casi por completo".
En cualquier caso, hacerse un tatuaje suele conllevar una sola sesión si no es muy grande, mientras que eliminarlo requiere "entre seis y ocho". Un ejemplo: eliminar uno pequeño, como una letra, puede costar 50 euros, pero borrarlo requerirá entre seis y ocho sesiones también de 50 euros. Así que de 300 a 400 euros. Y si se se trata de uno de esos dibujos que no se pueden borrar del todo y el cliente quiere hacerse otro encima, habrá que sumar el importe de ese nuevo tatoo. Si es grande y hacerlo conllevó, por ejemplo, 10 sesiones, para borrarlo habrá que multiplicar igualmente esa cifra por 6, 7 u 8 y tener claro que saldrá muy caro.
Los estudios que ofrecen la posibilidad de quitar tatuajes no suelen disponer de los medios para hacerlo, ya que "un láser que cuesta entre 15.000 y 30.000 euros y la pistola, entre 500 y 1.000, y dura unos 3.000 disparos", confirma Fidel, por lo que la mayoría de los estudios de tatuaje que ofrecen esta posibilidad se lo encomiendan a un externo, que exclusivamente se dedica a ello y tiene una cartera de "unos 20 o 30" centros fijos donde prestan su trabajo. La inversión de los eliminadores de tatus es alta, pero compensa.
Un futuro prometedor
El estudio cobra al cliente y se embolsa un porcentaje y el eliminador externo, otro. Es una práctica que beneficia a los tatuadores, que pueden ofrecer ese servicio, y a los eliminadores, y en el caso de Acme la historia puede tener continuidad porque Sonia es experta en tapar tatuajes que ya no gustan por otros nuevos, que previamente han sido aclarados con láser.
Igual que hacerse tatus se puso de moda, la tendencia dice ahora que muchos de los que se los hicieron desean eliminarlos, y así surge este nueva opción que está dejando suculentos beneficios a los eliminadores que disponen de una amplia cartera de estudios donde realizan los borrados. Es un nuevo negocio que atiende a una nueva demanda que de momento contempla un presente y un futuro prometedores, porque la gente se sigue haciendo tatuajes y cuantos más haya, más posibilidades de querer borrárselos.